Mi vestido rojo yace en el suelo como una herida abierta.Me ahogo en el edredón, repitiendo en mi mente cada maldito segundo de ese beso:
-El sabor a whisky y menta de sus labios.
-Sus manos apretándome la cintura como si fuera suya.
-El gemido que casi escapó de mi garganta antes de empujarlo.
Entierro las uñas en el edredón.
—Idiota... idiota... idiota...—hablo para mí.
Tomo mi celular en la mesita de noche viendo la hora 2:03 AM y aún no he podido dormir.
Me incorporó bruscamente en la cama las sábanas empapadas de mi sudor frío.
Me levante tambaleante pisando el vestido que había tirado al suelo antes de dormir.Fui al baño y abrí el grifo del lavabo y me arroje agua helada al rostro. El espejo me devolvió a una extraña, una imagen demacrada.
- Ojos inyectados en sangre.
- Un pequeño mordisco que Alex me había hecho en el cuello mientras bailamos cerca.
-Las ojeras moradas debajo de mis ojos hinchados.
-Los labios hinchados de morderlos toda la noche.
Miro mi reflejo repitiendo:
"Fue un error. No pasó."
Mi teléfono marcaba 03:00 cuando me volví a despertar.Aprete la almohada contra mi pecho.Me incorpore con el pecho agitado, la boca seca. Las sábanas estaban enrolladas alrededor de mis piernas como ataduras y lágrimas en los ojos.
Cierro los ojos fingiendo que las lágrimas eran solo sudor.
Abrí el cajón de las medicinas con manos temblorosas. Las pastillas para dormir seguían allí tomé dos pastillas con el agua en la mesita de mi vaso nocturno. Al regresar me deje caer sobre la cama, abrazando la almohada con fuerza.
"Fue un error. Un estúpido error."
Eran las 03:20 AM cuando finalmente me deje arrastrar por el sueño.
Me levanté mirando que eran las 8:15 en mi teléfono a un lado de mí en la cama.Entre al baño a bañarme y cepillarme los dientes antes de bajar a desayunar.
Baje las escaleras como un huracán de culpa con pasos lentos, el pelo revuelto y las pestañas aún húmedas. El aroma a café y pan tostado me golpeó al entrar a la cocina. **Bruno** estaba allí, sentado en la isla de mármol, impecable en su traje gris, leyendo el periódico financiero como si nada hubiera pasado, bebiendo café negro.¿Acaso no tenía cargo de conciencia? Eva, sonriente, revolvía un jugo de naranja.Entre con los pies descalzos sobre los azulejos fríos.
—Emma, por fin. Bruno trajo esos croissants de almendra que te gustan de la panadería de Luca.
Evite mirar a mi hermana.
—No tengo hambre.
Bruno ni siquiera me dirijo la mirada, era como si yo no existiera.
—¡Emma! ¿No vas a saludar a Bruno?
Apreté los puños.Bruno ni siquiera alzó la vista.
—Buenos días. —murmure
Tome un vaso de jugo y gire hacia las escaleras.
—¿No vas a desayunar? — hablo Eva frunciendo el ceño.
—Tengo cosas que hacer. —Respondí saliendo de la cocina sin volverme.
Bruno por fin abrió su maldita boca.
—Dejala. Seguro tiene *prioridades* más importantes.—dijo frío para Eva.
El periódico crujió entre sus manos.Sentí el comentario como un latigazo.
Subí las escaleras a toda velocidad sintiendo:
-La mirada de Bruno quemándome la espalda a través del vestido corto que traía .
Subí tan rápido que derrame jugo en los peldaños
Cuando llegue a mi habitación me bebi el jugo de un solo trago poniendo el vaso en la mesita de mi cama.Vesti el primer jean y camiseta que encontre.
Necesito a Alex. Necesito a mi novio.
Mis dedos, torpes y fríos por los nervios, marcaron el número. El teléfono sonó una vez. Dos.
—¿Em? Mi amor ¿Estás bien?—habla Alex voz ronca de sueño al otro lado de la línea.
—Alex... ¿Podemos vernos? Te necesito.
Intente hablar pero en lugar de palabras, salió un sollozo.
En el silencio que siguió, escuche el crujido de las sábanas al otro lado—Alex levantándose de un salto—y el sonido de su propia respiración, demasiado rápida, demasiado agitada, como si hubiera corrido kilómetros.
—¿Emma? Respira conmigo: Inspira... ¿Lo estás haciendo?¿Te paso a recoger?—habla ya despierto y alarmado.
Asentí, inútilmente, contra el teléfono.
—Mejor nos encontramos en donde somos felices —murmure, con los ojos cerrados.
Colgué y lancé el teléfono sobre la cama.Cogi mi bolso y salí corriendo hacia el lugar que me hace feliz ignorando la presencia de Eva y Bruno en la cocina.Corro con el viento helado por la mañana azotándome el rostro mientras las lágrimas se secaban en mis mejillas.Al llegar fui directo a nuestro pequeño lugar seguro.Encontre a Alex sentado en una piedra y cuando me vio pude ver la preocupación en sus ojos.Corrí a abrazarlo y el me envolvió en sus brazos, me derrumbe, ahogando mi llanto en su pecho.
—Shhh...Estoy contigo mi amor¿Qué pasa?—acuno mi cabeza entre sus fuertes manos.
Nos sentamos en la arena abrazándonos mirando las olas golpear unas piedras en el mar.
—¿Crees que el amor debería doler?—hable tirando una concha al mar.
Alex me miró y se arrodilló frente a mí .
—El amor no. Pero los humanos sí sabemos lastimar.
Y entonces me besó.
Fue lento al principio, un roce de labios salados. Pero cuando gemí y él se aferró en mis hombros, algo se quebró.
—Emma... no puedo—murmuró ronco, separándose.
—¿Por qué?—pregunte decepcionada.
El miro su entrepierna y yo le seguí la mirada y ví el bulto creciendo en su jeans.
Deslice una mano entre sus muslos.
—Déjame ayudarte.
—No Emma no, no lo puedo permitir.
Me aleje de él algo decepcionada.
—¿Por qué no?
—Mi amor mira donde estamos.Cualquiera podría vernos.
Me senté a horcadas sobre el besándolo y restregandome lo más que podía sobre él.
—¡Mierda, Em! Así no... no duraré ni un—habló con voz quebrada.
Pero yo ya había deslizado mi boca hasta su cuello dando pequeños mordiscos ahogando sus palabras en un gemido.
Cada succión le arrancaba maldiciones al cielo.
Cuando mis uñas se clavaron en su espalda, Alex me levantó bruscamente.
—Mi casa.Ahora. —habló con voz animal.
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Editado: 10.08.2025