El Nuevo Eslabón

II

-Ubicación: Parque Reef Bay, Isla de Saint John.
-Fecha: 21 de Octubre a las 1245hrs.


La luz blanca de la vela se apagó luego de unos momentos de exposición, significa que ya he llegado a mí destino. Al abrir mis párpados, vi que me encontraba en un ambiente repleto de árboles tropicales frondosos y una fauna casi inexistente –salvo por unos insectos y ratas que corrían despavoridos hacia las entrañas de este bosque–. Una ubicación en que los turistas y los lugareños les dificulte mucho en acceder a la área, lo que lo hace un punto de aterrizaje ideal para que nadie sospeche mi aparición. No obstante, un olor perturbaba el aroma fresco de la fauna, una esencia a ceniza y carbón vegetal que no me permitía a mi nariz disfrutar del todo.
Dejando de lado ese minucioso detalle, saque de mi mochila mi PDA para rastrear la señal del suyo por medio de la Black-Net. Al detectar una señal que un dispositivo está aún conectado a la red, a unos 3.6km al Este de mi posición actual, empiezo a desplazarme entre los árboles –no para presumir ni nada por el estilo, sino porque en el suelo hay muchos arbustos y raíces expuestos que me obstruirían el paso y terminarían tropezándome con ellos con la cara en la tierra o caminando lenta y meticulosamente sobre esta–. En el trayecto, he tenido dificultades, la multitud de hojas que boqueaban mi vista a otras ramas al momento de saltar, las muchas palmeras en el lugar que tuve que balancearme entre ellas y agarrarme con la fuerza de mis manos, sin olvidar de la ramas que no podían aguantar 67.4kg de mi persona y se rompían segundos después de aterrizar sobre ellas, obligándome a reaccionar en el acto a sostenerme con otra cercana o saltar a otro árbol para no caer entre 3 a 5m. Quizás sea por falta de práctica, o que solo mi estilo PK está dirigido a superficies más firmes como en las zonas  urbanas, pero una cosa es segura, prefiero dormir en los árboles que andar sobre ellos.
Mientras tanto, esos olores que profanaban esta tierra se hacían más presentes, acompañados por una sensación de sofocación en mis pulmones. Por casualidad, decidí echarle un vistazo al cielo y me di cuenta de algo que me causó controversia. Pese a ubicación geográfica, la hora local y el estado climático del momento indican un cielo claro, sin embargo, el cielo estaba completamente opacado, y no me refiero que hay cumulonimbus que señalan la llegada de una lluvia o tormenta, sino cubierto de unas nubes anaranjadas que dan el efecto de estar en un eterno crepúsculo, pero sin ningún rastro del sol. Cuando estuve tan solo unos 14m de entrar a Coral Bay, quise subir a hasta la copa del árbol más alto que estaba en la cercanía para ver lo que me esperaba luego de salir al descubierto. Pero lo que presencié fue los misma naturaleza de la Guerra.
El bosque que cubría casi 60km de la isla, estaba siendo consumidos por un voraz incendio que no mostraba signos de detenerse ni de dejar algún ser vivo que se cruzara en su progresivo avance hasta dejar la isla en un enorme desierto gris. Los hoteles, cabañas y las pocas estructuras arquitectónicas estaban al borde del colapso, siendo consumidas por las llamas, cayendo por ser victimas de sus propias columnas destrozándose, o simplemente con sus muros y ventanas hechas trizas. En la playa asechaban navíos de la marina inglesa replegando barcos con soldados que se dirigían a la costa del lugar. ¿Será que los ingleses provocaron este incendio desenfrenado? No lo creo, porque si fuera así, los navíos deberían estar circulando al Norte de la isla –lugar donde, según mi observación, se inicio este incendio–. No obstante, están al Sureste, por lo que da la probabilidad de que aprovecharon esta catástrofe para ganar terreno sobre el dominio estadounidense.
Y dentro del terrible panorama, resaltaba una densa bruma que se acumulaba entre la playa y las zonas alcanzadas por el fuego, actuando como una burbuja aislante de la combustión. Un fenómeno climático que sale de la lógica natural, en especial cuando el incendio esta consumiendo la mayor parte de la humedad. Pero luego de tomar en cuenta que Erwin es conocido con el "Siervo de Chazaqiel" por su uso táctico de las granadas nube para cubrir su estancia temporal en territorio humano, es probable de que él lo haya causado para ocultarse de las fuerzas militares o para protegerse del fuego –lo que me parece una estrategia muy arriesgada, porque a largo plazo terminaría jugando en su contra, comprometiendo su ubicación. A menos claro que ya hubiera salido de la "pantalla de humo"–. Esto lo tuve que verificar con la señal, la cual sí se trasmitía dentro de esa bruma, y subiendo mis esperanzas de encontrarlo dentro del tiempo limite.
