El Nuevo Amor De La Humanidad (los Últimos Humanos Puros)

?Luces en la oscuridad: ?

💾 Capítulo 4: Luces en la oscuridad
Los insurgentes digitales, o “neutros” como también se les llamaba, se reunían en cafés clandestinos. Leían libros y debatían sobre filosofía, algunos temas olvidados hace décadas. Eran los que luchaban por mantener su humanidad intacta, arriesgando sus vidas y marginados por las élites que gobernaban.
Aura ya se había adentrado en la Smart City, algo que ella conocía bien. Su misión no era enfrentarse, sino buscar información y recursos. La farmacia era su objetivo. Mientras tanto, Kael y Vera esperaban en un viejo café a las afueras, donde las paredes mostraban grafitis que proclamaban “zona libre de implantes”. Las luces iluminaban tenuemente la ciudad, pero la periferia estaba rodeada de sombras y miedo: si el virus de la neumonía se esparcía, todos corrían un gran riesgo. Algo tan sencillo que, para los ricos ya no existía gracias a su inmortalidad y tecnología avanzada, para los demás era cuestión de vida o muerte.
En la casa de Zeta, Aitor permanecía junto a Eunice. El olor a vinagre y alcanfor llenaba la habitación, mezclado con alcohol usado solo para limpiar y dar frescor. Para controlar la fiebre, aplicaba compresas frías de vinagre sobre la frente y las muñecas, vigilando con atención su respiración y temperatura. Cada tos de Eunice aumentaba su preocupación; la falta de tecnología avanzada lo hacía sentir frustrado. Sabía que cada minuto contaba para mantenerla estable.
Mientras tanto, Aura se movía con sigilo por la Smart City, evitando ser detectada. Sabía que cualquier error podía hacerla desaparecer, pero su misión era clara: encontrar información y contactos que pudieran ayudar a la comunidad. Gracias a Elián, los insurgentes digitales estaban al tanto de su presencia y podían apoyarla desde la distancia, aunque no podían acompañarla directamente.
Zeta, desde la casa, observaba a su hijo de seis años jugar con su mascota en la habitación contigua. Sus pensamientos se cruzaban: si algo fallaba, si Aura o los insurgentes no regresaban con información valiosa, ¿cómo protegería a Masha y a Elián? La tensión era un código de error en su sistema. Aitor, por su parte, seguía luchando por mantener estable a Eunice, concentrado más en su salud que en la misión.
Aura finalmente se reunió con Kael y Vera. Los insurgentes digitales, aunque nerviosos, confirmaron que podían ayudarla a obtener los datos necesarios y prepararse para futuras acciones. La conversación fue breve, pero intensa: Aura debía actuar sola, y Kael se mostró inquieto ante la idea, mientras Vera comprendía la necesidad. Cada palabra, cada decisión, llevaba consigo el peso de la vida de toda la comunidad.
El tiempo corría, y la noche envolvía la ciudad. La tensión era palpable: cada acción de Aura, cada esfuerzo de Aitor, cada pensamiento de Zeta sobre su familia, estaba cargado de incertidumbre y riesgo.




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