Presencié la salida del amanecer sentado en un pequeño claro entre los árboles. Los pájaros comenzaron a cantar con los primeros rayos de luz solar, todo el paisaje a mi alrededor cobró vida y el escenario cambió por completo. Una brisa fresca me revolvió el pelo con ligereza y movió las ramas y la maleza a mi alrededor con suavidad. Hice crecer casi un ecosistema entero durante la noche.
Ya han pasado casi dos semanas desde que dejé Everain. Por días me limité a caminar y caminar, asustado de mí mismo, intentando evitar causar un desastre… Pero estaba tan cerca de los humanos que fue inevitable. Ya perdí, incluso, la costumbre de incluirme entre ellos por completo por inercia. Me es imposible hacerlo luego de lo que hice, luego de haber perdido el control y casi haber matado a una familia entera por accidente como consecuencia de mi inexperiencia.
Todavía no he podido reunirme con Einar otra vez. No he sabido nada de él desde que le vi en ese claro y Sol me arrastró lejos de su cuerpo. Lo he intentado cada día, cada hora, cada instante. He gritado, he rogado y he vuelto a intentarlo y nada ha cambiado. Perdí el control hace cuatro noches, debí haber hecho algo en cuanto mis ojos comenzaron a brillar y todo a mi alrededor se convirtió en un remolino de fuego dorado y brillante, pero estaba tan exhausto y tan desesperado que me limité a encogerme sobre mí mismo mientras desahogaba mis frustraciones entre llanto y gritos… Estaba muy cerca de la carretera, incendié todos los árboles a mi alrededor, el fuego se propagó tan rápido que apenas pude procesar lo que sucedía en cuanto uno de esos árboles cayó en medio del camino, casi aplastando un auto por completo. Una familia con niños pequeños viajaba en ese auto. Cinco segundos más y su sangre estaría en mis manos.
Nunca dejé de intentar llamar a Einar, pero procuré controlar mejor mis emociones. También comencé a intentar utilizar mi habilidad, para comprenderla mejor y tener una mejor noción de mis límites. En cuanto vi el árbol tirado en la carretera, todo a mi alrededor se detuvo y el fuego se extinguió por completo. Mis ojos todavía estaban desprendiendo un brillo dorado cuando un hombre salió del auto y me vio encogido en el suelo en medio de las cenizas. Me limité a ponerme de pie y salir corriendo, nadie me siguió.
Procuré mantenerme lo más alejado de las personas o criaturas cuanto me fue posible, me he internado en medio de la espesura y la protección de los árboles y los terrenos vacíos cerca de las carreteras, pero mantenerse alejado de la civilización es difícil, y siento que estoy corriendo en círculos sobre mí mismo con cada día que pasa. No he tenido muchos avances en cuanto a controlar mi divinidad se refiere, pero llegué a la conclusión de que mis esfuerzos por contactar a Einar son en vano, aunque no porque esté haciendo algo mal. No dejaré de intentarlo, pero aunque quiera incendiar el mundo entero ante el solo pensar en ello, no puedo evitar pensar que algo le sucedió. No quiero llevar esa línea de pensamiento mucho más allá.
Puedo matar y revivir plantas como me plazca, pero no me he animado a intentar hacer algo más que eso, al menos no hasta el día de hoy.
El sol terminó de alinearse en el cielo y su luz alcanzó mi rostro. Rompí por la mitad la rama seca entre mis dedos con la cual jugaba de forma distraída y separé mi espalda del tronco sobre el cual he estado apoyado durante toda la noche. No sé en dónde estoy exactamente, pero me cansé de dar vueltas en círculos. Intentaré transportarme.
Me puse de pie con lentitud y abandoné el pequeño claro con pasos desganados. El resto del lugar podría ser perfectamente parte de una postal otoñal, a diferencia de el pequeño espacio que me rodeaba hace algunos segundos. Hice crecer todas las plantas y árboles hasta que me convencí a mí mismo de que era primavera otra vez. Esa era la estación del año cuando toda esta locura comenzó, cuando invoqué a Einar, le pedí su ayuda y mi vida se fue en picada. Sé que no es su culpa, nada de esto lo es, pero mi cabeza no puede evitar divagar y relacionar esa noche con el principio de todo lo que sucedió después.
Todo me recuerda a él, y eso sólo hace que mi corazón se encoja aún más.
Continué caminando y me concentré en mi tarea actual. Debo encontrar un lugar lo suficientemente amplio y despojado como para poder sentirme seguro e intentar mi pequeño experimento con la seguridad que necesito. Si estoy rodeado de árboles, no estaré tranquilo y todo en lo que podré pensar será en el desastre que causaré si fallo, lo cual hará que falle de verdad.
El canto de los pájaros me acompaña a medida que camino sobre el manto de hojas secas y marrones, húmedas por la llovizna de la noche anterior. Es una mañana fría, puedo percibirlo, todo está cubierto de rocío y el viento sopla sin cesar entre las ramas secas. Ramas secas que están por doquier y que son increíblemente inflamables. Debo seguir caminando, buscando. Cada vez que intento hacer algo y fallo, tengo la tendencia de estallar en llamas e incendiar todo lo que esté demasiado cerca… Al principio no lo comprendía, y luego recordé que he pasado día y noche pensando en él, y que es lógico que estalle en llamas, su elemento, de forma inconsciente.
Para cuanto el sol se estableció en el cielo y calculé que llevaba varias horas caminando, a lo lejos divisé un lugar entre la maleza que contrastaba directamente con los tonos anaranjados y marrones. Todo en kilómetros estaba ennegrecido, carbonizado, quemado. De inmediato asumí que tropecé con uno de los lugares en los cuales perdí el control y me desanimé ante la clara perspectiva de que estaba caminando en círculos. Continué acercándome de todas maneras, con cautela, hasta que estuve a pocos pasos de entrar en la zona ennegrecida. Miré a mi alrededor con atención mientras me recargaba en un árbol torcido. Frente a mí, todo estaba ennegrecido y quemado por kilómetros, no puedo ver más allá sin encontrarme con el mismo paisaje. Desde este punto en adelante todo está consumido por las llamas y está cubierto de cenizas.