Me baje de los arboles ya adentrarme en el transito, la cual estaban repleta de vehículos varados obstruyendo el camino, sin ningún rastro de sus propietarios en los alrededores. Aunque pudiera pasar por encima, me arriesgaría a activar las alarmas, así que cruce con cautela entre ellos y continuo en la área forestales, pero guiado por la misma carretera. Estas al ser un más transitables la tierra era más visible y pude correr a campo traviesa sin problema, o al menos eso creí hasta encontrarme en el umbral de la bruma. Poco antes de entrar en ella, se cruzaba un gran camión de carga comercial que había chocado uno de los muchos arboles, viendo por la escena, eso ocasiono que el mismo árbol fuera derribado y cayó sobre otros vehículos –que desafortunadamente aún estaban tripulados en el momento del impacto–, causado un bloqueo en el trafico hasta donde podía alcanzar la vista. Y un detalle pase de largo al encontrarme antes con estos vehículos, y es que todos, absolutamente todos parecían conducir hacia Coral Bay.
¿Y por qué destaco esto? Porque esto cambia la comprensión de la situación local. Al principio, creía que esta cogestión se debía a que estaba huyendo del incendió y se dirigieron a Cruz Bay para evaluar la isla –algo tan obvio que no veía necesario anotar–, pero ahora que tomo en cuenta la orientación de estos, me da a entender que todas estas personas estaban escapando de Cruz Bay antes del incendio, acorralados hasta la bahía para salir a mar abierto o refugiarse del peligro. La única hipótesis que se me ocurre para explicarlo, es que el proyecto Riley-Night 708 mutó en Cruz Bay, los pobladores entraron en pánico y escaparon hasta el otro extremo de la isla, la conmoción debió ser el principal culpable del choque del camión, los demás tuvieron que proseguir a pie. Tiempo después –probablemente alrededor de una hora-, los infiltrados británicos debieron informar sobre el incidente y aprovecharon de lanzarles misiles ardientes de las bombardas que tienen en Road Town, erradicando de raíz la posible epidemia que se propagaría –se que esto último suena descabellado, pero sería razonable que estas redes de espionaje empleadas entre las naciones desde 2018 siguieran activas en los primeros días de guerra, al fin y al cabo, con el conocimiento ganas media batalla.
Pero esto genera el problema que tengo, o más bien que tendré al entrar a la bruma. Sea cual sea la razón por la que Erwin utilizara la granada nube, convirtió el área en una zona de seguridad para lugareños restantes y en un blanco para milicia británica –y por lo visto antes, no aparentaban tener la intención de tomar prisioneros-. Por lo que dentro de la bruma no solo me encontraré con él, sino también con civiles que lo más probable que ya estén expuestos a la batería y a soldados de la marina dispuesto a fusilarme cuando tengan la oportunidad.
Francamente no quería acceder a medidas letales si tuviera la oportunidad de evitar, tan solo entrar y salir sin llamar la atención, tal como dijo mi Maestro. Pero si me veo obligado a responder así, mejor tenerlas herramientas al alcance de la mano.
Al remover mi mochila de mi espalda, sacó mi espada SD-3 para guardarlo a un costado de mi muslo derecho, mi pistola T.C.F. en el izquierdo, dos de sus bolsillos pandorianos por detrás de mi cintura –uno con balas del calibre 38 y otro con perdigones de calibre 20–, un auricular conectado inalámbricamente con mi PDA en mi oído izquierdo y el PDA lo guardo en un bolsillo interno de mi chaqueta. Tras ponerme otra vez la mochila, me volteo a ver al Norte, donde puedo notar el horizonte rojo que poco a poco se avecina, y solo espero Dios haga que las leyes de la termodinámica funciones a mi favor, o por lo menos que la bruma dure lo suficiente hasta encontrarlo. En fin, luego de unos segundos desperdiciados, me tomo una profunda inhalación antes de saltar el árbol y entrar a la incertidumbre misma.
Dentro de ella, los olores que entregaban incendio no eran bienvenidos aquí al parecer, porque no podía percibir ni una pisca. No podía sentir sobre mi piel ni una briza, solo el agua que humedecía hasta mis pulmones. Aún sabiendo que estaba en el bosque, no podía distinguir los arboles que se encontraban ahí adentro, a menos que no estaban a solo 2m de distancia, más allá de ese radio solo podía ver siluetas irreconocibles, resaltando en la nada por tono más oscuro sobre el fondo gris, como una tierra baldía habitada por sombras. Escuchando tan solo mis pasos que caen al pavimento. Bajo estas condiciones era más comprensible que me sintiera que sin importar cuanto caminara, no estaba realmente avanzando, cual sueños en los que te pierdes en un vacío infinito.
