-Fecha: 21 de Octubre a las 1015hrs.
Estos últimos días he tenido muchas cosas en las que pensar, pero muy poco tiempo para hacerlo. Mi maestro me mantuvo activo con un sin fin de trabajos, desde la rehabilitación, hasta la fabricación de distintas armas, runas y talismanes, cada una con distintas especificaciones. Aunque ya no hospedo en una cabaña, sino que mi padre me invitó a quedarme en su casa hasta entonces.
Esta vez me levante más tarde, porque los talleres fueron reservados por otros hermanos, por lo que empezaré a trabajar alrededor de las 1600hrs, esto no me molestó en absoluto, porque esta vez los trabajos que me otorgaron hoy son solo de fabricación de munición, algo simple, pero esencial.
Esta mañana desayuné con Nyx, que también empezaba su primera clase empieza a las 1200hrs. y con David. De hecho, el que se despertó más temprano fue nuestro padre por tener que atender en el Gran Comedor, sin mencionar que aprovechó de prepararles un coctel de frutas con avena y un guiso de pollo deshuesado con verduras picadas para Nyx y David respectivamente. En cuanto a mí, le pedí que no me hiciera nada y aprovechara de comer tranquilo, por lo que tuve que hacerme mis tostadas con miel y mi café. Al sentarme junto a Nyx y empezar a comer, ella me comenta:
— ¿Porqué sigues comiendo así?, Si no tienes que ir a ninguna parte con prisa.
—No, pero ya esto forma parte de mi rutina.
— ¿Y comes de esta manera todo el día?
—Por supuesto que no, a la hora de almorzar, me hago algo más apropiado, como un arroz frito con verduras, una sopa de tomate al horno, o mini tortillas italianas.
—No me refería a eso, sino a que si aún consumes gluten.
—Ah... Bueno, nunca he sentido el deseo de dejarlo.
—Goliat –dijo Nyx en un tono de queja–. David Perlmutter ha demostrado mediante sus pacientes que el gluten afecta negativamente la concentración y la comprensión de su consumidor.
Ese último comentario me ha sacado una risa, como mi hermanita suena igual a nuestro padre cuando me sermoneaba a su edad.
—Bueno, no creo que esos problemas se reflejen en mí, gracias a que la cafeína me ayuda a neutralizar esos efectos –expuse mi contraargumento antes de beber un sorbo de mi taza–. Sin olvidar que el gluten es fácil de digerir, y no me causará obstrucciones en el intestino delgado si lo consumo en pocas cantidades.
—¿No te gustaría cambiar de dieta?
—No me molestaría probar una nueva, pero es mejor empezarla cuando las cosas estén más tranquilas.
— ¿Y cuando sería eso? Si estamos en una guerra.
—Si, pero incluso en los tiempos de conflicto hay lugar para la tranquilidad.
— ¿No sería mejor decir "quietud"?
—Para los humanos sí, pero no para nosotros –respondí antes de comerme por completo mis tostadas–. Solo al que ver como esta la situación de la Hermandad. Pese a que hay muchas misiones de carácter agresivo, los directores no han ordenado actividades de La Fortaleza Mac-nore o de los Maestros Superiores desde que comenzó. Aunque no podría decirlo con rotunda seguridad, si no ha pasado mucho tiempo.
— ¿Y por qué no aprovechar cuando aún esta tranquilo? –propuso con entusiasmo–. Así podría probar mis recetas experimentales y verificar si son balanceadas entre nutrición, sabor y estética.
— ¿No que ya practicas con papá?
—Si, pero últimamente siento que en sus criticas intenta ser tan constructivas que se sienten más como un elogio a mis errores. Por lo que me gustaría que fuera más duro, si es que quiere que mejore.
— ¿Y no le has dicho? Seguro que estará más que de acuerdo.
—Quizás. No obstante, sería un gran oportunidad para continuar a un ritmo constante en los momentos en que yo este libre y papá continua trabajando.
