Seis días y siete lunas han pasado desde que salí de los bosques de Everain. No me he detenido en ningún momento desde entonces, he caminado y caminado sin parar siguiendo carreteras y a través de las calles más oscuras que pudiera encontrar. He presenciado el amanecer y el atardecer cada día sin falta. No he dormido, no estoy cansado, no me he quedado sin aliento y no he tenido hambre ni una sola vez.
He hecho como Muerte me indicó, cada día he intentado ordenar a Einar que viniera ante mí al menos cuatro veces, y en ninguna ocasión he tenido éxito… No sé qué estoy haciendo mal, ni si lo estoy haciendo. No sé si Einar está bien o no, sólo puedo asumir que lo está basándome en que Muerte me dijo cómo encontrarlo. La verdad es que cada día que pasa mi preocupación por él no hace más que crecer, también la preocupación por mí mismo.
Soy un peligro andante, de eso no hay duda. Vivo en constante miedo de encontrarme con otras personas. Desconozco los límites de mi poder actual, no sé cómo manejarlo, no sé cómo activarlo, no sé cómo hacer nada. De vez en cuando puedo de la nada hacer crecer una planta, o incluso he llegado a romper una piedra bastante grande por la mitad sólo tropezando con ella. Me aterran mis propias manos. Tengo que aprender a controlarlo, tengo que aprender, es una suerte que no hay causado una catástrofe más grande más allá de derribar un árbol por accidente en el medio de una carretera una vez, pero no sé cómo. Muerte no está dispuesto a hacerlo, pude percibir eso en nuestro último encuentro. Las habilidades de Einar son diferentes a las mías, dudo que él pueda enseñarme mucho si es que puedo encontrarlo. Luna y Sol a estas alturas dudo que sigan con Einar, deben de haber huido ni bien Muerte se fue conmigo la última vez que los vi a los tres.
No sé cómo controlar mi habilidad. No sé cómo encontrar a Einar y cada día que pasa me preocupo más y más. No sé cómo estará Einar ahora mismo, pero tengo que cumplir con lo que Muerte me ha encomendado si no quiero que él pague las consecuencias. Y en todo este tiempo, no he visto a Kot ni una sola vez, no lo he percibido ni lo he visto. Ni siquiera sé en dónde estoy ni a dónde estoy yendo, sólo continúo moviéndome hacia el Sur, lejos de Everain mientras intento no ser visto por nadie y mantenerme oculto, pero no puedo hacer esto por siempre. Tengo que organizarme, ponerme en orden. Tengo que empezar a actuar… Pero todo es tan confuso que el solo pensamiento de intentarlo hace que me sienta abrumado.
No sé qué hora es, pero mi séptima luna desde que dejé Everain está en el cielo y su luz ilumina el camino entre los árboles mientras sigo el camino de una carretera concurrida. No puedo evitar sentir que ya he estado por aquí, quizás se deba a que Einar y yo ya hemos viajado por esta carretera antes, pero no lo recuerdo con certeza y no tengo forma de saberlo. El ocasional ruido de los autos al pasar a toda velocidad es lo único que puedo escuchar aparte del sonido de mis propios pasos sobre las hojas secas de otoño. He intentado convocar a Einar seis veces hoy, pero en cuanto mis ojos repararon en un pequeño espacio entre dos pinos no lo pensé mucho antes de acercarme, tomar asiento en el suelo entre ellos y cerrar los ojos para intentarlo otra vez.
Me concentré en el ritmo calmado de mi respiración y aislé cualquier otro sonido que pudiera haber alrededor. Puedo percibir cerca de mí el ritmo de pequeños corazones; ardillas, pájaros, he aprendido a distinguirlos de los humanos, cuyos latidos son más fuertes y distintivos. No hay nadie a mi alrededor, estoy completamente solo. Puedo escuchar el viento corriendo a través de las copas de los árboles más altos.
Mis ojos no tardaron en comenzar a desprender un brillo dorado en cuanto volví a abrirlos.
— Fuego, te ordeno que vengas ante mí.
Esperé, con el corazón acelerado y el ansia a flor de piel.
Nada sucedió.
— Fuego, te ordeno que vengas ante mí. Obedece.
Una ráfaga de viento me revolvió el cabello con fuerza y me obligó a cerrar los ojos otra vez. Recargué la espalda en el tronco de uno de los pinos a mi lado. Cuando volví a abrir los ojos, estos ya habían vuelto a la normalidad y todo a mí alrededor estaba igual que antes. No hay una sola presencia humana en este bosque. Einar, otra vez, no me responde.
¿Y si realmente algo le sucedió y Muerte no me lo ha dicho?¿Y si él mismo le ha hecho algo? Obviamente no me lo dirá si ese es el caso. Lo más probable es que esté haciendo algo mal, algo de todo lo que estoy haciendo no está funcionando como debería. Desde que desperté, lo único que he hecho a consciencia siendo un Dios ha sido romper algunas cadenas y revivir una planta, todo lo demás fue accidental, e incluso esas dos cosas fueron accidentes, cosas que hice sin pensar demasiado en lo que hacía. No hay una sola cosa que haya hecho a plena consciencia y que haya salido bien. ¿Y si esto es igual?¿Y si estoy haciendo algo mal? Pero, la pregunta real es qué estoy haciendo mal, en dónde estoy fallando.
No intentaré invocar a Muerte, no lo haré. Y aunque quisiera hacerlo, no sé cómo.
Basándome en mi pobre experiencia haciendo cosas con mi divinidad a consciencia, todo lo que debo hacer es creer en mí mismo, convencerme de que sucederá, y tener en mente de forma clara qué quiero conseguir. Cuando rompí las cadenas, creí en mí mismo y lo único en mi cabeza era que debía liberarme y salir de ese lugar. Cuando reviví la planta, no dudé de mí mismo en ningún momento, simplemente levanté la mano y lo hice. Y eso es precisamente lo que Muerte me ha dicho que haga, me dijo que me concentre, que no dude ni por un segundo de mis intenciones ni de mi habilidad. Y aunque no lo he hecho en todo este tiempo, es imposible no comenzar a hacerlo viendo que no he conseguido nada. Mis ojos brillan, mi voz cambia y realmente siento que estoy haciéndolo bien, pero entonces miro a mi alrededor y él no está conmigo. Einar no me ignoraría, así que estoy haciendo algo mal o algo malo le sucedió a él.