Luego de unos 10 minutos de caminata, aparecen las primera señales concretas de civilización. Cabañas aun en pie, algunas con las puertas abiertas –quizás por excesiva confianza entre los vecinos, o porque fueron allanadas por los ladrones que no dejaron pasar la oportunidad–  y algunos cuerpos tirados en el suelo, acumulados en un montículo o cerca de una cabaña con un botella de alcohol –según lo que alcancé oler con mi nariz– en la mano. No me aseguré si estaban completamente muertos, por no poder verlos a detalle y por no querer desviarme mucho de mi trayectoria. Pese a que no sentí olor a sangre cerca, tampoco escuchaba signos de respiración, por lo que me abrí a la posibilidad de que hayan muerto por intoxicación al alcohol o por un paro cerebral causado por el sobre estimulo del Mal de Id.
Entre ellas una cabaña resaltaba, por estar tan alejada de las demás y por tener las luces encendidas en una de sus habitaciones. De por sí, esto no debería despertar mi interés, hasta que mi PDA me notificó una señal en el de transmisión originada dentro de ella, y me di cuenta que estaba usando una frecuencia usada por la marina británica. Quizás pueda sacar información concretar para poder asegúrame del contexto situación, y aprovechar de ver si acaso saben de nuestra existencia –o al menos la de Erwin.
Me acerco en silencio a la cabaña, pude apreciar cadáveres de soldados estadounidenses e ingleses, con orificios en su piel o con cortes profundo en sus cuellos. Ya estando a un lado de la ventana donde salía la luz, se escuchaba respiros bruscos y forzados de un hombre, junto con una sombra proyectando el perfil del mismo. Por su ángulo y rango de visión, me arriesgo a ser visto por la ventana si me asomo en ella, por lo que entro por la puerta principal semi-abierta. Dentro de las cabaña, las cosas se veían con mayor claridad, apareciendo que en el suelo estaba repleto de platos rotos, cubiertos mohosos, casquillos ensuciados con pólvora, un pantalón y botas de los ingleses –lo que me pareció extraño encontrar eso último–. Pasando por la sala de estar, veo esa luz saliendo de otra puerta completamente abierta, con la sombra del hombre dándome la imagen de que está de espaldas a la entrada. Avanzo hacia la puerta, aún sin que yo ni él tengamos la oportunidad de vernos el uno al otro, cuando me apoye en la pared de la derecha, desenfundó mi pistola y la empuñó con la mano izquierda, justo antes de exponerme, percibo un olor a sangre, orina y excremento humano, suponiendo de inmediato que ese era el baño. Al momento de voltearme y apuntar, observó lo que es para mí, una desagradable escena.
El hombre en el baño, que aún no se a percatado de mí, jadeaba debido a la excitación que se sometía al fornicar a una joven desnuda que se encontraba atada de manos y pies al inodoro –por lo apretados de las cuerdas que cortaban la circulación de la sangre, reflejan más rasgos de biastofilia que de un bondage–. El hombre mostraba varios fetiches que me resultaba difícil escoger cuales eran concretas o la peor entre ellas. Su cropofilia y urofilia ejemplificada al cubrirla de sus desgracias, su pedofilia por la joven que no aparentaba tener más de 10 años, o algo de necrofilia, por que la pobre niña que tenía en la cien clavado un cuchillo mientras mostraba una mirada absolutamente vacía y sin vida.
Me quedé anonadado, obligado a desviar la vista, y a taparme boca y nariz para contener mis ganas de vomitar. Inconscientemente doy un paso atrás, pisando accidentalmente restos de un vaso de vidrio. En seguida el hombre gira la cabeza para verme, dejándome ver los cortes en su rostro y sus pupilas difusas. Sin siquiera pensarlo, saca el cuchillo de su víctima y se me abalanza todas las intenciones de apuñalarme.
Para evitarlo, apuntó rápidamente en su cabeza, pero al momento de jalar el gatillo, sus movimientos erráticos provocaron que la bala impacto contra su oreja derecha y arrancársela, pero eso lo le detiene y me deja en el suelo. El hombre apuntaba a mi ojo derecho, para detenerlo, tuve que soltar mi pistola y agarrarlo desde su muñeca, pero en seguida aplicó más fuerza al sumar la otra mano, como una desesperada forma para matarme de esa manera, y ese deseo se mostraba en sus gemidos y risas que aumentaba al ver que la punta del cuchillo estaba más cerca de mí. Repitiendo :
 — ¡Muere cerdo americano, la zorra es mía y de nadie más!