—Si, concuerdo contigo que podría ser una gran oportunidad, ¿Pero no sería mejor si lo haces con tu mejor amigo?
— ¿Con Laura Fergus?
—Si –reafirmé antes de tomar otro sorbo–. Piénsalo así, a diferencia de mí, que probablemente tenga que partir a otro refugio, con ella podrás organizarte mejor al tener prácticamente los mismos horarios y la misma disponibilidad.
Nyx se detuvo a pensar un poco mi enunciado, tal vez termine reflexionando a que es una buena opción.
—Si, de más que Laura estaría dispuesta a ayudarme, aunque no me gustaría arriesgarme con ella. No cuenta con un estomago tan resistente como el "nuestro" –parecía que termino con su aporte, pero al analizar esas últimas palabras, regreso de manera más abrupta–. Me refiero a razones biológicas, no raciales.
—Tranquila, no necesitas explicarlo, lo sé –dije para poder calmarla–. Pero en fin, ya que se me agotaron los argumentos, no tengo más opción que acceder a ser tu conejillo de indias personal.
— ¡¿En serio?!
—Si, podremos empezar mañana, entre a las 1630 y 1815hrs., después de que ambos terminemos con nuestros tramites respectivos ¿Te parase bien?
—Si Goliat.
—Bien, ahora que ya llegamos a un acuerdo, solo tienes que terminar tu desayuno antes de ir a tus clases. –dije justo antes de tomarme todo el café que quedaba en mi taza de un trago–. Mientras tanto, yo seguiré el valioso consejo de nuestro padre hasta que tenga que irme a trabajar.
—De acuerdo –dijo antes de hacer lo mismo que yo con su jugo de chirimoya y se levanta de la mesa–. ¡Oh! Antes de irme, te aviso que papá tiene en la sala de estar una pequeña biblioteca personal, a parte de los muchos libros de cocina, seguro puedes encontrar otros que te gustaran leer en este rato.
—Gracias por el dato Nyx, tal vez me lea uno más tarde –me levanto de la mesa y le doy un brazo de despedida–. Ten un buen día, nos vemos más tarde.
Después de que ella asintiera con la cabeza y recibiera un beso en su frente de mi parte, Nyx se va de la casa.
Saben, en realidad si tenía más argumentos para negarme, como que a veces mi jornadas de trabajos pueden alargarse bastante o que hay misiones que me asigna personalmente mi maestro y que tengo que hacerlas en una hora en específico, pero era mejor acceder a su idea. ¿Con qué razón?, Para así usarlo como compensación del tiempo que estuve ausente en su vida.
Luego de lavar los platos, vasos y otros utensilios, me dirigí a la sala de estar para ver los libros de papá. Como Nyx me dijo, muchos eran de cocina, pero entre ellos habían otros que mi papá me leía de niño, como La Tragedia de los Tres Anillos, El Viaje de Pandora, Huellas de los Oráculos, Los Ecos de Jack Frost, Las Travesías del Invictus, etcétera. Sin embargo, entre su colección dispone de unos ejemplares de procedencia humana, aunque unos que en mi opinión son buenos ejemplares literarios, como la Trilogía de Fundación de Isaac Asimov, la saga de Cuervos de Leigh Bardugo, la saga de La Biblia de los Caídos de Fernando Trujillo y otros seguidores literarios, Futu.re de Dmitry Glukhovsky, Juegos de Patriotas de Tom Leo Clancy, Muerte de la Luz de George Raymond Martin, Las Geórgicas y Bucólicas de Publio Virgilio Marón, inclusive colecciones completa de William Shakespeare, John Ronald Tolkien, Howard Phillips Lovecraft, Edgar Allan Poe, Chandra Mohan Jain y Yosip Ibrahim. Una colección que no tiene nada que envidar a las bibliotecas clásicas del Distrito de Educación, aquí tengo mucho para escoger, y hay varios que no tuve el placer de leer por falta de tiempo o por mera ignorancia a su existencia, como el caso de "Vestido rojo mandarín" de Qiu Xiaolong, una novela policial del 2010 que forma parte de la serie de Inspector Jefe Chen Cao, ambientada en la capital de China, que con la sinopsis me dio a entender que toma algunos elementos de Jack el Destripador, pero manejando su argumento de manera inteligente. O al menos eso me da entender, así que le daré una oportunidad.
