Alan
No es necesario decir que opinaron mis padres al respecto, realmente hicieron parecer que habrían preferido que hubiera traicionado a Alaia, a lo que ocurrió realmente. Sus palabras fueron claras, podía romper mi relación con ellas, o irme de casa el día exacto en que cumpliera 18.
Intenté comunicarme con Alaia sin éxito, por otro lado, Lucero me dijo que entre los tres encontraríamos una solución. Al día siguiente, en el colegio, me enteré la razón de que Alaia no me respondiera, le habían quitado su celular como castigo. Le dijeron que no se lo devolverían si no terminaba con esta relación pecaminosa, y eso era solo una pequeña parte del largo y detallado castigo que le impusieron.
—¿Qué tan mal está la situación? —nos preguntó, estábamos en una videollamada.
—Es fácil, ambos nos quedaremos sin vida si esto continúa —explicó Lucero—, pero yo al menos, no pienso romper esto.
—Chicos, tal vez acabar con esto, aunque sea solo por un tiempo sería mejor… —quiso buscar opciones Alaia.
—Yo coincido con Lucero —expresé—. Esto es nuestra vida, no pueden forzarnos a vivirla a su modo, y peor después de como hablaron de ustedes.
—¿No voy a poderles hacer cambiar de opinión verdad? —cuestionó y ambos negamos— Bueno, entonces, la única alternativa es que empecemos a reunir dinero, pues mantenernos por nuestra cuenta no es nada barato.
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Alaia
Ellos sonrieron ante mis palabras, pero la verdad no sería fácil. Los padres de Lucero no la dejarían irse por las buenas, y eso significaba que no podíamos quedarnos acá, eso haría que mi madre quedara en problemas, debíamos irnos a otro lugar que si ellos intentaban algo no hubiera terceros involucrados.
Me puse a observar mi habitación, no era algo especialmente lujoso, las paredes no estaban pintadas y había una gotera que a veces se activaba cuándo llovía muy fuerte, pero nada significativo. Tenía un ropero pequeño, que tenía desde que tenía memoria y mi cama también la tenía desde mi niñez, un pequeño escritorio que mi madre había conseguido para que pudiera hacer mis tareas en mi cuarto.
—Extrañaré esta habitación —pensé en voz alta, no era como si alguna vez hubiera dudado aquello.
Salí de mi habitación, cuándo mi madre estuviera en casa le explicaría la situación, obviamente no era algo que fuéramos a hacer esa misma tarde pero igual, era mejor decírselo. Así me podría guiar en ver que cosas eran necesarias.
Un mes después, Alaia, Alan y yo apenas nos habíamos hablado, limitando nuestras conversaciones para evitar que sus padres sospecharan que pasaba. Finalmente salía bachiller, mi madre se veía orgullosa de mi. Pero sabía que la calma no duraría tanto así que me dediqué a disfrutar De la noche, sabiendo que pronto debería seguir el plan.