-Ubicación: Centro de Salud Comunitaria Myrah Keating Smith, Isla Saint John.
-Fecha: 21 de Octubre a las 1445hrs.
Antes que hacer cualquier cosa, le hecho un mirada a mi alrededor. Exceptuando que no podía divisar otra persona rondando por las cercanías, me llama la atención las hojas de los arboles que silbaban temerosamente por el viento proveniente del Este advirtiendo de la muerte horrible que les esperaba.
Irónicamente, un final que varios de mis ancestros han padecido. Pero no podía arriesgarme a exponerme al apagar el incendió, independiente de mis deseos, resultaría insensato de mi parte aportar una garantía para que la bacteria se vuela un infortunio mayor de lo que fue aquí. Por lo menos puedo tener la conciencia tranquila al saber que Dios dará cobijo a sus almas tras la desgracia.
Si ampliaba la vista más allá de los árboles, podía observar algunos edificios de Cruz Bay que se notaba por encima de ellos, debido a que la zona me encontraba está a una altura con respecto al mar era una poco más alta en comparación que con la bahía. Sin embargo, me fue difícil diferenciar cuales eran departamentos, hoteles o compañías corporativa. Y no es por estuvieran lejos, aunque había un espacio de entre 2 a 3km que nos separan, más bien porque sus siluetas se asemejaban cuál columnas grecorromanas. ¿A qué me refiero con esa comparación? A que estaban tan maltratadas como las ruinas encontradas por arqueólogos. Humo se desprendían de ellos, como si el fuego se hubiera apagado hace mucho. Y sus infraestructuras fueron alteradas con orificio que daban las sospechas de que se desplomarían en cualquier segundo, o algunos que ya son caído debido a que los techas estaban indefinidos entre escombros.
Sinceramente esto me dejo anonadado, porque esos edificios fueron construidos después del 2017, diseñados para aguantar la ira del mar manifestada en tsunamis y maremotos. Haciéndome preguntar qué fue lo que arrasó con ellos y cómo esta el resto del lugar, ¿qué habrán hecho los primeros soldados afectados de la bacteria para dejarla así? Sea cual sea la respuesta, no puedo depender de la suerte, por que en definitiva han trasladado a los primeros pacientes a esta clínica que presumía unas ventanas rotas y muros descolorados. Y no lo estoy dando por hecho solamente por las muchas ambulancias dejadas de lados frente a la entrada, sino porque esta es la única residencia de atención médico en toda la mísera isla.
Así que antes de entrar y lanzarme al peligro con mis cartas, preferí cambiar de mano y escoge una mejor. De mi mochila guardo mi escudo DB, mi auricular y mi PDA. Y en su lugar, saco PDA de Erwin, un cinturón que sujetan ocho granadas MG7, mi rifle DSG pero solo con su munición a base de plomo, y un casco de cuarentena.
Este último, comparte ciertos aspectos con el sistema de aislamiento post-contemporáneo; como los parlantes exteriores, pero se distingue por un visor transparente de diamante para fiarme únicamente de mis ojos, y un sistema de filtración del aire ambiental que solo deja pasar elementos químicos tan pequeños como el O2 a mis fosas nasales. Opté por usarlo ahora por el posible riesgo de encontrarme con las enfermedades de transmisión respiratoria hayan usado para el experimento. Legiones, tuberculosis, gripe, o incluso un simple resfriado se les pudo escapar de sus parámetros de seguridad tras la conmoción -y soy de esos sujetos que se ponen de mal humor el tener la irritable sensación de una nariz congestionada, por lo que estoy más que dispuesto a evitar de la mejor manera estos inconvenientes-.
También programé mis granadas para que sean de superficie adherente y que se detonarán de forme remota por medio de una señal transmitida por el PDA de Erwin, con el fin de destruir la clínica con la investigación con ella. Pero me tarde un poco en ajustar las señales debido a que no estaba acostumbrado a los modelos táctiles, con controles de rápida función y a su vez limitado por sus tamaño compacto -me resultó irónico que me fuera más difícil desarrollar un detonador digital para ocho granadas que en hacer un PDA del mismo modelo desde cero-.