Luego de sacarlo de su estante, me acomodo en un largo sillón, de tal manera que pareciera estar acostado, ocupando un respaldo de este como almohada y dejando mis pies colgando a un lado. Sin previo aviso, David se coloca también en el sillón, en el espacio que quedaba disponible, dando vueltas en ese punto hasta quedar en un posición más conveniente para dormir conmigo. Aunque solo han pasado 2 semanas desde que empezó a vivir aquí, se puede apreciar que fue un cambio significativo para él, pasar acompañado con al menos una persona durante todo el día, es más afectivo y juguetón con los demás, y tan energético que puede pasar corriendo por toda la casa o jugando con Nyx hasta largas horas de la tarde. Después de acariciarle la frente, me dispongo a leer el libro.
Al cabo de unas 3 horas y cuarto, me lo termino. Lo sé, me tarde bastante pese a ser una obra que es relativamente corta, pero no fue porque estaba escrito en su idioma original, sino que tuve que hacer unas pausar entre algunos capítulos y reflexionar lo que he leído e impedir que me dé jaqueca –se nota que me he dedicado únicamente a las ingenierías–. Sin embargo, lo he disfrutado, me encanta la química que hay entre el subinspector Yu y su esposa Pieqin, el cómo se desarrolla el caso en distintos ángulos a través de los personajes pero en pequeñas cantidades, y la narrativa tan fluida y las extensiones medianamente cortas de los capítulos hace que nazca el deseo de continuar leyendo hasta terminarlo. Sin olvidar cómo utiliza el trasfondo de la historia nacional para darle una tensión sociopolítica que te enganchar desde el principio. Una obra que reconozco su éxito y que tengo el deseo de leer el resto de su serie como corresponde.
En fin, al dejar el libro sobre la mesa de centro, reviso la hora en mi PDA y me doy cuenta que son las 1330hrs., una hora antes de que me vaya a almorzar y casi dos horas antes de irme a trabajar. Sin duda un tiempo considerable de espera, y aunque pueda continuar leyendo, no me gustaría tener que dejarlo a medias al momento de irme. Por lo que tenía que hacer algo más o seguir el ejemplo de David, que aun sigue durmiendo.
Aprovechando de tener mi PDA en mano, preferí resisar las bitácoras de unos "amigos" –hermanos que frecuento interactuar de vez en cuanto– y ver como están. Carine Frankenstein está en este refugio, atendiendo en el hospital de la zona oeste para administrar atención medica a los hermanos que lo requieran –y su hora para almorzar concuerda con la mía, por lo que quizás pueda juntarme con ella y tener una conversación para poneros al día–. El Maestro Superior Eduard Álfar, que está en el Refugio de Quivira, revisa los reportes del Distrito de Infiltración –me resulta irónico que un hermano tan joven y energético como Eduard esté "forzado" a muchos trabajos de oficina, pero esas son las responsabilidades de un director–. Su primo, Demian Álfar, esta involucrado en el proyecto "Lista de los Aberrantes" debido a que su maestra mentora, Keyla Jakov, está ayudando con la Segunda Fase –espero que todo resulte bien–. Leonard Rushben sigue en el Refugio de Ávalon, sometido a un entrenamiento intensivo en las artes metafísicas para profundizar el manejos de sus habilidades –recuerdo que lo pude darle las gracias por ayudarme como asistente en su tiempo libre cuando estaba en ese refugio, debería hacerle algo como compensación, como una runa o un talismán para ayudarle–. Konrad Pendragon, también está entrenando en Ávalon, aunque es más una practica ligera de combate y artes marciales mientras espera su próxima misión. En cuanto a Erwin Coldrine, su último reporte menciona que esta en las Islas Vírgenes –específicamente en St. John–, supervisando el desarrollo de un experimento militar estadounidense, hasta que unos de ese experimento salió del control de sus autoridades, pero no que él haya salido de las islas, y su última actualización fue en más de media hora.
