Derek
Dejé pasar unos días antes de atreverme a hablar con Kristen, aunque me moría de ganas de acercarme la situación requería prudencia, y además no deseaba parecer un acosador ni un narcisista. Me entusiasmaba el hecho de que ella considerara trabajar conmigo, por lo que, antes de buscar inversores decidí comprobar mi crédito bancario.
Esperaba que, si el crédito era bueno, pudiera comenzar la clínica sin la necesidad de asociarme con nadie, pero era una empresa demasiado grande, aunque tal vez podría comenzar algo pequeño y después ir mejorando las instalaciones...
El crédito no era tan bueno, pero junto a mis ahorros, me podía servir, por lo que le envié un mensaje para invitarla a conversar al respecto y exponerle una nueva propuesta. Aunque la invité a tomar un café, ella se negó aduciendo que no deseaba que su hermana fuera a vernos juntos y que imaginara cosas, por lo que prefirió visitarme en mi consultorio en un momento en que ambos estábamos sin pacientes.
Kristen cruzó mi puerta como a las cinco de la tarde. Llevaba sus rizos rubios sostenidos en lo alto de la cabeza con un bolígrafo y su silueta estaba envuelta en la chaqueta de médico de una manera muy delicada, ella me sonrió al saludarme y tuve la sensación de que el tiempo no había pasado, pero su mirada dura me trajo a la realidad.
— Bien, ¿qué era lo que querías hablar conmigo? — preguntó directamente.
— Siéntate por favor. — Ella se ubicó en la silla delante de mi escritorio. — He estado reevaluando las posibilidades de la clínica que quiero abrir.
— ¿Sí?
— Sí, ya he hablado con el banco al respecto, podría tomar un crédito y comenzar a trabajar ccon la parte de las consultas, en la medida que vaya avanzando podría ir agregando laboratorio, imágenes y como última etapa el quirófano. Sin necesidad de socios. Me llevaría más tiempo, claro, pero podría iniciar en uno o dos meses si todo va bien.
— ¿En verdad? Parece interesante.
— Espero que sí — acepté con una sonrisa. — La inversión inicial sería para el edificio y la infraestructura básica y, una vez que esté en funcionamiento, ampliar mientras pago el crédito.
— Creo que es algo arriesgado.
— Si logro pagar el crédito con las ganancias ya sería suficiente para el comienzo. Debería buscar el lugar adecuado, y darle la promoción necesaria.
— Me gustaría ayudarte a buscar el lugar, si no te molesta.
— No, no, me encantaría, tu ayuda es más que bienvenida, de no ser así, no te habría ofrecido que fuéramos socios.
— Yo... te estoy agradecida...
Ella parecía sorprendida y alegre, aunque de manera contenida, quizá todo esto era demasiado abrumador para ella luego de tantos años de tratarnos con distancia. Nos quedamos unos minutos en silencio, estudiándonos el uno al otro.
— Siempre me he preguntado cómo logras que ese boli se mantenga allí arriba — cuestioné señalando su cabello con un movimiento de mi cabeza, ante lo que ella se llevó la mano instintivamente al cabello torzado sobre su coronilla.
— Pues... quizá no lo sepas nunca o tal vez te enseñe si te dejas crecer el cabello — ella también me sonreía y esta vez, sus ojos brillaban. — Veré propiedades y... — ella se puso de pie de un salto, con nerviosismo. — Te pasaré lo que encuentre que me parezca interesante, ahora debo irme.
— Claro, gracias — también me incorporé mientras ella avanzaba hacia la puerta de espaldas, incluso parecía haberse sonrojado.
— Nos vemos luego — dijo antes de desaparecer tras la puerta.
***
Kristen
Salí del consultorio de Derek con el corazón palpitando a mil, aunque al principio la conversación sobre la nueva clínica fue relajada, en el momento en que el habló sobre mi cabello y su mirada penetrante se quedó prendida a mis pupilas, no pude evitar sentir un millar de mariposas revoloteando en mi bajo vientre.
Me apresuré a retirarme para evitar cualquier tipo de acercamiento, no podía permitir que nada sucediera entre nosotros si quería que el trabajo en común funcionara.
Me dirigí a ver a mi padre y allí me encontré con Karen, y mamá que tomaban café en el corredor.
— ¿Cómo está papá? — indagué al llegar junto a ellas.
— Bien, ahora le están haciendo un electrocardiograma de control y aprovechamos a conversar un poco.
— ¿Sí?
— Sí. De tu futura relación con Derek — dijo mi hermana haciendo subir el calor a mi rostro.
— Karen — la reprendió mamá.
— Me refiero a su relación laboral — quiso justificarse pero había burla en sus ojos.
— Sí... bueno... faltan algunos meses, quizá consiga consulta en otro lugar, aún no se sabe lo que pasará — admití aferrándome a su pobre intento de explicación.
— Karen me contó que ella y Derek ya no están juntos y sus motivos — mamá me miró como si yo tuviera que entender de qué se trataba.
Yo mantuve silencio sin saber qué decir. Porque ¿qué podía decir? ¿Felicidades? O ¿lo lamento mucho? O quizá ¿eran las crónicas de una muerte anunciada?
— Así no tendrás motivos para no trabajar con Derek — añadió Karen.
— Entonces, ¿te estás sacrificando por mí? — cuestioné con sorna.
— Kristen.
— No es ningún sacrificio, sacrificio era mantener una relación que nos hacía infelices. Siempre he sabido que estaban enamorados.
— Nosotros no estábamos enamorados, Karen. Entre él y yo jamás hubo nada fuera de un beso que me robó en el campamento.
— ¿Niegas que lo has amado desde niña?
Aunque nuestras voces eran susurradas parecía que cortaban con filo de bisturí.
— Karen... — comencé a decir exasperada. — Yo, siendo niña, tenía una ilusión hacia Derek. De adolescente, nos distanciamos, él pasó a ser el chico atractivo y atleta y yo la nerd. Luego pasó lo del campamento y se quedó contigo. Eso es todo, no hubo amor entre nosotros porque ni nos conocíamos. Al día de hoy, ni nos conocemos, ¡por el amor de Dios!