Me transporté justo a tiempo para evitar que Einar rodeara mi cuello con su brazo, salté a sus espaldas y rodeé su torso con mis piernas mientras tiraba de él hacia atrás. Caímos al suelo del bosque con un estruendo y rápidamente me esforcé por sujetar con fuerza su cuello e incendiar mis brazos en llamas para evitar que él pudiera liberarse.
No tardó demasiado en relajarse y levantar ambas manos en señal de rendición.
Lo solté con un gruñido y apagué las llamas.
— Tres de cinco, nada mal. — me apremió mientras se masajeaba el cuello.
— Sólo porque me dejas ganar — Respondí poniéndome bruscamente de pie.
— No es cierto…
— Einar, te he visto pelear, sé que no estás dando tu cien por ciento — Lo señalé antes de ayudarlo a levantarse. —. No soy idiota.
— Tú tampoco estás dando tu cien por ciento entonces, así que no podes reprocharme a mí. — Admitió.
— ¡Acabo de quemarte el cuello! ¿Llamas a eso no dar mi cien por ciento?
— Sí, y eso me recuerda; no se supone que hagas eso, ¿Por qué lo hiciste?
Me aparté el pelo de la cara y caminé rumbo a la cabaña. — Porque creo que es estúpido no hacerlo, puedo manejar más que bien el mísero dolor que me causa.
— No es mísero, lo sé, te conozco y veo cómo tratas de ocultarlo, pero sé que te duele horrores cuando lo haces. Sol tiene razón, no vale la pena hacerlo si va a nublar tus sentidos y dejarte expuesto.
— ¡Pero es increíblemente útil! — Repliqué. — Te he visto usarlo de mil formas distintas, ser capaz de hacer eso en medio de una pelea es muy ventajoso, si pudiera aprender a soportarlo…
— Sabes perfectamente que yo soy inmune al dolor de mi propio fuego — Me interrumpió tomándome del brazo para detener mis pasos —, y aunque aprender a hacerlo sería increíble, la verdad es que eso te llevará tiempo que ahora mismo no tenemos, tienes que concentrar tu energía en lo que Sol te ha estado enseñando.
Quise replicar, pero sé que él tiene razón. Sólo estoy siendo testarudo.
Einar soltó mi brazo para poder tomar mi hombro con suavidad.
— Te prometo que yo mismo te enseñaré a hacerlo una vez todo esto termine, si es lo que quieres, pero aprender a ignorar el dolor no es fácil…
— Está bien.
Einar me miró incrédulo al escuchar mis palabras.
— ¿De verdad? — Preguntó.
— Sí.
— ¿Tan fácil?
Quise reírme, pero en su lugar sonreí y pretendí ofenderme.
— Idiota. — Murmuré alejándome otra vez. — Sé que tienes razón, y además, darle órdenes ridículas a Nasden es más divertido.
Einar rió al escucharme. — Sí, y verlo también, lástima que dominaste eso en menos de doce horas.
Rodeó mis hombros con suavidad y me atrajo a su lado mientras caminábamos.
— No lo sé, siempre puedo decirle a Sol que necesito más práctica.
Continuamos caminando en silencio rumbo a la cabaña, que no está a la vista. Nos alejamos bastante para poder entrenar sin ser interrumpidos mientras Sol tomaba una siesta. Nasden nos habría seguido si Sol no le hubiera pedido que se quedara con él… Aunque por supuesto, solo lo hizo porque comenzó a notar que Nasden nunca nos deja solos y cree que está ayudándome a pasar tiempo con Einar, o algo así fue lo que me dijo hace algunos días. No me molesté en decirle que se detuviera, y Einar lo apreció enormemente.
Detuve mis pasos abruptamente en cuanto Einar soltó mis hombros y se quedó atrás, me di la vuelta para preguntarle qué sucede, pero él habló antes de que pudiera hacer nada.
— ¿De verdad tenemos que volver ahora? — Preguntó con fastidio.
Sonreí. — Supongo que no.
Tomó mi brazo y tiró de él para poder abrazarme.
———
La luna está en lo alto del cielo cuando por fin decidimos volver con los demás.
— No quiero volver todavía. — Einar me reprochó abrazándose a mi torso.
Llevamos varias horas recostados contra una roca frente a un arroyo, con Einar recostado contra mí mientras charlábamos de cosas sin sentido. Queríamos continuar practicando luego de nuestra pequeña pausa al mediodía, pero enseguida nos dimos cuenta de que era inútil. Einar no dará su cien por ciento conmigo, y yo tampoco. Sol no estará contento de enterarse, pero pasar un día entero con Einar así era algo que necesitaba urgentemente sin siquiera haberme dado cuenta.
— Ya es de noche, nos fuimos como a las diez de la mañana, deberíamos volver ya…
Einar se acurrucó más en mi pecho, sin intenciones de alejarse. Comencé a acariciar su cabello con suavidad, aunque pronto noté que eso hará lo contrario a alentarlo a alejarse para poder volver con los otros.
— Si nos necesitaran o quisieran encontrarnos, Nasden ya se habría aparecido para arrastrarnos devuelta. No le tomaría ni diez minutos rastrearnos, podemos quedarnos otro rato.
— Einar…
— Eres imposible.
Sonreí acariciando su mejilla. — No tenés derecho a decirme nada, sos mucho peor que yo, y lo sabes.
— Sólo con algunas cosas… — Se defendió.
No pude evitar reírme, lo cual provocó que Einar se moviera sobre mi pecho. Levantó la cabeza suavemente y me observó, descansó su mejilla sobre mi pecho en silencio.
— Kennet
Dejé de reírme y me concentré en alejar de su rostro un mechón de cabello rebelde.
— ¿Qué pasa?
— De verdad no quiero volver.
Puse los ojos en blanco y alejé mis manos de su cuerpo, a lo cual protestó con insistencia y sólo provocó que riera otra vez.
De verdad necesitaba esto.
Me incorporé en mi lugar, obligando a Einar a alejarse de mi también, y me transporté a varios pasos de distancia, de pie. Él me observó confuso por algunos segundos.
— Creo que nunca me acostumbraré del todo a verte hacer eso. — Murmuró.