Yo preocupado, quise verificar si Erwin estaba bien, por lo que reviso los últimos reportes de su maestro mentor –que también es su tío–, Baltimore Rushben. Desafortunadamente fue lo que no quería que pasara, el Maestro Baltimore aseguró la perdida de contacto con su mentorado, y solicita urgentemente una misión de rescate.
Exaltado por la noticia, me levanto de golpe del sillón, y sin querer despierto a David. Al darle una disculpa rápida, agarro mi mochila y salgo de la casa rumbo al centro del Distrito de Tecnología para ver a mi maestro.
En el trayecto, mientras a toda velocidad, le solicité al a Administradora Ronia que habilitara mis encargos para que los demás lo hagan, dejándome libre el resto del día. Pero al momento que me preguntó el motivo de mi petición, solo pude responderle que ocurrió algo que requiere de toda mi atención. Al llegar al centro y entrar en la recepción, me encontré a mi maestro recibiendo los resúmenes de los chequeos del mes y dando los proyectos prioritarios para la Hermandad a la Administradora Ronia.
Después de regular mi respiración, me dirijo a hablar con él:
—Discúlpeme Maestro, necesito hablar con usted.
—Goliat, ¿Porqué te vez tan exhausto? –me preguntó mi Maestro antes de sacar su PDA y revisar algo en el–. Si no has llegado tarde, más bien llegaste muy temprano para trabajar, dos horas antes para ser preciso.
—En verdad he venido a hablar sobre eso. Verás...
—Oh espera, me retracto, en realidad eso fue antes de que tú solicitaras a la Administradora del Centro que delegar tus trabajos a otros hermanos –interrumpió mi Maestro con un tono de sospecha–. Aunque dudo que lo hiciste para perder el tiempo, y me gustaría conocer el verdadero motivo, sin rodeo o desviaciones, directo.
—Me enteré que Erwin Coldrine esta desaparecido en acción –me detuve de hablar para ver su reacción de mi Maestro, pero él solo asintió la cabeza para que continuara–. Y quisiera ayudar con su rescate.
— ¿Y quieres que yo te seda el paso para que puedas entrar en este plan de rescate?
—Así es Maestro –respondí junto con un pequeña inclinación.
—Primero tendría que haber un equipo de rescate para ello.
— ¿Qué? –pregunté sorprendido–. ¿Cómo que no hay un plan de rescate aún?
—No plan, Goliat, equipo –afirmó mi Maestro–. Debido a que el lugar está segregado entre la intervención de Estados Unidos e Inglaterra, y que ambas naciones están entre una lucha bélica activo, no se requiere de un equipo tan numeroso para rescatar a un objetivo. Tan solo de un hermano que pueda entrar y salir desapercibido.
—Entonces déjeme a mí hacerlo.
—Sería preferible que un hermano con más experiencia lo hiciera –dijo mi Maestro mientras se despedía con un ademan a la administradora–. Es mejor no arriesgarse a perder a otro.
—De todos los refugios que hay alrededor de las islas Vírgenes, el Refugio de Orión es el que esta más cerca, los humanos no verán la luz de la vela fugaz gracias a que estamos bajo el mar, pero los maestros que se encuentran aquí ya están ocupados con otras misiones. Además, por favor Maestro, ya no soy un simple aprendiz recién iniciado. No sería mi primera vez en tierra hostil.