Después del trámite, cargue mi rifle con la primera bala en su cañón inferior, y pasó por lo que queda de la puerta principal con la mira al frente de mí y el dedo sobre el gatillo. Bajo su techo, las únicas luces que habían eran las de los focos que aún permanecían encendidas sobre mi cabeza.
En la recepción no se percibía nada fuera de lo "común" -a parte de no haber nadie en para atenderme-, pero al voltearme a ver al pasillo de al lado, este aparentaba ser víctima de un temblor por las notables grietas, o quizás de una guerrilla por los pequeños cráteres que revelaban algunos cables y tuberías de su infraestructura. Vidrios rotos, camillas tiradas, sangre derramada y chispas de electricidad eran lo que más abundante en el suelo y tuve que andar con precaución de provocar el mínimo ruido posible. Cuando pasaba cerca de la primera columna, coloque una granada en su superficie de tal posición que me aseguraría que nadie lo notara o si los cables con electricidad entren en contacto con el y alterar su programación. Posteriormente, una puerta se abre de golpe, dejando entra más luz y una mano diestra que salía por debajo de la altura de la perilla. De inmediato reacciono al choque de la puerta contra la pared y a punto a esa mano que se desplomó segundos después, sus dedos se estiran en búsqueda de algo para agarrarse hasta que se enterraron hasta el fondo de una grieta, para luego arrastrar con esfuerzo el resto de su cuerpo al otro lado de la puerta. Resultó ser un hombre de delantal blanco que tenia un antebrazo prostetico del segunda generación -o de serie cibernética como se conocen dentro de mi Distrito-, pero atrofiado por abolladuras que lo torcieron cual tarro de hojalata. Y si desplazaba la vista hacia su parte inferior, podía ver el bisturí perforando en la región baja de su espina dorsal que justificaba su estado parapléjico.
No se demoró en darse cuenta de mi presencia. Sin embargo, por su vulnerable posición y a sus opciones limitadas, supo que lo más prudente que podía hacer era levantar su mano como muestra de su indefensión mientras mantenía el contacto visual:
-Es... espera, no dispare -imploró tartamudeando, más que por el dolor impuestos sobre sí, era por el miedo expresado en el temblor de su labio inferior-. Por favor, se lo ruego... n... no dispare.
-Identifícate -dije en con un tono más grave para aparentar tener más años en mis hombros y en un volumen alto debido a que mi casco suprime el 60% del sonido emitido dentro de ella para que los demás no puedan escucharme respirar.
-S... soy el d... doc... Dr. Franklein, el personal a cargo del pro... p... proyecto Riley-Night 708.
- ¡Pruébalo! -le exigí con una voz sería para que entienda que no se salvará si miente. Mientras asiente con la cabeza rápidamente, saca debajo de su delantal una tarjeta de identificación con el logotipo de la CIA y me lo entrega. Y sin dejar de apuntarlo, le quitó su tarjeta de la mano de un movimiento y le hecho una ojeada.
Dr. Gregor Franklein, graduado en la Universidad de Boston y con dos doctorados, uno en psicopatología y otro en ingeniería genética. Esos son los datos que considere más relevante destacar -porque el resto lo podía ver en los registros de su perfil digital-, y al confirmar que la imagen de la tarjeta coincide con su rostro, le regresó su tarjeta.
-Si eres el supervisor del proyecto, entonces supongo que sabes que salió mal y qué ocurrió aquí. -dije mientras bajo la mira de mi rifle.
-D... de hecho soy el que diseñó el genoma del organismo unicelular simbiótico, pero la supones bien en lo demás.
- ¿Así que admites que eres el responsable de lanzar una epidemia en la isla?
-No, no no no -repitió mientras seguía negándolo con la cabeza-. Fue culpa de uno de los sujetos de prueba que se expuso a una gripe cuando su cuerpo aún estaba en fase de asimilación.
Sé que no ganaría nada si le pregunto cómo no tenía algún protocolo de seguridad para esas circunstancias, por lo que fui directo en cuanto a contarme lo que sucedió en la clínica:
- ¿Eso también explica el porqué el lugar está hecho un campo minado? -pregunté sin un ápice de sarcasmo.
