El Novio Perfecto

Capitulo XI: Desastre De Cafetería

Apenas era martes y ya no quería ir a la escuela, toda la noche se había repetido una y otra vez el horrible "escenario" de ayer en mi cabeza como si fuera una película, aquellas risas resonaban en mi cabeza y penetraban hasta lo más profundo de mi ser, no pude dormir casi nada, la ansiedad había atacado toda la noche, tanto que anoche me comí casi una bolsa entera de galletas Oreo y casi media bolsa de Doritos sentía que iba a vomitar todo lo de anoche pero tenía que verme decida y como que me daba igual lo que pasó ayer porque yo soy una mujer fuerte y empoderada o algo así.

Aunque tampoco deje de pensar en ayer, estoy segura que Aaron me iba a besar, no podía negar que no tenía curiosidad de saber cómo besaba y que él ayer estuvo apunto de hacerlo me hacía sentir en una nube, mi padre siempre habla de segundas oportunidades en la vida ¿Y si Aaron era la mía? No solo tendría una corona gracias a esto, si no también a un novio que realmente se preocupa por mi pero quizás me estoy yendo muy arriba, no se lo que él siente por mí y no quiero llevarme otra decepción amarosa.

¡JULIETA! BAJA A DESAYUNAR. — Grito mi madres desde abajo.

Tome mi mochila sin muchas ganas y salí de mi cuarto, si no terminaba vomitando en la escuela sería un milagro, llegué al comedor principal y mamá estaba comiendo un poco de fruta picada con su típico café amargo, me senté dónde había un poco de fruta pero no quería nada, hasta sentía asco.

— Julieta come por favor, no quiero que volvamos a aquel problema. — Si muchas ganas tome un pedazo de manzana.

— Solo que no tengo mucha hambre, no es aquel problema. — Dije rodando los ojos.

— Está bien, pero al menos toma un poco de leche con chocolate. — Mamá se levanto de si asiento y me dió una pequeña caja típica de leche, me servi un poco y me lo tomé de un trago.

— Gracias, me voy, hasta luego. — Dije rápidamente y salí del comedor sin que mi madre dijera mucho.

Salí de casa y me senté en las escaleras de la entrada a esperar a Aaron, después de unos cinco minutos apareció ahí con su auto rojo y como todas las mañanas se bajó a abrirme la puerta, corrí hacia él con una gran sonrisa.

— ¡Hola! — Exclamó bastante emocionada y él se aclara la garganta.

— Buenos días. — Dijo bastante serio, subí al auto un poco extrañada y él solo cerro la puerta y volvió a su asiento.

— Gracias por venir ayer a casa, me ayudó a sentirme mejor. — Me puse el cinturón, él bajo la mirada nervioso y suspiro.

— De eso quería hablar, lamento lo que ocurrió ayer, no se que me pasó y quiero que sepas que jamás te faltaría el respeto de esa manera, no volverá a suceder, lo prometo. — Dijo bastante frío y no despegó su mirada del camino.

— ¡Oh! Pero... — Él me volvió a interrumpir.

— No te preocupes, ambos estamos concientes de que esto es una farsa y solo somos amigos, no hay mucho más que eso y además yo estoy... — Tomó una pausa y siguió hablando. — Estoy enamorado de Jessica, no hay más y por eso seguimos aquí con esto. — Claro, él está enamorado de Jessica.

Entiendo, no te preocupes.

El resto del camino ninguno de los dos dijo algo en lo absoluto, claro, yo tenía que recordar la razón por la que él estaba aquí con esta farsa y era porque él quería recuperarla, no había nada más que eso, al llegar a la escuela, él bajo para abrirme la puerta.

— Tengo que ir a la biblioteca, nos vemos luego. — Rápidamente se despidió de mí y salió corriendo como si huyera de mi.

Rápidamente note como todas las miradas se posaban en mí pero decidí ignorar las, me enderece y con mis lindos tacones rosa empecé a caminar hacia la entrada, al llegar veo a Zoe tomando un jugo al lado de unas chicas de su equipo.

— Hola, Zozo. — Ambas nos saludamos de beso.

— ¡Ay! Me alegro tanto de verte. — Sonrió Zoe.

Antes de entrar a clases tuvimos una pequeña charla pero aún todas las miradas se posaban en mí, ¿Qué esperaban? ¿Qué llore? Algunas pequeñas risas al verme no las podían ocultar pero yo solo los miraba de mala gana y pasaba de largo, no me iba a concentrar en ello.

El resto de la mañana paso bastante "normal" en lo que se podía decir, unos halagos a unas chicas aquí, unas miradas coquetas a otros chicos y todo volvería a la normalidad pero aún así no había visto a Aaron en toda la mañana, tal vez le pasaba algo pero tampoco es como que tengamos la suficiente confianza como para hablar de temas personales o familiares en todo caso, como instinto toque el dije de "R" que llevaba en mi collar y lo apreté, como si fuera a huir de algún lugar.

— Muero de hambre. — Dijo Samanta mientras guardabamos nuestras cosas para ir al almuerzo.

— Espero que hoy haya ensalada, no quiero almorzar la gran cosa. — Contesté de mala gana.

— Me adelanto, tengo que hacer algo antes. — Dijo Samanta mientras veía su teléfono.

— Claro, ve. — Salió del salón un poco apresurada.

Salí del aula con unos libros en mano, antes de llegar a la cafetería pase por mi casillero pero antes de llegar a almorzar alguien me arrastró del brazo al cuarto de conserje y por ese característico perfume sabia perfectamente quien era.

— ¿Qué tal, guapa? — Cuestionó Beckett con una sonrisa traviesa.

— ¿Por qué haces esto? Me vas amatar de un susto ¿No puedes acercarte como una persona normal? — Pregunté histérica y él solo río.

— Porque me ibas a mandar a la mierda, como siempre.

— Y bien que te lo mereces, no te soporto. — Dije asqueada y él se acercó.

— Solo quería saber cómo estás. — Me miró de arriba a abajo con una mirada de lujuria.

— Mejor pero si me dejaras salir sería maravilloso. — Sonreí falsamente.

— Estaba pensando. — Aparto un mechón de mi rostro y sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. — ¿Por qué no salimos tú y yo alguna vez? — Cuestionó con un brillo en sus ojos y me carcajee en su cara.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.