—No, pero sí en medio de un fuego cruzado entre dos naciones que luchan a muerte –dijo mi Maestro, volteándose para ver esa mirada de enojo en su ojo–. Si te dejo ir en ese rescate, tendrás que hacerlo solo, porque carezco del tiempo para ser de guardián de un joven que desea cumplir el capricho de entrar a la acción o de cambiar su rutina por algo de adrenalina.
—No Maestro, no es por eso que le pido que me autorice hacer esta misión.
— ¿Entonces cuál, Goliat? ¿Cuál es el motivo que de todos los hermanos que hay en la Hermandad, que estarían más que dispuestos a arriesgar su vida para salvarlo, tienes que ser tú el indicado?
No pude responderle de inmediato, tuve que pensar bien la respuesta para dejarme ir, pero no tenía algún argumento objetivo. Por lo que respiré fondo y le dije únicamente mis intenciones.
—Por que Erwin es un hermano al cual le debo mucho –mi Maestro mantenía la vista fija en mí, quería que continuara hablando–. El primero año, cuando usted me acepto como aprendiz, fue muy difícil asimilar el ritmo que este esperaba que siguiera. Pese a que fue mi decisión el serlo, sentía como me deterioraba por las exigencias que me pedía sus métodos. Pero Erwin y Carine, dos buenas personas que conocí en mis años en el Distrito de Educación, me ayudaron a continuar, preparándome almuerzos en su tiempos libres, pasando sus tarde dándome ánimos, diciéndome que no me diera por vencido, incluso enviándome porras en las horas que entrenaba con usted. Francamente, si no fuera por ellos, es muy probable que me habría quebrado hace mucho –mi Maestro se cruzó de brazos, como si no fuera suficiente para convencerlo–. Por favor Maestro, póngase en mi lugar, ¿Qué haría usted si fuera el Maestro Superior John Winters?, ¿Se que daría aquí sentado sin hacer nada por él?
Al hacerle esa pregunta, mi Maestro desvía a un lado la vista a un lado, quizás para pensar en profundidad –o eso supongo, al no tener contacto visible con sus expresiones debido a su máscara–. Pero luego de que de que inclinara la cabeza y lanzar un suspiro con las palabras: "Dios, dame paciencia", regresó su vista hacia mí y me dijo.
—Tus argumentos, aunque tengan fundamento, no disponen de la relevancia suficiente para ser tomadas en cuenta, como el de las distancias entre los refugios no deberían importar por el uso de la vela fugaz que se mueve a la velocidad de la luz, por lo que siempre se llegara al destino en una fracción de segundo. Y los humanos, independiente de que sea de día o de noche, no le importaran lo que pase en el cielo por la situación critica que hay a su alrededor, salvo la NASA –sus contraargumentos eran correctos, y aunque yo sabía también eso, pero tenía esperanza de descartarla a mi favor–. Sin olvidar que intentarse convencerme al final apelando con un acontecimiento emocional y subjetivo para que pueda desarrollar empatía contigo y te permitiera ir, por lo que puedo considerarlo como una completa falacia ad misericordiam –eso, admito que fue una opción desesperada– Sin embargo, tampoco puedo dejar de lado que en estos tras años me has demostrado ser un joven responsable y muy capaz, y daría el malentendido que desconfío de ti y de tus habilidades para emprenderte por tu cuenta en un problema de tal magnitud.
— ¿Entonces me dejará hacerlo Maestro? –no me dirige la palabra para responder, sino que saca de bajo de su chaqueta una vela blanca y una pluma, la cual sobre ella escribe una circuito fantasmal que no distinguido con que función. Luego extiende su mano con la vela hacia mí, asintiendo con la cabeza, pero antes de que mi mano lo tomara, mi maestro a aleja con un rápido movimiento.
—La programé para que te transportara al este refugio dos horas después de que la uses para ira las Islas Vírgenes. Tu misión solo consiste en encontrar a Erwin y sacarlo de ahí, nada más, sin importar el estado de su misión, tú solo te vas con él ¿Esta claro?
