Derek
Justo ahora que por fin me había decidido a dejar a Karen, ¿Kristen me pedía que esperara? Me había tomado años juntar el valor para hacerlo, y ahora debía postergar la ruptura un mes más. Lo peor era que tenía razón, no podía dejar de pensar en si este tiempo podría jugar a mi favor. Si tal vez había una mínima posibilidad de acercarme a ella, de redibujar algo entre los dos. Pero ¿cómo? ¿Cómo se cruza uno al otro lado cuando ha sido parte del problema durante tanto tiempo?
Mientras me duchaba y me vestía para el almuerzo, no podía dejar de pensar en Kristen. En cómo, incluso enfadada y distante, lograba ocupar cada rincón de mi mente con una fuerza que me desbordaba. Siempre fue así, desde que la conocí.
No podía simplemente acercarme como si nada. Cada palabra, cada gesto, cada mirada sería analizada. Y con razón. Tenía que demostrarle, sin decirlo, que era confiable. Que había crecido. Que no estaba allí para hacerle daño ni para robarle la paz. Solo... para compartir el aire unos días, con la esperanza de que me permitiera un mínimo lugar en su mundo. No buscaba volver atrás. Solo quería que, en este presente compartido, me dejara estar. Aunque fuera cerca.
El comedor estaba dispuesto con una mesa larga, adornada con flores silvestres y servilletas cuidadosamente dobladas por mi suegra, que parecía haber puesto todo su empeño en hacer de ese almuerzo un momento de unión. Ironías de la vida.
Karen aún no había llegado, lo que, sinceramente, agradecí. El aire se sentía más liviano sin sus exigencias flotando por encima de cada conversación.
Kristen ya estaba sentada, al otro extremo de la mesa, charlando con su padre. Lucía relajada, o al menos eso intentaba. Tenía el cabello suelto, los rizos cayendo como siempre, con esa naturalidad que la hacía destacar aunque no lo buscara. Se reía de algo que Rob había dicho, y no pude evitar sonreír también, en silencio.
Me ubiqué en el lado opuesto, junto a su padre y frente a su madre. Aunque hubiera querido que la disposición fuera diferente, me arriesgaba a que Karen hiciera un escándalo, por lo que mantuve los lugares habituales.
—Derek, ¿cómo van tus cosas? —indagó Rob.
—Bien, he estado pensando en abrir mi propia clínica cuando termine la especialización —aproveché a decir esto antes de que Karen llegara, pues ella no tenía idea al respecto.
—¿Serás cirujano pediátrico, verdad? —preguntó Mary.
—¿Eso significa que quieres abrir una clínica con especialidad infantil? —resonó detrás de mí la voz chillona de Karen—. ¿Hasta cuándo pensabas decírmelo?
—Lo acabo de decidir.
—Qué conveniente.
Se hizo un silencio tenso mientras ella se acomodaba a mi lado.
—Mañana vendrá Ángela... —la madre de las chicas comenzó una nueva conversación mientras se servía la comida y, aunque no volvimos al tema, podía sentir la tensión en Karen, que me auguraba una larga pelea.
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Kristen
Karen, frente a mí, no dejaba de lanzarme miradas de odio, como si yo tuviera la culpa de las decisiones de Derek. Fingí indiferencia y me sumergí en las conversaciones triviales de los demás para que el almuerzo se me pasara más rápido, aunque cada vez que levantaba la mirada hacia mi hermana, se volvía un relentando eterno.
Al terminar por fin el almuerzo, mi madre me pidió que la acompañara a pasear al pueblo, por lo que tomamos un taxi y nos dirigimos hasta allí. Era un lugar muy pintoresco y limpio, totalmente diferente a las ciudades. Parecía sacado del tiempo, aunque había un pequeño café con el letrero de wifi y coworking. A pesar del ambiente antiguo, no carecía de comodidades actuales.
Entramos en aquel lugar y pedimos un té.
—Imagino que me trajiste hasta aquí porque pretendes hablar de mi decisión de mudarme a Europa, ¿no es así? —indagué sin dar vueltas, mientras esperábamos que nos sirvieran.
—Pues sí, eso esperaba.
—No cambiaré de opinión, mamá, y espero que comprendas que esta es una gran oportunidad para mí.
—Está bien, lo entiendo. Pero al menos me gustaría que me escucharas. No me lo perdonaría si no lo intento.
—De acuerdo, mamá.
—Sé que va a sonar egoísta lo que voy a decir… —no por nada mi hermana era como era—. Pero piensa que tu padre y yo ya no somos tan jóvenes. Si nos pasara algo... bueno, eres la única con quien podemos contar.
—Tienes dos hijas, por si no lo recuerdas.
—Karen no es la persona más empática del mundo y, si se mantuviera con Derek, no me preocuparía. Pero estoy segura de que lo de ellos no va a durar. Se desmorona a pasos agigantados. Ni sé cómo llegaron hasta aquí juntos.
—Yo menos.
—Bueno, pero la cuestión es que... ahora que Derek abrirá una clínica de tu especialidad...
—¡Madre! —exclamé al comprender el rumbo de sus pensamientos. Tomé el menú con nerviosismo y lo volví a colocar en la mesa—. ¿Acaso no sabes los celos enfermos que siente Karen cuando estoy cerca de Derek? Eso sería como terminar de tirar abajo cualquier atisbo de relación entre nosotras... sería meterme en la boca del lobo... es...
Me quedé sin palabras.
—Si ellos se separan ya no habrá problema.
—Claro que sí lo habrá, y uno enorme... ella me acusará de estar al acecho o algo peor...
—¿Por qué haría eso?
—Ay, mamá... todo es por... Te contaré, pero quiero que me prometas que quedará entre nosotras.
—Por supuesto, hija.
—¿Recuerdas el campamento? ¿Cuando terminamos la secundaria?
—Sí. Allí se puso de novia tu hermana con Derek.
—Cuando llegamos, ella me hizo un planteo, me acusó de que yo quería algo con Derek y me exigió que me mantuviera apartada. Nunca entendí por qué. Pero el caso es que Derek se pasó las dos semanas persiguiéndome. Fue muy difícil para mí hacer lo que ella me había pedido. ¿Recuerdas que de jóvenes él me gustaba? Mamá, incluso Derek me besó. Pero esa misma noche los encontré acostados juntos… en mi cabaña. Y después él me intentó buscar, pero me negué a hablarle. Ya luego se pusieron de novios y el resto lo sabes.