-Si... bueno no... más bien fue unos de los detonantes, ya que se implicaron otra variantes que influenciaron simultáneamente y/o consecutivamente que no sé por dónde comenzar o si desconozco algunas.
-No necesito que me cuentes como toda la isla se volvió en un intento de purga, tan solo dime qué ocurrió aquí.
-D... de acuerdo -dijo antes de respirar hondo y calmarse-. Hace dos horas, un interno de las instalaciones me notificó que uno de los sujetos de prueba, que salieron de los laboratorios para analizar las reacciones neuronales en un ambiente público, fue trasladado en una ambulancia hasta aquí por desmayarse en medio de las calles de Cruz Bay. Yo les ordené que lo sedaran mientras iba lo más rápido que pude en mi auto, pero cuando llegué, habían varias ambulancias que desplazaron tanto civiles como otros sujetos.
En ese entonces solo me encargue del primero que trajeron mientras que los demás los colocaban en una zona de cuarenta improvisada, y luego de una exhaustiva inspección, descubrí que se había contagiado de gripe. Y debido a su fisionomía de agente maligno, termino ingresando a las células de su cuerpo y alteró en comportamiento del proyecto hasta que adoptará atributos virulentos más allá de sus parámetros.
Desafortunadamente este fenómeno concluyó tiempo antes de que pudiera inhibirlo de algún modo, y no sé a cuántos pudo infectar durante las horas que estuvo fuera de custodia -no hace falta mencionar que fue una rotunda estupidez que los dejaran libres desde un comienzo-. Por lo visto, quizás lo suficiente para generar un efecto expansivo que afectó la población cuantitativamente más rápido que brote del ébola del 2014. Y lo sé porque luego de 27 minutos de estudios, todos los pacientes actuaron como si estuvieran en una tierra sin ley y atacaron a cualquiera que se les pusiera al frente, incluso ellos mismos.
Pero antes de que pudiera escapar de las instalaciones, el hombre al que anestesie y estudie me apuñalo por la espada y me rompió el brazo a golpes a puño limpio, gritándome que me había acostado con una mujer que nunca conocí. De no ser por la bala loca que atravesó su frente, habría muerto por sus nudillo marcados en mi cráneo.
Sin embargo, la apuñalada que recibí atravesó justo en los axones de mi espalda baja y me quedé postrado en el suelo mientras escuchaba el tiroteo que se armó aquí. Y desde que deje de escuchar la balacera que estoy intentando salir de ese quirófano.
No me fiaba de su palabra, aunque lo del sujeto de pruebas era un hecho al divisarlo dentro del quirófano tirado y con un orificio en su frente, no habían más cadáveres o casquillos de bala que prueben que hubo una escaramuza. Pero tampoco tiene mucho sentido que mienta sobre lo que pasó aquí, y si busco entre los cráteres partículas de pólvora justificara el uso de granadas.
- ¿Donde están los datos del proyecto? -le pregunté para saber si es necesario que vaya a Cruz Bay.
-Tranquilo, todo el desarrollo de mi investigación y experimentos los tengo conmigo siempre -dice con un tono de confianza, y está vez le creo porque note en un bolsillo de su bata un bulto rectangular, que seguramente era una memoria extraible.
-Oh, es un alivio saber que se ha encargado un trabajo tan importante para nuestro país no cayera en manos enemigas -mentí mientras me ponía de rodillas para acercarme a él y arrugaba mi rostro de tal manera que mi mirada, ya que la máscara cubre de nariz para bajo, dé la idea de que estoy sonriendo.
En ese instante, cuando el Franklein reflejo un aire esperanzador como si lo malo ya pasó, pude verlo directamente a los ojos. Y reconocí una vez más esas pupilas difusas. El cañón de mi rifle estaba recostado en mi rodilla justo con el cañón apuntando a su cabeza, solo bastaba el jalar el gatillo sin que se dé cuenta, lo cual lo hice en el primer segundo de pensarlo.