—Si maestro.
—Bien –dijo mientras me entregaba la vela fugaz–. No la pierdas. Ahora ve y prepárate antes de partir.
—Oh, no se preocupes maestro, yo ya tengo todo lo necesario en mi mochila. Aunque solo me faltan conseguir algunas cosas.
—De acuerdo, y evita hacer algo insensato o claramente estúpido.
—Haré lo que pueda –dije mientras le daba una pequeña reverencia antes de irme– ¡Muchas gracias Maestro!
Al salir de Centro Tecnológico, de inmediato to me dirigí al Hospital en la zona oeste, mientras llamaba al Padre Julián para juntarnos en el hospital y que pudiera hacerme la unción de los enfermos antes de partir. Cuando llegue a la recepción del hospital, no tuve que esperar mucho, y pedí que me administraran los plásmidos que me otorgarían inmunidad al experimento Riley-Night 708. Me indicaron que subiera al cuarto piso y entrara a la consulta N°16 para recibir el tramite. Luego de ir por el elevador, al entrar en la consulta, estaba Carine, sentado mirando su PDA con una preocupación inmensa, que se reflejaban en esas reservas de lagrimas que emergían bajo sus ojos. Al verme en medio de la puerta, se seca con el antebrazo antes de levantarse a saludar:
—Hola Goliat, tanto tiempo sin verte –me dijo mientras ocultaba su estado emocional con una pequeña sonrisa–. ¿Cómo has estado?
—Bien, gracias por preguntar –iba preguntarle también el cómo estaba, pero creo que sería mejor no tocar el tema e ir al grano–. ¿Entonces tú me administraras las inyecciones o será tu maestra?
—Lo haré yo, solo tienes que sentarse ahí y despejar tu brazo izquierdo –dijo apuntando la camilla–, mientras preparo la concentración requerida.
—Muy bien.
Antes de sentarme, me saque la chaqueta para arremangarme solamente la camiseta de color malva:
—Discúlpame Goliat, ¿Pero puedes recordar cuál plásmido pediste? –me preguntó mientras abría un suministro repleto de contenedores que contiene la cura de todas las armas patógenas desarrolladas hasta ahora.
—El que fue creado para contrarrestar el proyecto Riley-Night 708.
— ¡Ah!, el Mal de Id –exclamó Carine y sacó uno de los contenedores– Aquí está.
— ¿Puedo preguntar por qué lo llamas así? –le pregunté mientras la veía como extraía con un jeringa la cantidad que requería.
— ¿No leíste todos los archivos del experimento? Estaban en "Los Frutos de los Hombres".
—En realidad la mayoría, sé que fue desarrollado por las fuerzas militares de EEUU para aumentar la eficiencia de sus soldados de infantería. Una bacteria simbiótica encargada de obstruir las vías aferentes del sistema nervioso central, provocando que el anfitrión sufra los efectos fundamentales del CIPA. Sin embargo, las cualidades virulentas que permitía su rápidas compatibilidad, terminó afectando su integridad genética y ampliando su rango de efectividad. Ahora es capaz de afectar directamente el SNC, principalmente las funciones límbicas de la misma, impidiendo el desarrollo de la empatía y perturbando la psique moral del anfitrión.
—Bueno, en resumidas cuentas, ese efecto tras su mutación fue dominado como "Mal de Id" cuando el Distrito de Ciencias desarrollaba este plásmido –me informó al voltear con la inyección ya lista ser usada.
—Me párese un nombre muy acertado, me resulta irónico que un este experimento que fue diseñado para maximizar el rendimiento de los soldados y resultó jugarles en su contra.
—Entre nosotros, yo ya me lo veía venir desde un principio –me comentó acercándose a mi oído derecho y entre susurros, como si de un secreto se tratase, pero sabía que solo estaba jugando–. Ahora necesito que me entregues tu brazo y te relajes para aplicarte el medicamento.
