Una hermosa joven de aproximadamente 22 años paseaba tranquila por el malecón, disfrutando ver las olas golpeando sin piedad, una y otra vez, las rocas que se sostenían las columnas del muelle. En su mente sólo estaban los recuerdos del hombre que le mostró por primera vez el amor, y a quién le entregó su inocencia para convertirse en mujer, el hombre que dentro de muy poco la separaría de su familia. Su padre jamás lo aceptaría, era 30 años mayor que ella, y aunque su madre la apoyaba, no sabía cómo decírselo a su progenitor. Ella era su niña, la luz de sus ojos, y quería para ella un hombre joven que la tratara con respeto, y la amara como él amaba a su madre. A los lejos se escuchó una voz que gritaba su nombre, era la voz de su hermano menor Juan Manuel que la llamaba para regresar a casa. Se acercó a él y dijo:
—Tengo algo que serio que decirte.
—¡Vas a sacar el préstamo para comprarme el coche! –dijo Juan Manuel emocionado.
—¡Claro que no! Ya te explique que si no sale a mi nombre, no se puede.
—Entonces, ¿qué puede ser más importante? –dijo en tono burlón.
—Estoy hablando de algo serio –dijo llena de rabia. Desde hace un año estoy saliendo con un hombre, y me pidió que me fuera con él a Europa por una semana.
—¡¿Estás demente?! Seguro que está casado y te quiere como su amante, ¿te acostaste con ese desgraciado?
—¡No está casado! Ni siquiera tiene hijos.
—¿Y cómo lo sabes?
—¡Por qué lo sé! Ya no hagas preguntas estúpidas Juan Manuel.
—Sabes bien que papá no te va a dejar ir con él, y si vas a ese viaje, de seguro no te dejará entrar de nuevo a la casa, ¿en qué pensabas María Antonieta de las Nieves?
—Nos enamoramos, si, nos amamos muchísimo, pero ese no es el problema.
—No está casado, no tiene hijos, y te lleva de entretenimiento a Europa sin casarse, no puedo imaginar que puede ser peor que eso.
—Tiene 30 años más que yo.
—¡¿Qué?! Tiene la misma edad que papá. Mínimo te deshereda. ¿Realmente estás enamorada? ¿No serás sólo un capricho para ese hombre?
—Estoy locamente enamorada de él y él de mí.
—¿En qué momento te ves con él? Nadie te visto en las calles besuqueándote con un anciano y venido con el chisme.
—He tenido suerte –dijo nerviosa. Te estoy contando esto para que me ayudes.
—¿A ser tu cabrón? Yo si quiero mi herencia, no mames.
—¿Qué te pasa? Lo que quiero es que prepares a papá para la noticia.
—¿Cuál de las dos? Que papá tendrá compañero para cuando le cambies los pañales a tu novio, o que te vas para Europa como entretenimiento de un hombre.
—Eres un estúpido y un anormal. Sobre la edad, sobre que más. El viaje a Europa no tiene por qué enterarse.
—¿Cómo qué no? Te vas una semana de la casa, ¿qué le dirás?
—Ya inventaré algo. Por ahora, trata de hablarle de ese tema sin decir que se trata de mi novio.
—De verdad se te zafó un tornillo. Ese tipo está muy viejo para tener hijos, ¿qué le dirás a mamá?
—Ella ya lo sabe, y me dio su bendición.
—A la verga hermana, la contagiaste y se metió a loca también.
—¿Me vas a ayudar o no?
Juan Manuel asintió con la cabeza y entraron a la casa. Ella estaba asustada, amaba mucho a su padre y no quería ser la causante de un disgusto, pero amaba demasiado a ese hombre, él era sublime, el mejor, era imposible que ella fuera tan solo un capricho.