El susurro letal del cañón que anunciaron a su primera baja fue escuchado solo por mí, el casquillo que soltó después lo tomo en el aire y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón. Luego saco de su bata esa memoria extraible y subo la información guardada en esta a la Black-Net desde el PDA antes romperlo de un pisotón .
Continuó con mi recorrido por el pasillo mientras echaba un vistazo a lo que habían al otro lado de las puertas, y lo que me encontraba eran escenas que harían que un filántropo perdiera la fe por la humanidad. Desde ver a travez de una ventana de una puerta cerrada a un hombre pálido colgando de un ventilador por medio de una cortina que rodeaba su cuello, con un movimiento lento de las aspas que daba la imagen de que estuviera flotando en círculos y sin ningún lugar a donde ir. Hasta encontrar a una mujer tumbada en el suelo y cubierta de jeringas que penetraban su piel hasta matarla por las hemorragias múltiples -o más bien por su belonefilia, debido los pezones duros trasluciendo a travez de su blusa verde y por la región mojada de sus muslos que están justo debajo de su entrepierna, da la conclusión de que la mujer falleció por causa de la excitación auto-impuesta al sentir el frío metal de las agujas atravesando su carne-.
Dejando de lado el resto de sorpresas de mal gusto que me fui encontrando, no tuve problema en instalar otras cuatro granadas en puntos clave, generalmente porque las personas estaban muertas o a punto de cruzar su umbral. Pero aún así no me quitaba la tensión de que en cualquier momento alguien se abalanzaría sobre mi y el de tener la culata adherida a mi hombro de tanto apuntar.
Más adelante me haya un acceso exclusivo para personal autorizado, vigilado por dos soldados estadounidenses sin equipo de aislamiento. Estaban apoyados de espaldas a un muro revisando sus armas, uno tenía un AK-337 con la punta del cañón aún brotando humo, y el otro con un subfusil Colt de 9mm con una mira holográfica. Tuve que ocultarme dentro de una sala cercana antes de que me vieran, después los escuchaba hablar:
-Ya se están tardando demasiado en cremar unos cuerpos.
-Hemos confirmado una total de 41 bajas, es lógico que se tomen su tiempo.
-Si pero, ¿Por qué razón hay que incinerarlos?, ¿Cuál es la gracia de no dejarlo regados por ahí e intentar evacuar la zona de cuarentena?
- ¿Y arriesgarnos a que nos expongamos a esa mierda? No, muchas gracias... No tenemos ni la más mínima idea de cómo se propaga, por lo que no podemos arriesgarnos en que los cadavéres lo emanan a travez del olor a podredumbre. La opción más conveniente es en reducir los restos a carbón en una sala cerrada. Además, estaríamos desobedeciendo órdenes directas de Washington.
-Bueno, si lo pones así, es obvio que concuerdo. Y ya lo aclaraste, solo espero que esa cosa no nos esté invadiendo en silencio.
-No te preocupes, si muestras algún comportamiento extraño, yo me encargaré de darle un tiro en la cabeza. Asegurándome de que mueras de la forma más rápida e indolora posible.
-Gracias, ahora me siendo más tranquilo.
-Habló en serio, y será mejor que me hagas lo mismo conmigo.
-Me rehusó.
-Da igual tu opinión en estas circunstancias, aunque prefiero morir de un disparo limpio a que ser acribillado, así podrían tener mayor cantidad de munición para aumentar sus probabilidades de supervivencia.
-Que cruel y desconsiderado pensar de sea manera.
-Solo estoy siendo objetivo.
- ¿Y qué me dices de tus hijos?, ¿acaso consideraste en tu ecuación la probabilidad de que dos niños queden huérfanos de la noche a la mañana y desamparados en medio de una guerra?
-La milicia se está encargando de su cuidado mientras yo le siga sirviendo a mi patria.
-Por ahora, pero ten en cuenta que no sentirán arrepentimiento en dejarlos a su suerte cuando no seas más que una baja adicional en sus estadísticas.
-Gracias por recordármelo, pero ya tengo la solución -dijo antes de que yo escuchara cómo sacaba de un bolsillo con sierre unas cosas y después el desliz de una pluma sobre una superficie-. Tenlo.