Me era imposible patearlo para hacer distancia, debido a que enterraba sus rodillas en mis muslos, incapacitando el uso de mis piernas. Aún que le di unos cuantos puñetazos con mi mano derecha, no se inmutó y me escupió su sangre me mi cara, abriendo una oportunidad para por fin clavármela, pero no cedí en fuerza por esto. Aún con la mano derecha disponible y por sus nulo interés por este, sacó mi espada, pongo el extremo superior bajo su mandíbula y activo el sistema de despliegue, disparando toda la hoja contra su cráneo. Como todo mortal, el hombre se desploma sobre mí, mientras sus ojos perdían su brillo. Rápidamente aparto su cuerpo a un lado y desencajo mi espada de su cabeza, no espero ni un segundo para pasar mi mano sobre el rostro para quitarme la sangre. Después de recoger mi pistola, observo que en su ropa guardaba un transmisor walkie-talkie que emitía una pequeña luz parpadeante. Lo agarro y lo pongo serca de mi oído para escuchar sus telecomunicaciones...
En resumen lo que acabo de escuchar, reafirma mi hipótesis de que los ingleses empezaron el incendió y sospecharon de la bruma. Sin embargo, este hombre correspondía a el primer grupo de reconocimiento que perdió el contacto con la nave luego de entrar a la isla. Por lo que han enviado a un pelotón más grande y bélicamente preparado, aunque aún desconocen el origen de este y de Erwin. Antes de romperle el walkie-talkie, sincronizo la señal militar a mi PDA, manteniendo una conexión unilateral para que no me detecten.
Ya no tenía nada que hacer ahí, pero a un así, voltee a ver una vez más a esa niña mancillada. Me era imposible dejarla así, aunque fuera descendiente de los hombres que me han desterrado a mi y a los míos, ella no escogió nacer entre ellos, tan sólo es una víctima más que le cayó un destino cruel que no le desearía a nadie acabar de esa manera. Pensé si podía hacer para evitar que continuarán profanando su cuerpo inerte, pero al llegar a una posible respuesta, de inmediato mi cabeza me lo negaba con otro problema. ¿Que tal si la saco de ahí y la entierro?, no disponía de una pala, y si lo hiciera con mis propias uñas, me tardaría mucho en hacer un hoyo y en enterrarla. ¿Y si la incinero como los antiguos reyes?, me arriesgaría mucho a que la luz del fuego rebelara mi paradero, y probablemente la bruma impediría la combustión necesaria para ello. ¿Tal vez destruir la cabaña con ella adentro?, llamaría mucho la atención que una cabaña se cayera sin razón, y los demás se enfocarían en mí.
Una frustración me invadía al no saber qué hacer, que en un arranque de cólera le doy una patada a la pierna del hombre, pero luego de pensar lo que tengo a la mano, se me ocurre lo que único que podía hacer. Me acerco al cuerpo para tomar su cuchillo, después entró al baño con la nariz tapada, ya que no quería oler esa mezcla de sangre, orina, excremento y esperma. Ya estando ahí dentro, lo primero que hago es cerrar sus párpados para ocultar su última expresión en vida, después apago la luz, y le encierro la puerta. Con el cuchillo lo clavo en la pueda de tal manera que se traba con el dintel, y para asegurarme que nunca lo vuelvan a abrir, empiezo a doblar la hoja de un lado a otro hasta que este mismo se parta y se desprenda de la empuñadura. Cuando me deshago de esta empuñadura, usó la sangre que mancha mi espada como tinta, y escribo en la puerta la siglas en inglés de la frase "descansa en paz", dando por hecha su ataúd improvisada.
Al salir de esa cabaña y apartarme de su secreto, la promesa de me intento que aceptara Carine resuena con ecos en mi conciencia, y en seguida una imagen de Erwin en un estado semejante o peor grabándose en mis párpados. Pero saco esa idea de mi cabeza al darme unas palmadas en las mejillas, porque estoy seguro que está bien.
Siguiendo mi trayectoria, me doy cuenta que la señal de Erwin se está moviendo. No en el sentido de que se está alejando de mí, sino que se mostraba desplazándose de manera aleatoria y sin ninguna dirección, como si estuviera en medio de un combate o intentando buscar desesperadamente un lugar para ocultarse. Esto aportaba más mis expectativas de encontrarlo vivo, sin embargo, las transmisiones que recibo de los militares están informando que has avistado un sujeto sospechoso entre la bahía y el bosque.
Percatándome del mal augurio, empiezo a acelerar el paso me entras recargo mi pistola, pero esta vez con perdigones. Cada metro más cerca me encontraba más cuerpos tirados, algunos con mordidas en sus miembros, otros con cortes de diferentes profundidades, con orificios por bala, e incluso otros con notables pedazos de piel ausentes. Aunque me era imposible distinguir cuáles fueron infectados antes de caer y cuáles no, ya que sus síntomas son puramente psicológicos. Sé que tal vez mencionar las condiciones de los cuerpos no sea relevante –por ser obvios indicios del intento fallido de retener la epidemia y como lo agarraron a los ingleses por desprevenido–, sin embargo, pienso que es importante remarcarlo por qué más adelante hay un cambio brusco de imagen.
