El Nuevo Dios

17: "Venganza"

Advertencia: Violencia física.

 

Me transporté directamente al claro.

El suelo está cubierto de pasto seco, los árboles ofrecen una pobre cubierta de lo que hay más allá.

No puedo moverme.

Nasden ya ocultó su rastro de los alrededores, seguramente.

Einar apareció frente a mi a varios metros de distancia, y enseguida se puso a trabajar.

Rodeó mi cuerpo con un anillo de su propio fuego, dándome suficiente espacio para caminar y moverme con facilidad. Su fuego ocultará cualquier rastro de mi presencia hasta que Kot esté demasiado cerca.

Se acercó a mi con pasos rápidos y rodeó mi cuerpo con fuerza, apegándome a su pecho y acariciando mi cabello.

— Einar, no hay tiempo... — protesté contra mi voluntad.

— Te amo — me acalló al instante —, te amo con todo mi ser.

Me aferré a él con fuerza y enterré el rostro en su pecho.

— Yo también te amo — susurré, conté hasta cinco y me separé de él con lentitud —, ve. No hay tiempo, vete.

Tomó mi rostro con ambas manos y me besó con suavidad, acarició mis mejillas mientras profundizaba el beso y me levantó levemente del suelo al rodear mi torso con su brazo. Lo siguiente que supe fue que él ya se había transportado lejos de mi agarre y corría en la dirección en la que Nasden había visto a Kot.

Debe dejar un rastro fresco para Kot, pero debe mantenerse alejado de él también.

Kot no debe verlo a él, esta es mi pelea.

Kot debe venir directo hacia mí, y estaré aquí para recibirlo.

El silencio a mi alrededor es ensordecedor y absoluto, como si el bosque percibiera lo que está a punto de acontecer y temiera hacer el mínimo sonido.

Nubes grises cubren el cielo, pero no lloverá pronto.

Aunque lo hiciera, no me detendría.

Agudicé mis sentidos, impaciente por su llegada. Puedo escuchar los pasos de Einar corriendo, alejándose de mí cada vez más.

Se detuvo abruptamente, su corazón late acelerado por un breve instante, después; nada. Se ha ido. Se ha transportado hacia la cabaña, tan lejos de aquí que su presencia me es imperceptible. Nasden y él se quedarán allí, a la espera en caso de que yo los invoque.

Sol ya fue llevado a salvo, al mismo claro en el cual dejé a Luna hace apenas algunos minutos.

Un abrupto sonido captó mi atención, interrumpiendo mis pensamientos.

Una rama partiéndose.

Una pisada.

Y entonces, un corazón.

Pisada tras pisada, cada paso lo acerca más a mi. Finalmente comprendo a qué se refería Einar cuando me decía que el sonido de su corazón es distintivo, late tan fuerte que es imposible que sea humano, o de cualquier otra criatura conocida.

Su corazón es como un tambor, rápido, acelerado, urgente. Advierte, anuncia su llegada de inmediato y me encuentro a mi mismo enderezándome, cambiando mi posición con anticipación.

Treinta metros.

Veinte metros.

Diez metros.

Cinco, cuatro, tres...

Se detuvo abruptamente, pero está tan cerca que mi cabeza se voltea de forma automática en su dirección.

No puedo verlo, pero sé que está ahí, escondiéndose, observándome, preguntándose por qué no me percibió antes, por qué nadie está cuidándome.

Le sonreí a su silueta.

Nada se mueve a nuestro alrededor. El viento no sopla, los animales han corrido lejos. El paisaje es estático. Ninguno de los dos habla por varios minutos, pero sé que él me está observando. Siento su mirada con demasiada precisión.

— Creí que estabas muerto.

Su voz se escuchó débil, lastimera y sin emoción. No le respondí, miré en su dirección. Entre la maleza, creo distinguir su piel por un breve instante.

— ¿Por qué estás solo? — Me preguntó — Este lugar está plagado con su rastro. Está cubriendo el tuyo, ¿No es así?¿Por qué?

— Acércate, y averígualo — aventuré.

El desprecio en mi voz fue evidente.

Kot guardó silencio por varios minutos, pero no se mueve. Está quieto, observando, analizando, intentarlo darle sentido a lo que ve y percibe.

Si yo no puedo sentir la presencia de Einar, entonces él tampoco.

Y no puede percibir mi rastro, puede percibir algo, pero lo más probable es que esté intentando percibir mi antiguo rastro como humano. Einar camufló bien el nuevo.

Un paso, indeciso y tambaleante, seguido de otro más firme, y Kot por fin se dejó ver ante a mi.

Seguí su figura hasta que se detuvo frente a mí, en la otra punta del claro. Enseguida me escaneó con la mirada, sus fosas nasales se expanden con rapidez una y otra vez. Todavía está intentando desesperadamente encontrar mi rastro.




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