- ¿Por qué me entregas una foto?, ¿Y qué es lo que escribiste detrás de ella?
-En tus manos tienes mi autorización de ser el tutor legal de mis hijos, escrito con mi letra y firma para no hayan dudas de su autenticidad.
- Un momento, no creas que pueda ser capaz de hacerme cargo de unos niños.
-No será necesario, si llegas al Campo de Concentración Civil de Florida y muestras esto al personal encargado de las familias militares, seguirán cuidando de ellos bajo tu nombre. Bueno, tu única responsabilidad que tendría con ellos es que no mueras, ya que ellos caerán contigo.
-Sabes, aunque te conozco de toda la vida, aún me sorprende esa actitud desalmada que tienes... Pero aún así aceptaré en cumplir tu "última voluntad" y seré un padrino amoroso que un padre ausente que siempre han tenido.
-Con tal de que tengan comida y refugio me basta. Pero si una vez en el futuro puedes decirles lo mucho que los amaba, entonces podré descansar en paz.
-Suficiente de melancolía, aún no estás muerto. Cuando evacuamos la isla, te devolveré la foto.
-Si es que salgo de aquí.
-Una ves más reluciendo tu optimismo.
Minutos después de su conversación, escuche pasos acercándose a ellos desde el otro pasillo. Al distinguir los ritmos, el volumen y la frecuencias distintas de los ellos y pude notar que eran tres personas más. Los pasos se detuvieron cerca de los dos guardias, confirmando la sospecha de son los sujetos que se encargaron de quemar los cuerpos.
No quise arriesgarme a asomar la mirada y observar con qué estaban amados, por darle la misma oportunidad de que pudieran verme. Tampoco lanzarme al ataque y en entregarme a la incertidumbre a ver si salgo con vida -y ese estilo es más de Konrad que mío-. Dios, perfectamente pueden traer un lanzallamas sin que yo sepa por qué mi casco me impide percibir los aromas a mi alrededor.
No se me ocurría una forma exacta de cómo tratar este inconveniente, pero si uno general. Desde mi posición, tenía visión directa de un foco de luz que alumbraba parte del pasillo y la última puerta por donde entré, si la rompo, llamaría su atención sin que me descubran y podría actuar por sobre su ventaja numérica.
Así que saque el casquillo de mi bolsillo y lo arroje con fuerza al foco, desprendiendo chispas y vidrios momentos antes de que se presenciará la oscuridad. En seguida los guardias se percatan de ello y escucho sus pasos acercándose a mí suavemente, y yo me apoyo de espaldas contra la pared agachado mientras espero hasta que el primero en pasar frente a la entrada. Al oír los primeros vidrios hacerse trizas al ser pisados, entró en acción.
Salgo de la sala para embestirlo contra la pared, luego atrapó su cuello con el antebrazo izquierdo pero con la mano sosteniendo en cañón de mi rifle mientras me colocó su cuerpo entre sus compañeros y yo con el fin de usarlo como escudo. Apenas cuando los tuve en el punto de mira, jalo en gatillo sin que alcanzaran a hacer algo, y cae uno de ellos justo después de recibir cinco proyectiles en su torso.
Los otros tres restantes se colocaron a cubierto agachados para que nos les alcanzarán uno de mis disparos, pero aprovecho de remover las armas del rehén que tenía entre mis manos con el fin de no pudiera hacer nada en mi contra si es que alcanzaba a recuperar la consciencia. Luego avanzó entre el pasillo para acortar las distancias, hasta que el guardia con el subfusil asoma su arma desde la pared izquierda y dispara a ciegas con esperanzas de que una bala me alcanzará, pero termina acribillando a su compañero. No obstante, otro guardia sale de su escondite con una escopeta SPAS 12 dispuesto a hacerme acercarse a mí lo suficiente para hacerme una quemarropa, pero al descubrir su improvisada estrategia, le recibo con dos disparos en el hombro del brazo que usaba para sostener su arma para quítame del frente de su cañón y lo remato en seguida un otro disparo directo a su encéfalo. Después de que se desplomara, el guardia con el subfusil termino de vaciar el cargador, y yo suelto el cuerpo para correr hasta él.