Ya a solo unos cuantos metros de Erwin, me encontré con soldados del Helldive –organización paramilitar de élite independiente de su país de origen Inglaterra, pero fiel a la alianza de "The Green Beast". Reconocidos por su adoctrinamiento neo-espartano, sus alteraciones a la anatomía de sus integrantes, y por su tecnología balística post-contemporánea de peso ligero–, debido a complexiones altas y sus trajes cibernéticos que los aíslan del exterior. Pero estos a diferencia de los anteriores, se encontraban horriblemente mutilados, no solamente desmembrados, sino con los torsos  partidos en dos de manera horizontal y hasta vertical. Los cortes sobre sus cuerpos no parecían ser hechos por una cierra motorizada, son demasiado limpias como para ser de uno, más bien se asemejan a ser cortés que puede hacerle un cuchillo a un pedazo de mantequilla a medio derretir. Pero, ¿uno que tenga la facilidad de romper hueso y metal en el primer intento?, no creo que hayan sido cortados por plasma debido a que no muestran que sus entrañas fueran quemadas por algo así, y tampoco que haya sido una espada o un hacha porque no existe un arma punzo cortante de tal calibre. Bueno, al menos no humana.
De repente escucho disparos muy cerca de mi posición, algunos por poco me alcanzan a dar, pero la manera en la que salían eran incoherentes como si apuntaran a cualquier parte, por lo que me cubrí en un árbol en la cercanía. Por medio del auricular, escuchó más disparos, junto con gritos silenciados segundos después de emerger.
Luego de un rato, en la intemperie aparece una silueta de un hombre alto  –entre 1.90m y 2.0m– desarmado que corrió hasta cansarse, afortunadamente se acercó lo bastante para ver que forma parte del Helldrive. Después de que calmara su propia respiración, activa el comunicador de su brazo derecho:
 —Central Náutica, aquí el Cabo Morrison, del escuadrón Beta-4. ¿me reciben?
 —Te recibimos soldado –pude escuchar una voz femenina desde el aurícula–. Soy la Capitana Emily Roberts del Central Náutico. ¿Ya lograron encontrar a los exploradores?
 —Si, los encontraremos muertos o infectados con virus –que idiota, es una bacteria, no un virus–. Por lo que no hay supervivientes Capitana.
—De acuerdo, ¿Y qué me puede decir sobre la bruma?, ¿Han descubierto su origen?
 —Negativo, su origen sigue siendo inconcluso. Aunque probablemente encontramos al...
 —Un momento Cabo. –interrumpió la Capitana–. Según los registros, a usted no le corresponde dirigir la misión. ¿Donde está su sargento?
 —El Sargento O'Niel está muerto, junto con todos los hombre de mi escuadrón y seguramente también los otros que se replegaron en la isla.
 — ¿Como es posible? No esperaba que la epidemia fuera tan peligrosa, incluso están equipados con equipo de aislamiento.
 —Capitana no son los infectados en general, a esos solo están enloquecidos y no cargan más allá de un escopeta recortada, sino que hay algo más aquí. Solicito que envíen un equipo en mi recate, pero que vengan con una unidad Trojan... no mejor un Ajax, y que no entren a la bruma.
 —Cabo, en su solicitud nos estás pidiendo que te autoricemos la retirada de la isla, lo cuál es imposible debido a la relevancia internacional de la operación. También recuerde que la retirada es un falta ante los dogmas del Helldive, si abandonas la misión, será castigado con penitencias tortuosas.
 — ¡Mierda me da igual que me arranque las uñas o me den 20 latigazos!, ¡Usted no entiende que hay algo que nos está literalmente despedazando! ¿Y para qué ensuciarme las manos si al cabo de unas horas el mismo infierno lo consumirá todo? –respondió con un rotundo enojo en su voz– ¡Ahora sáquenme de aquí antes de que esa cosa me...! –en medio de sus palabras, una sombra pasa fugazmente cerca del cabo y en un parpadeo sus piernas se separan de sus rodillas y termina cayendo al suelo, mientras empezaron a brotar dos cascadas de sangre.
El cabo grita con dolor y pánico, mientras observaba cómo esa sombra que le causó su desgracia se acercaba a él. Está vez se distinguía como la silueta de un hombre más joven, más o menos de mi estatura, que llevaba cargando sobre su hombro una espada con la altura de un Mandoble, la anchura de un Bracamante, la punta de un Dai, y la empuñadura de una Bastarda. Ya al detenerse, el cabo le ruega clemencia, implorándole que no lo hiciera, mencionando tener una familia en búsqueda de una apelación a su favor, pero el joven solamente alzó la espada y dejó que su peso la hiciera caer sobre él, clavándose hasta lo más profundo de la caja torácica.