Tras su orden, ella me lo inyecta más o menos a la altura del pectoral, donde residen las células madre. Posteriormente de sacar la jeringa, pone su mano sobre mi hombre y por medio del reiki, sierra el orificio antes que saliera la sangre.
—Ya está, con eso será suficiente –comentó– Ahora solo tienes que esperar unas 72hrs hasta que el sistema inmunológico se renueve completamente, quizás 48 si te dedicas en ese tiempo a meditar y ofrecer ayunos para acelerar tu metabolismo.
— ¡¿En dos días?! –pregunté sorprendido- Pero si tenía pensado en tenerlo listo para esta tarde.
— Debiste haberlo administrado con anticipación entonces, ¿O es que acaso no pudiste hacerlo antes por tu acumulación de encargos?
—No, está vez no es por eso –entonó al decir "está vez", porque ya he tenido dificultades semejantes por mi trabajo, y ella lo sabe porque ha testificado algunos de esos casos–. Sino que ocurrió un asunto inesperada de suma importancia. ¿No puedes hacer algo más para acelerar el procedimiento?
—Bueno, puedo reducir el tiempo de renovación si te someto a un flujo anímico por mí misma, pero eso también tendrá su tiempo...
—Entonces déjame ayudarte –la interrumpí–. Mientras tú aplicas el flujo por medio del reiki, yo despejaré mi mente para actuar de catalizador en el proceso. Por favor Carine, solo hace falta que me des solo unos 10 minutos de tu tiempo.
Carine no respondió de inmediato, pero luego de agarrar sus largos cabellos negros y ondulados, los suelta junto con un suspiro.
—Está bien, después de todo no tengo apuro en ir a almorzar.
—Muchas gracias.
—De nada, ahora recuéstate sobre la camilla.
Al recostare, Carine coloca sus manos sobre mi pecho, y después de que ambos tomáramos una profunda respiración, siento cómo sus energías se empezaron a invadir mi ser. El calor proveniente de sus palmas se extendían a través de mi carne, como una sensación de fiebre me envolviera, pero sin las pesadumbres de este mal, sino una sensación terapéutica. Las tensiones sobre mi cuerpos eran apaciguados y sustituidos por una tranquilidad interna, dando la sensación de que los problemas que me afligían desaparecieran por un momento de mi consciencia. En esos 10 minutos de paz, por poco de quedaba profundamente dormido de no ser por Carine que me despertó al terminar.
—Bueno, ahora tu sistema inmunológico podrá hacerle enfrente sin problema, pero te sugiero que no te expongas demasiadas –decía mientras intento intentaba enfriar sus manos, que terminaron rojas por el intercambio constante de energía–. Si ya hemos concluido, entonces me iré a remojar mis manos en agua fría.
—De hecho, lamento tener que abusar de tu altruismo una vez más, Pero necesito que me hagas otro favor.
— ¿Y cuál sería ese otro favor?
—Es uno muy pequeño en comparación con el otro, solo quiero que me prepares dos frascos médicos, uno con los mismos plásmidos y otro con los patófagos. Y que también me prestes un inyector médico portátil.
— ¿Eso no serían tres favores?
—Más bien un favor dividido en tres partes –respondí mientras le daba un sonrisa.
—De acuerdo, solo espera un momento, no me tardaré.
Antes de voltearse a hacer los frascos, saca de un bolsillo interno de su delantal un inyector propio y me lo entrega. Los patófagos estaban en otro contenedor de suministros, pero a diferencia del anterior, este estaba herméticamente aislado, manteniendo los especímenes a muy bajas temperaturas. Probablemente para que permanezca en un estado de hibernación en vez de que se multiplican de manera exponencial y alteren las proporciones apropiadas.
—Mira, no tengo problema con que seas precavido y que te prepares para las peores circunstancias, pero no creo que sea necesario que llegues a auto medicarte.