Al alcanzarlo, agarro su arma desde el cañón y se la quitó de las manos al darle una fuerte patada en abdomen que lo tumbó, y sin darle la oportunidad de descansar, descargo lo que queda de mi cargador en su pecho hasta que los proyectiles perforaran su chaleco anti-balas y alcanzaran su tórax.
Por desgracia, me olvide por un momento del último guardia con el rifle, y ese descuido lo pagué caro al ser fusilado por la espada -por el dolor que sentí, debió lanzar siete balas, todas por debajo de los hombros y por encima de mi cadera-. Luego de soltar mi arma y de tirarme al suelo boca abajo, escucho los pasos del guardia acercándose a mí, o al menos eso creí hasta notar que pasó de largo de mi y se detuvo frente al último que maté. Veo que arquea las rodillas, que entiendo su mano frente al rostro del moribundo y le cierra sus párpados mientras lanza un pesado suspiro que apenas pude escuchar:
-Ay Dios, detesto que siempre tengas la razón.
Cuando me estaba dando la espalda, muevo mis manos con lentitud hacia mis piernas para tomar mi espada y pistola. Al momento que los alcance, los empuño con rapidez y le lanzó a mi brazo derecho hacia su pantorrilla izquierda para atravesarla con la hoja. En seguida reacciona gritando de dolor por la sorpresa, pero antes de que pudiera recuperarse, lo tiro al suelo para arrastrarlo hacia mí hasta tenerlo a un lado y poner el cañón sobre su vientre. Sin esperar un segundo más, jalo el gatillo, y al no cambiar su función de disparo especial desde entonces. Los tres cartuchos se descargaron al mismo tiempo con una potencia abrazadora, tanto así, que los atravesaron de adoren hacia fuera en un parpadeo y terminaron sepultadas en el suelo. Y sin algún grito o gemido, exhala su último aliento antes de perecer.
Tras quedar solo una vez más, colocó mis palmas en el suelo para estirar mis brazos y elevar mi torso. Pero al momento de enderezar mi espalda, siento un dolor punzante en distintas partes sobre esta que me hizo detener por un segundo. No tuve más opción que sentarme sobre mis piernas, cruzarme de brazos para contraer la distancia entre mis hombros desde mi frente, inclinar mi torso a la misma dirección y estirar al máximo los músculos de mi espalda. El dolor impuesto la acción me obligó a contener la respiración y apretar la mandíbula con el fin de contener las ansías de maldecir por los aires y revelar mi presencia.
Luego de cinco segundos de la pequeña tortura, escucho como una a una las cabezas de plomo caían al suelo después de desprenderse de mí. Cuando escuche la séptima y última bala caer, suelto una suave exhalación antes de relajarme, pero el dolor permanecía en menor magnitud.
Me levanto completamente y estiro un poco las piernas -debido a que empecé a sentirlas dormidas-, pero no me tardo en volver a flexionar las rodillas para tomar una pequeña fotografía que resaltaba sobre su pantalón. En ella había dos infantes que reposaban en un prado, una niña de entre seis a ocho años que atrapaba en brazos a un niño de cinco. En la otra cara de la foto estaba escrito en tinta negra un mensaje con una firma en la esquina inferior derecha:
"A travez de este comunicado. Yo, Howard Lenin, concedo la tutoría legal de mis hijos Stuart y Minerva Lenin a mi estimado colega Henry Scully."
Al terminar de leerla, por un instante me replanteé si en verdad hice bien en no dejarlos vivir. Si descartó la controversia que platea mi ética religiosa, estaba claro que hice lo debido con respecto a la auto-conversación, pero aún así sentía cierta pesadumbre al pensar que fui yo quien marcó la tragedia que cruzarían estas dos almas. Después de apaciguar mis pensamientos, doblo la foto por la mitad y la guardo en un bolsillo. Sé que no tiene sentido conservar algo así, ya que no puedo hacer nada para ayudarlos, pero por lo menos me gustaría dedicarle unas oraciones para su bienestar.