Sin ningún otro grito o lamento del hombre, el joven suelta unas palabras al aire que delataron su verdadera índole:
 —NA A OLPRT A IAD OI A VOMSARG.
(Que la luz de Dios esté en cada uno de ustedes)
A pesar a que me costó reconocer su voz por el volumen bajo del mismo, el idioma me borró toda sombra de duda, era él. Deje de esconderme para poder verlo con claridad, y presencié su triste estado. Su gabardina sucia y polvorienta, su pantalón rasgado, sus botas manchadas de sangre y de barro, aunque no tanto como su espada. Su mirada reflejaba una expresión de sumo exhausto, también el cómo aplicaba todo su peso sobre su espada para que sus piernas descansarán. Su cuerpo estaba maltratado, con golpes y rasguños en su rostro, incluso un corte que pasa por su labio inferior hasta su barbilla. Pero la que peor lucia era su brazo izquierdo, que estaba literalmente colgando de su hombro, sin muestras de que pueda volver a moverse, está marcada por los dientes de otra persona, decorado por heridas que atraviesan su piel, y una navaja enterrada en el tríceps como el toque final.
Instintivamente reduje las distancias entre nosotros para socorrerle en seguida, el dirige su mirada hacia mí e iniciamos el  primer contacto visual después de hace un buen tiempo, y la desagradable sorpresa de ver que en centro de sus iris color marrón oscuro estén esas mismas pupilas difusas. Supongo que era de esperarse al notar la mordida, pero aún así sentí un profundo pesar en mi pecho cuando me lanzó esa mirada que no le haces a un simple desconocido, sino a un enemigo.
Erwin se esfuerza en enderezar su espalda y poner sus pies firmes sobre la tierra. Y antes de hacer cualquier cosa, se dice en inglés:
 —No pienso, no debo, no puedo... ¡Morir aquí!
Y como si le hubieran inyectado adrenalina pura, con un rápido movimiento de mano agarra su espada, hace un giro bajo su brazo, dándome una patada en el pecho que me desequilibra y me tumba por la sorpresa en medio de su rotación. Cuando su cabeza estaba debajo de su brazo, dobla su espalda hacia delante para desenterrar su espada, y con solo la inercia pasa por encima de él y caer adelante suyo para partirme a la mitad de manera vertical. Todo eso en una fracción de 2 segundos.
Por gracias de Dios alcancé a reaccionar y hacer un giro a la derecha, dejando que la espada desprendiera el agua y el barro del suelo. Cuando apenas me levanto, Erwin invierte la forma de empuñar la espada con un giro de muñeca, levanta la espada e intenta lanzarme un corte horizontal desde su derecha con tal fuerza que se reflejaba en sus músculos y vasos sanguíneos bien marcados. Alcanzo a responder enfundado la mía, colocando la hoja de lado para recibir el impacto, pero no de manera perpendicular, sino con una pequeña inclinación para desviar su fuerza hacia arriba –porque si no lo hubiera hecho, terminaría con el brazo roto o por lo menos haber salido por los aires–. Al momento de que quedara descubierto, le doy una tacleada por hacer distancia entre nosotros, como un metro y medio para no perderlo de vista.
La tacleada fue más bien un empujó que cualquier cosa, por lo no tardó en reincorporarse. Sin embargo, Erwin fija su atención a mi espada con los párpados bien abiertos, como si no debería tenerlo en mis manos:
 —Tú... ¿De donde sacaste la arma que empuñas? –me preguntó extrañado. Quizás no me reconozca por la apariencia que adopté para la misión–. Esa espada no te pertenece, es propiedad de mi familia, y estas perturbando su propósito con tan solo llevarla entre tus dedos. Suéltala ahora.
Por lo visto Erwin aún se resiste a la influencia de la bacteria, pese a su violenta reacción al verme, puedo intentar razonar con él y administrarle los medicamentos antes de llevármelo:
 —Escucha, yo...
Sin darme la oportunidad de terminar, se desplaza con esa velocidad fugaz de antes con la espada en frente dispuesto partirme, pero pongo la mía en medio y termino empujando por su fuerza hasta impactar contra el mismo árbol que me cubría:
 —Creo que no me escuchaste bien –me dijo mientras ambos forcejábamos hasta ver cuál de los dos cediera en resistencia–. Esa arma no fue hecha por los humanos, ni siquiera reconocerían el metal de la hoja aunque tengan cien años para estudiarla. No es una herramienta creada con los deseos sádicos de acabar con el prójimo, sino una gloriosa pieza de ingeniería mecánica y herrería empleada para proteger a mi gente de los tuyos –tal vez sea inapropiado debido al contexto, pero no pude evitar sentirme un poco halagado por su comentario–. Pero al usarla contra mí, estas profanando la dignidad del hermano que con esmero la creó. Rectificaré esta ofenda arrancando la espada de tus manos sin vida y regresará a ser portada por alguien que lo merece –dirige su mirada sorprendido y molesto hacia donde tengo mi pistola–. Dios mío ¡No eres más que un sucio ladrón!!!
Luego de unos segundos con el rechinar entre nuestras hojas y de ese grito suyo como última palabra, Erwin mueve su espada un poco más hacia arriba y hace un espacio entre ambos para darme un fuerte rodillazo en a parte inferior de mi abdomen. Aprovechando mi contracción de recibir el golpe, da un paso atrás, cruza su brazo por su torso hasta dejar su espada detrás de él. Y con un grito de guerra advierte su ataque y cómo con este se desquitara toda su cólera contra mí.
Yo afectado por el golpe bajo, solo pude evitarlo flechando mis piernas y estar lo más cerca del suelo. Por un pelo me salvó de su feroz corte, que al final taló ese árbol con un tronco que especulo son de un radio de entre 40 y 45cm de grosor. Mientras el árbol provoca un estruendo tras su caída, giró en el suelo y me levando con la guardia en alto en espera de su próxima acción, el cual este no tarda en darse cuenta que falló y que no soy un blanco fácil de dar:
 — ¡¿A cuántos de mis hermanos liquidaste para usurparles sus pertenencias?! –me preguntaba mientras me apuntaba con la punta dispuesto a darme un estocada en cualquier momento.
 —Por favor escúchame, no es lo que tú piensas, yo... –dije antes de ser interrumpido nuevamente al eludir su ataque, desviando la estocada al chocarla con la mía lejos de mi cuerpo. Sin embargo, no ocurre lo mismo que la primera vez, sino que Erwin justo después de fallar en su ataque, suelta su espada para agarrarme mi brazo derecho, luego gira por debajo de ellos mientras se coloca detrás de mí, posteriormente me aprieta la mano de tal manera que afloja mis dedos del mismo y me patea después de arrebatarme la espada.
Para cuando volteo desarmado, veo como Erwin con un rápido movimiento de dedos suelta el seguro del arma y guarda la hoja dentro de su empuñadura. Después de guardarla en su cinturón, al lado de un cuchillo persa, recoge la suya del suelo al levantarla con su pie:
 —No quiero escuchar las excusas y mentiras que salgan de tu boca. Solo calla y perece al igual que lo harán el resto de tus semejantes.
Luego de sus palabras, camina lentamente hacia mí mientras su espada reposaba amenazante en su hombro. No podía usar mi pistola contra él, así que deslicé mi mano mano dentro de mi mochila mientras mantengo las distancias:
 —Por favor, estas infectado y muy malherido, déjame ayudarte.
 —Que insensato de tu parte ofrecerme ayuda, cuando ni siquiera puedes valer por tu propia cuenta –respondió crudamente, aunque no tome a pecho sus palabras, porque sé que no están dirigidas a mí.
Cuando extiende su brazo y alza la espada, encuentro lo que buscaba, y justo al momento que Erwin dejó caer su ataque sobre mí, sacó mi escudo D.B. en modalidad defensiva para recibir el golpe. El impacto entre los metales provocaron que me arrodillé en un pie y una onda expansiva que apartó la bruma entre nosotros, otorgándome la oportunidad de apreciar que desde su cabello hasta los pómulos están manchados de sangre y ceniza, dejando un antifaz con distintas tonalidades de rojo adherido a su piel. Lo que es inusual debido a que no tiene graves heridas de la nariz para arriba, por lo que la sangre corresponde a terceros.
Segundos después, empujó su espada con la fuerza que uso para reincorporarme, obligándolo a dar unos pasos hacia atrás:
 —Ahora comprendo, no fueron la espada ni la pistola lo que robaste en primer lugar, sino la mochila –comentó antes de tomar su espada por el centro de su hoja y enfundarla en su espalda–. Esto cambia las cosas, por poco cometo el error de despedazarte a ti y el sin fin de artilugios que puede guardar ahí dentro, así que será mejor darte un tratamiento distinto.
Erwin desenvaina ese cuchillo persa que tenía en el lado derecho de su cinturón, la toma como si fuera un puñal, se pone en guardia y en un parpadeo se dispone atacar.
