— ¿Te golpeaste la cabeza? ¡Por supuesto que creaste a Nasden…! — Sol me interrumpió nuevamente.
— ¡No, no lo hice! ¿De qué estás hablando? — Se volteó y se dirigió a Einar. — ¿¡No se lo dijiste?!
Einar guardó silencio mientras lo miraba con la confusión plasmada en sus facciones.
— ¿Decirle qué? — Preguntó casi en susurros, más confundido aún.
— Que yo no creé a Nasden — Se llevó una mano al puente de la nariz y cerró sus ojos —, no puedo creer que hayas dejado que Kennet llegara hasta acá sin saberlo, ¿Qué otras cosas todavía no le has dicho? No podemos permitir que él continúe por la vida como un Dios creyendo todavía las mismas tonterías que creen los humanos...
— No entiendo de qué estás hablando — Einar alzó la voz
— ¡De que eres un idiota, de eso te estoy hablando! — Sol se volteó hacia mi y me instó a acercarme — Y tú ven acá, me vas a decir en este segundo todo lo que sabes sobre nosotros y yo mismo te contaré todo lo que no sepas.
— Kennet, no te...
— Cállate.
Einar estaba frente a mí y acercándose a Sol en el instante en que la palabra dejó sus labios, y más rápido aún estaba Nasden frente a Sol. Los ojos de Nasden brillaron con intensidad cuando la mano de Einar se incendió en llamas.
— ¡Esto no tiene sentido!
Me dirigí a Sol en cuanto lo escuché.
— ¡Tú eres el que no hace sentido!
Sol me ignoró, y en su lugar bufó y tomó a Nasden del brazo y lo alejó de Einar de un tirón que terminó haciéndole perder el equilibrio. Aterrizó en el suelo, a centímetros de la fogata.
— Yo no creé a Nasden, al igual que Muerte no creó a Einar ni Luna creó a Agua. Nasden y sus hermanos, todos, eran humanos. — La voz demandante de Sol nos obligó a prestarle atención. Einar bajó sus brazos y se relajó, pude percibir con claridad el momento en el que sus ojos dejaban de brillar, así que me acerqué a él y llevé mi mano hacia su hombro. — Yo, Luna, Muerte y Luz lo único que hicimos fue buscarlos, seleccionarlos y darles sus habilidades por separado. Cada uno de nosotros moldeó a uno de ustedes, pero no los creamos.
Fruncí el ceño. — ¿Por qué harían eso?
— Por mi culpa, yo lo inicié — Miró a Nasden por un breve segundo antes de volver a hablar —. Fue mi culpa.
— Pero, Muerte me dijo...
Sol cerró sus ojos, viciblemente aliviado de haber calmado la situación, antes de interrumpir a Einar. — No tengo ni idea de qué es lo que Muerte te dijo, pero no me importa. Yo nunca le oculté a Nasden sus orígenes, pero no sé qué hicieron los demás. De todas formas, es tan obvio que asumí que todos se habrían dado cuenta por si mismos, incluyéndote.
Señaló a Einar antes de darse la vuelta y acercarse a Nasden, que seguía en el suelo. Le tendió la mano para ayudarlo a ponerse de pie, él la aceptó a pesar de no necesitarla.
— Muerte se limitó a decirme que él me había creado, y nunca lo dudé — Einar respondió, visiblemente confundido —, ¿Por qué lo haría? Mi primer recuerdo es el de despertar en medio de un cráter de tierra ennegrecida, Muerte estaba observándome de cerca. Me llamó "Einar", me ordenó levantarme y comenzó a explicarme por qué me creó, de qué era capaz y lo que debía hacer. Me envió a recolectar almas ese mismo día...
— ¿Recolectar almas? — Sol lo interrumpió incrédulo. — ¿Puedes hacer eso? Creí que sólo Muerte y Luz podían...
Einar abrió su campera y rompió su remera para poder mostrarle una cicatriz en el medio de su pecho, la misma cicatriz que dejaría un acha dirigida directamente hacia su corazón. Yo ya la había visto cientos de veces, pero nunca le pregunté.
— Sólo lo hago cuando él lo ordena específicamente, pero sí. Las colecto dentro de mí, y luego Muerte simplemente me las quita. Él es el único que puede hacerlo.
— Hay tantas cosas que no sé sobre tí... — Sol pensó para sí. — Muerte nunca nos dijo nada, simplemente apareció contigo al lado, caminabas un paso detrás de él casi como si tuvieras una cadena invicible alrededor del cuello.
— Qué lindo...
Sol ignoró su comentario. — Nunca se me cruzó por la cabeza que no supieras de tus propios orígenes.
— ¿Y cómo lo sabes tú? — Einar se acercó a Sol y se detuvo a dos pasos de distancia. — Acabas de admitir que hay muchísimas cosas sobre mí que no sabes, ¿Cómo estás tan seguro de que era humano, de que Muerte no me creó?
— Porque a diferencia de Muerte, yo interactuaba con los humanos todo el tiempo — Nasden rió suavemente al escucharlo, Sol frunció el ceño antes de continuar —, y ya te conocía. Te conocí cuando eras humano, te reconocí de inmediato en cuanto Muerte se apareció contigo al lado, pero mantuve la boca cerrada.
Eso fue suficiente para dejar a Einar mudo.
— Tu nombre sí era Einar, por cierto — Murmuró antes de alejarse lentamente, sin darle la espalda. — Sobresalías bastante entre los vikingos, tenías veintiséis años cuando Muerte te encontró y escogió.
Sol atentó con dirigirse a la cabaña, dando la conversación por finalizada, pero Einar desapareció de su lugar. Lo encontré otra vez frente a Sol, sobre los escalones de la cabaña, y me vi obligado a bajar la mano que solía descansar en su hombro. Nasden se acercó a mí, juntos observamos la escena en silencio.
— ¿A dónde vas? No puedes irte así — Sol se detuvo abruptamente — ¿Qué más sabes?¿Cómo era mi vida siendo humano?¿Por qué Muerte me escogió a mí?
Cuando Sol no respondió y en su lugar miró hacia los árboles detrás de la cabaña, Einar bajó un escalón.
— Sol...
— Estoy haciendo memoria — Lo acalló al instante —, naciste en el año 984 y Muerte te encontró en 1101, a punto de cumplir veintisiete. Fue hace mucho tiempo.
— Ya sé en qué año me tomó...
Sol lo interrumpió. — La última vez que te vi como humano, estabas sentado sobre un tronco y trabajando en algo con tus manos, no recuerdo qué era, pero estabas concentrado. No habían problemas allí ese día, así que me alejé al sur, hacia Africa, y la próxima vez que te vi ya te arrastrabas detrás de Muerte. No tengo ni idea de por qué te escogió ni cómo te encontró. — Sol volvió a mirar a Einar antes de volver a alejarse de la cabaña y acercarse a la fogata con resignación. — Tenías una hermana, eso lo recuerdo perfectamente, pero no recuerdo nunca haber visto a tus padres. Casi cada vez que te encontraba estabas construyendo o trabajando en algo, y los demás parecían respetarte bastante. Eso es todo lo que sé respecto a tí.