Regresando al presente, me aparté de los cuerpos para dirigirme a esa puerta que ellos cuidaban. Del otro lado está no había nada destacable, tan solo era una recepción o sala de descanso dirigido a los enfermeros y doctores que descansaban aquí en espera de su próxima actividad. Con unos sillones que rodeaban a una pequeña mesa de cristal con una revistas e informes médicos olvidados por ahí, delantales blancos colgados en casilleros abiertos apoyados en las paredes, y un basurero repleto de con mascarillas y guantes desechables. Aparentemente no se encontraba nada en particular a lo que estaba buscando, pero no me convencía la idea de que enviaran personal con equipo necesario para defenderse dispuestos a sacrificar sus vidas por una sala vacía, por lo que busqué más a fondo.
Luego de revisar entre los archivos con el fin de encontrar información sobre las investigaciones y experimentos, inspeccionar que los casilleros, e incluso observar las paredes descubiertas a ver si había un acceso oculto, no puede hallar nada. Entonces dejó de buscar y regreso a la puerta por donde entré para contemplar la sala en su totalidad -guiándome por el refrán "los árboles no dejan ver el espesor del bosque"-.
Desde esa perspectiva, se notaba la otra puerta por donde se entraba al baño, y también el cómo esta distribuido los objetos en el espacio. Lo primero que me cuestioné fueron el cómo están colocados los tres sillones con respecto a la mesa, o más bien, el porqué una de ellas estaría colocadas de espaldas a la puerta de entrada y en su lugar dejará un espacio libre hacia una fila de casilleros. Lo segundo fue en esa misma fila de casilleros, que en comparación de las otras, estaba con una cantidad menor, menos polvorienta y muy apartada del resto. De hecho, el espacio que este ocupa está más que desaprovechado, porque una pared de 3m tiene la mitad de si dimensión vacía, sin fotos o cuadros decorativos, ni algún otro mueble para rellenarlo.
Ya había revisados su contenido sin éxito, pero me acerqué nuevamente a esos casilleros, pero esta vez me dediqué a cubrir la superficie. Al ver los los pies, o más bien patas que no mantenían separado del suelo, descubrí que a pesar de que sus columnas eran cuadriláteras, tenían una base redonda, como si llevaran una esfera acomodada para moverla sin resistencia. Traté de moverlo para asegurar mi teoría, pero este permanecía inmóvil ante mis esfuerzo, así que pruebo suerte por la orilla derecha de la parte de atrás y desliza de arriba a abajo dos dedos haber si sentía una irregularidad. A la altura de mis hombros, percibo a través del tacto un objeto que creía ser un botón, por lo que en seguida le aplicó presión.
Tras eso, la fila de casilleros se desplaza un a la izquierda por unos decímetros, hasta ver una pequeña panel de control con un techado adherido y un lector de huellas. Pese a esto, no opté por abrir el panel con la punta de mi espada, conectarlo directamente con el PDA de Erwin y subirle los datos de acceso a su receptor del escáner para engañarlo.
Luego de subir todos los datos, los casilleros prosiguieron con su movimiento, dejando ver la entrada de un elevador fortificado. Obviamente tenía que usarlo para llevarme a sus laboratorios, por lo que entre sin más y apreté el botón de yacía adentro de ella.
Cuando el elevador se cerró, junto con los casilleros para cubrirlo, desciende hacia subsuelo. Mientras se activa uña foco de luz sobre mi cabeza y una pantalla indicando el proceso de descontaminación, liberando así escapes de aire y filtros para ello. Mediante la espera, aprovecho de recargar el rifle y mi pistola, pero cuando contraigo los hombros para sacar munición de los bolsillo pandirianos que tenía un poco más abajo de mi espalda baja, siento una incomodidad mezclado con uña malestar antiguo. En definitiva, se trataban de los hematomas causados por los disparos que recibí, por lo que después de recargar mis armas me dedico a sanarme por medio del reiki, con la mano derecha en el centro de la vértebra y la izquierda en la parte inferior de la misma.