Alcanzo a cambiar la modalidad del escudo a una con menor área de cobertura para otorgarme mayor versatilidad y visón ante todos sus movimientos. Y ahí comienza un juego macabro, donde él aprovecha cada apertura posible que identifique en cuestión de segundos, al mismo tiempo que muevo mi única defensa disponible al ritmo de su cuchillo que chocan al compás de puras corcheas y semicorcheas sin orden ni gracia. Se podría decir que a simple vista, me he limitado en cuanto a acciones y hasta que soy "humillado" por las habilidades sobresalientes que ha demostrado, pero en esta ocasión, he descubierto de que esta peleando de otra manera. En el aspecto general, son los mismo movimientos que recuerdo aunque más pulidos. Pero la rigidez de sus hombros, el agarre tenso de su mano, la respiración acelerada desmedida, y la fuerza excesiva que aplicaba en sus golpes no indicaban ser el que está tomando las rienda, sino como una presa que lucha contra su depredador con todas sus ansias de prevalecer.
Quizás el Mal de Id sea el mayor artífice de ese comportamiento y que cause su actitud agresiva, pero esto no es suficiente, todos los indicios que carga sobre su piel muestran el duro trato que recibió al encerrarse en la isla. ¿A cuántos tuvo que enfrentar durante casi una hora?, ¿A cuántos le apuñalaron por la espalda para dejar moribundo su brazo izquierdo y con los nervios a punto de explotar?, ¿A cuántos ha tenido que rebanar de forma despiadada para asegurarse de que lo dejen en paz?, ¿Y cuánto tiempo lleva reteniendo ese parasito que destruye su identidad? Sean cuales sean las respuestas, es claro que su estancia no fue agradable. Aunque Erwin pueda verme como su enemigo, para mí es un pobre animal perdido, que fue víctima de los golpes e insultos de los hombres crueles entre la calles, y que ahora gruñe y muerde a cualquiera que se acerque a él. Pero estoy dispuesto a llevarlo de regreso a casa.
Cuando le dejo un pequeña abertura intencional al costado derecho de mi torso, no pensó dos veces en aprovecharlo para apuñalarme. Centímetros antes de que la punta de su cuchillo tocara mi ropa, agarró su muñeca con la mano izquierda, le hago cruzar bajo mi antebrazo derecho hasta darle un golpe suave en su nariz solo para desorientarlo. Acto seguido, pasó mi brazo derecho por debajo del suyo para inmovilizarlo mientras que con el izquierdo le arrebató el cuchillo de sus manos y arrojarlo. Después le hago caer de espaldas al hacerlo tropezar con mi pierna al momento de empujarlo, apoyo mis piernas sobre sus muslos y me saco mi mochila para buscar el la cura más mientras resistía los intentos de Erwin para librarse.
Primero saque el inyector de Carine y me lo puse entre dientes mientras sacaba el frasco con los patófagos, pero Erwin desprendía cada vez más fuerza de su ser, mientras me ordenaba zafarlo y que esto no me salvará de la ejecución que él está dispuesto a hacerme. Cuando encuentro el frasco, lo instalo en el inyector, la saco de mi boca y le lanzó un grito frente a si cara:
 — ¡Erwin! –al escuchar su nombre saliendo de mis labios, dejó de forcejear y se quedó sorprendido. Seguramente se pregunta el porqué sabía su nombre, pero para asegurarle que soy su aliado y amigo, le mostré una señal que de todos los presente en esta isla, solo él pueda entenderlo–. ZIR Goliat, ILS ESIASCH.
(Soy Goliat, tu hermano)
Erwin quedó anonadado, yo aproveché de administrarle la inyección en su cuello. Luego de guardar el inyector, le ayudo a levantarse al sujetar ambos hombros y al bajarme de sus rodillas. Posteriormente, un silencio se interpone entre nosotros, no sabía si tenía que decir algo más o esperar una respuesta de su parte, por lo que decidí ser sincero con él y mostrarle la sonrisa que nacía de mí. Erwin me observe de arriba hacia bajo, para después regresar a verme a los ojos y decirme:
 —Te queda mejor el verde –luego me jala una ojera para verla mejor–, y también las orejas puntiagudas.
Tras su comentario, ambos reímos a carcajadas mientras nos dábamos un cordial y cálido abrazo. Dándole las gracias a Dios por otorgarle la fuerza necesaria para seguir vivo el tiempo suficiente para poder encontrarlo y sacarlo de la oscuridad, por darle la voluntad de no caer ante el mal que lo invadía. Felicidad, tranquilas y serenidad fueron las emocione que recorrieron todo mi ser, al darme cuenta que lo peor nunca pasó y que valió la pena en hacerlo.
Desafortunadamente, lo pensé muy pronto. Porque a travez de mi auricular escuche otra transmisión por parte de los ingleses, y me presentaban un gran problema que se avecinaba:
 —Aquí el Sargento Miles del Gamma-1 dentro de la bruma.
 —Excelente –escuché la voz de esa Capitana Emily–, inicien la búsqueda de las anomalías.
 —Entendido Capitana, desplegando la funciones del sistema Ajax.




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