—No son para mí Carine –rectifiqué mientras recibía los frascos–. Son para Erwin.
Sus párpados de abriéndonos un poco más al escuchar ese nombre, su expresión no decía que lo hizo por sorpresa, más bien como si le recordará un dolor aún vigente.
—Oh... Entonces serás tú quien lo irá a buscar. –dijo con una pesadez muy grande bajo sus palabras.
No soporto verla así, con esa pena cayendo sobre una persona tal alegre y vivaz como ella, aunque era de esperase de que de todos nuestros hermanos, sea la más afectada por calamidad.
—Carine, lamento mucho por lo estás pasando, entiendo el cómo te siente por que sé lo que significa él para ti. Por lo que me siento como un usurpador al hacer algo que te corresponde por derecho. Si tú quieres hacerlo, está bien, no me interpondré, sé que tus virtudes y talentos te hacen una persona más calificada para una misión de este calibre...
—No Goliat –negó con la cabeza–, creo que estás más preparado que yo. Tal vez tengas razón en cuanto a mis habilidades pueda desenvolverme bien en el terreno, pero no tendía coraje para verlo en una o en otra deplorable condición –una vez más erigieron sacos de lagrimas bajo sus ojos–. Tan solo prométeme que pase lo que pase me traerás su cuerpo.
Tras esas últimas palabras, podía entender que ya se temía lo peor. Yo me negaba con la cabeza mientras extenso los brazos para envolverla de manera fraternal.
—Ay hermana, por favor, no piensas eso –dije mientras le daba un beso sobre su cabeza–. Dios siempre estará junto a él, y de seguro lo sigue haciendo ahora, no pierdas la fe. Yo haré que regrese a casa, y ustedes seguirán siendo las buenas personas que han sabido alegrarme. –En ese momento, escuchaba su respiración que reflejaba el cómo desahogaba su suplicio sobre mi hombro. Cuando la noto más calmada, la dejo ir.
—Estoy bien... Ahora vete, yo me dedicaré a rezar para que ambos regresen bajo la bendición de Dios.
—Muchas gracias, yo me iré muy pronto, pero no antes de hacer un último pendiente –nuevamente la abrazo–. En vez de darte un "adiós", prefiero darte un "hasta muy pronto"
—Entonces un "hasta muy pronto" para ti también Goliat.
Al salir de la consulta, y bajar hacia la recepción por el elevador, me encuentro con el Padre Julián sentado en una silla en la sección para esperar. Acompañado por un inquisidor de la SSI como su guardián y protector, y un callado de plata con gravados eclesiásticos cristianos hecho con esmeril, este sirviéndole de apoyo ante sus pasos más pesados. Cuando el inquisidor me reconoció con una simple ojeada, le advierte al Padre que he llegado:
—Oh, ahí estas joven Hunter –me saludó animosamente cuando recibía ayuda de sus callado para levantarse.
—Muchas gracias por responder a mi petición , y también lamento tener que forzarlo a hacer esto. Después de todo, ustedes debería estar descansando de no ser por mi culpa.
—No te angusties joven Hunter –me respondió con una sutil sonrisa–, estos años que cargo encima no me impedirán hacer mi trabajo como un fiel siervo del Señor. Usted me ha pedido que le haga el séptimo sacramento.
—Así es.
— ¿Lo quiere hacer aquí o en algún lugar más íntimo?
—No no, hágalo aquí. No siento vergüenza en recibir el perdón de mis pecados en frente de mis hermanos.
—Si así lo quieres, comencemos.
Tras sus palabras, me ahínco en un pie, mientras me pongo en trece vía del Señor. En cambio el Padre Julián la pide al inquisidor una botella de aceite, y al tomar un poco de esa con sus manos desnudas, me la coloca en sima de mi frente, formando una cruz con ella, al la vez que él predicaba estas palabras: