El novio de mi hermana

Capítulo 14

Kristen

Habían pasado casi tres días desde que trasladamos a papá al hospital donde Derek y yo trabajábamos, y aunque la espera había sido angustiante, finalmente recibió la orden para salir de la terapia intensiva y fue trasladado a una habitación común. No era el fin del camino, pero al menos podía dejar de pensar en la palabra “riesgo” con cada respiración. Los médicos nos habían dado varias opciones de tratamientos, al principio serían ambulatorios, pero en algún punto más adelante requeriría una intervención quirúrgica, que sin lugar a dudas, Derek realizaría.

Estaba sentada en uno de los sillones del pasillo, a la izquierda la puerta que lo separaba de nosotras, cuando Karen se sentó a mi lado sin decir palabra. Después de nuestra conversación, ya no hubo reproches, ni palabras incómodas, aunque algunas veces, como ahora el silencio se volvía tenso, pues realmente no teníamos temas de conversación, mi hermana y yo casi no nos conocíamos.

Por las ventanas, que se esparcían por todo el largo del corredor, frente a las puertas de las habitaciones, pude ver que, aunque quedaba algo de luminosidad el sol ya se había ocultado detrás de los altos edificios.

Suspiré con cansancio, Karen y yo nos turnamos con mamá para cuidar a papá y para no dejarla sola a ella. No hicimos ningún acuerdo formal. No hubo listas ni horarios. Solo nos mirábamos y sabíamos que teníamos que estar ahí. Tal como harían dos hermanas gemelas normales. En esto me beneficiaba haber dejado mi trabajo principal, pues tenía mucho tiempo libre, pero debía pronto buscar algo nuevo, porque aunque tenía ahorros no durarían eternamente.

Por otra parte, estaba Derek, aunque ya tanto él como mi hermana me habían informado de su actual situación, yo no podía ni quería verme envuelta en ninguna conversación con él, después de sus confesiones y el estado de papá, mi estado emocional estaba al borde del colapso.

— ¿Vienes de la consulta? — indagó Karen de repente, girándose hacia mí y observando mi atuendo, puesto que llevaba la chaquetilla que utilizaba para el trabajo.

— Sí — asentí, emitiendo un suspiro que denotaba un cansancio del que no me había percatado hasta ese momento.

— ¿Has visto a Derek? Él tenía consulta también.

No pude evitar sentir que ella todavía no soltaba su relación con Derek.

— No — mentí, aunque sí lo había visto en algún momento en que ambos salimos al mismo tiempo de nuestros consultorios, para recibir a algún paciente, no se podía decir que eso fuera el "verlo" al cual mi hermana se refería.

— ¿Y hasta cuando lo evitaras? — preguntó suspicaz.

— Muchos de mis pacientes de la clínica privada, ahora vienen al hospital, por lo que no me da el tiempo para socializar.

— No es solo eso, cada vez que sabes que vendrá a ver a papá, pones una excusa para irte.

— Karen... ¿De verdad quieres hacer la celestina ahora? No creo que sea un buen momento, ni nuestra relación es tan buena para eso.

— Creía que teníamos una tregua.

¿En qué mundo después de lo que había pasado entre nosotras podríamos amistarnos de un día para otro?

— Una tregua es una cosa y dejar que te metas en mi vida es otra — respondí sin saber de donde saqué tanta entereza.

— Bien, pues has como quieras, dile a mamá que quería saludarla, pero ya no tengo tiempo.

Ella se retiró de manera teatral, como siempre y yo respiré unos minutos antes de decidirme a entrar en la habitación, en eso Karen tenía razón, ya era tarde, pronto terminaría el horario de visita y mamá aún no salía.

La realidad era que aunque tuviéramos una tregua, mi tolerancia estaba en su peor punto, toda la situación me desbordaba, era como si todo lo que había sucedido el fin de semana hubiera roto todas mis barreras, y solo quería pelear y desahogarme por todos los años que había pasado aguantando.

Mamá estaba sentada junto a la cama, y mientras ella leía un libro, papá realizaba palabras cruzadas, se le veía mucho mejor de semblante; no obstante, me molestaba verlo con la bata del hospital y el suero. Ellos no hablaban, pero era evidente que deseaban estar juntos el mayor tiempo posible, y no los culpaba, si tuviera yo un matrimonio como el de ellos actuaría igual.

— ¿Cómo estás hija? ¿Mucho trabajo? — preguntó él.

— Bastante — sonreí y luego me dirigí a mi madre. — Mami, ¿quieres ir a descansar? Yo ya estoy libre y puedo quedarme.

Ella miró a papá con mucha ternura.

— Ve, mi amor — le dijo él. — En la mañana regresas, sabes que pronto me pondrán a dormir.

— Bien, estaré aquí a primera hora.

Ellos se besaron, luego mamá me abrazó y se marchó.

— ¿Cómo van tus cosas, Kris?

— Bien, pensando en qué haré ahora que he renunciado a la clínica, y no viajaré — comenté ocupando el lugar que mi madre había dejado.

— ¿Estás triste por eso?

— No, pienso que las cosas suceden por algo.

— ¿Y no crees que ese algo podría ser trabajar junto a Derek?

— Ay, papá...

— Se que no se llevan tan bien, pero...

— Derek y yo no nos llevamos mal, papá. Son otras las cosas que nos separan.

— ¿Y no podrías hacerlas a un lado?

— Ay, papi... — la esperanza en los ojos de mi padre me oprimía el corazón, algunas veces pensaba que él lo sabía todo, pero eso no podía ser así.

— A menos prométeme que lo pensarás.

En ese momento entró, Mary, una de las enfermeras más antiguas del hospital.

— Ya es hora de dormir — anunció con una sonrisa.

— Bien, yo aún debo pasar por el consultorio a buscar mis cosas — comenté poniéndome de pie y respondiendo también con una sonrisa.

Me acerqué a besar a papá en su mejilla.

— Promete que lo pensarás — insistió.

— Lo prometo, papi. Lo pensaré — acepté y salí hacia el pasillo solo para encontrarme de frente con Derek.




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