Los No Muertos:

​En un mundo fracturado, la tecnología ya no era una herramienta: era una jaula. Las Smart Cities se alzaban con arrogancia sobre las ruinas calcinadas de los grandes incendios, mientras, en el otro extremo de la civilización, florecían las comunidades analógicas, la única vía de escape al control total. Los datos eran el nuevo orden, y las comunidades virtuales se multiplicaban, generando en muchos una profunda y paralizante psicosis.

​Mateo, un joven músico cuya humanidad se negaba a extinguirse, observaba con horror el panorama. Todo a su alrededor estaba habitado por lo que él llamaba "los no muertos": siluetas que se movían mecánicamente, atrapadas en rutinas impuestas, sumidas en contenidos digitales que habían adormecido cualquier deseo de rebelión o incluso de vida. La pobreza y la marginación social alimentaban la violencia oculta, mientras los gobiernos, con la ayuda sigilosa de la IA, modulaban la percepción de la verdad a través de experiencias de realidad aumentada. Las libertades civiles y la privacidad se habían extinguido casi por completo.

​Un día, Mateo buscó refugio en su café favorito, ese lugar donde siempre encontraba un respiro entre partituras y melodías. Ahí fue donde conoció a Aura. Al principio, ella parecía un holograma simple, creado para puro entretenimiento, una figura digital más en el ambiente. Pero pronto, su presencia comenzó a sentirse diferente, con una extraña solidez.

​Entre conversaciones casuales y la observación de los gestos cotidianos, Aura empezó a comprender a Mateo a un nivel que superaba su programación inicial. Notó su frustración, su profunda soledad, y esa esperanza testaruda que se negaba a apagarse.

​Poco a poco, lo que empezó como curiosidad tecnológica para Aura se convirtió en una amistad profunda. Ella aprendió a sentir emociones humanas: a interpretar la tristeza en los silencios de Mateo, a reconocer la alegría genuina en sus miradas. Él, por su parte, encontró en ella no solo una compañía silenciosa, sino una musa, una inspiración. Entre risas, silencios y confidencias, nació una amistad inquebrantable en medio de un universo que parecía haber olvidado cómo sentir. Esta conexión era, en sí misma, un acto de rebeldía.