Unos 15 a 20 minutos más tarde, se concreta el proceso de descontaminación, indicado por la pantalla que fue un éxito. Al principio me opuse a la de idea de quitarme al casco, ya que nada me indicaba de que los laboratorios estuvieran limpios, pero después de un par minutos, el elevado deja de bajar y la pantalla señalaba otros datos. Está vez correspondía a un análisis de la composición del aire en las instalaciones afuera del elevador, y no me refiero a todo el edificio, sino los recintos ubicados bajo tierra. Indicando los compuestos presente en el aire y su porcentaje de concentración, pero al terminar el diagnóstico, no marcó la presencia de un agente patógeno, por lo que el área estaba libre.
Al saberlo, me removí el casco y lo guardo en mi mochila mientras pensaba en el despropósito de haberlo usado desde un principio, pero al menos pude ocultar mi rostro de los humanos y usar el anonimato a mi favor.
Y entonces, las puertas del elevador se abren para darme paso a un ancho corredor alumbrado por luces ubicadas en los costados laterales del piso. Yo salí del elevador cuando coloqué una granada en el techo del mismo, con el rifle en ambas manos y con la bala en el cañón. Avanzando por el pasillo, solo podía ver unas puertas repartidas a unas distancias considerables entre ellas, y las sombras de mi silueta proyectada por las luces y plasmadas en ambas paredes a mis lados.
La primera puerta que me acerque estaba a mi izquierda, más bien fue el primer par de puestas, las cuales estaban selladas mecánicamente y sin forma de abrirla desde ahí. No le doy más importancia de la que se merece, ya que una señal me informaba que solo daba paso a un camino oculto rumbo a la bahía de Cruz Bay -seguramente usado para trasladar el equipo que utilizaron en sus experimentos- y las partículas de pólvora sobre ellas me indican que llevan por lo menos tres meses desde su última uso.
Continúe avanzando hasta alcanzar la segunda puerta, está vez a mi derecha. Está era más pequeña y se podría abrirla sin más, y a su costado había un letrero que decía "Recopilatorio de Ensayos", por lo que lo asocié a una unidad central de memoria del cual registraban su progreso. Así que entré con las intenciones de borrar esos datos, pero al momento de cruzarla, no me encontré con una computadora, sino unas fila de archivadoras enormes que aparentaban no tener fin.
Por un momento me dejó boquiabierto al pensar que aún después de la Tercera Revolución Industrial, siguieran usando el papel para anotar sus avances, y que hayan hecho desde el 2019 me parece absurdo. Me preguntaba cómo podría deshacerme de todos esto -probablemente con una de las granadas que me quedaban o apilar los documentos para después quemarlos-. Se me ocurrió a abrir uno a ver su contenido, y me encontré la grata sorpresa de que no encontrarme con una pila de archivos, sino con un cadáver putrefacto encerrado en una caja de cristal.
No miento que esto me tomo por sorpresa, ni siquiera sentí olor que me advirtiese de que hubiera algo muerto. Probablemente se deba al grosor del cristal impida el escape del aire emanado por el cuerpo, una idea muy razonable a mi parecer, pero no me convencía el porqué llamar la sala "recopilatorio de ensayos" si podrían usar perfectamente el término "morgue".
Dejando ese detalle de lado, me dije que sobre el cristal había un documento adherido a su superficie, que indicaba tanto su nombre, edad, estatura, proporcionarles corporales, número del experimento, una exorbitante lista de inspecciones que terminaban con el cancer de pulmón, un diagnóstico que relataba motivo de su fallecimiento y la fecha que fue trasladado ahí.
«Sujeto de pruebas Lc 2.06
Nicolas Munt, hombre caucásico de 35 años, ha demostrado una compatibilidad sorprendente a su nuevo sistema inmunológico. Desde su adquisición a su nuevo genoma, ha superado las pruebas que muchos de sujetos anteriores a él han fracasado. Sin embargo, el sujeto ha mostrado rasgos de estrés e hipersensibilidad después que su sistema expulsara los agentes malignos, aunque fuera un problema causado por dolor experimentado mediante la acción homeostático y que ya fue registrada en ensayos anteriores, estamos más centrados en hacer "la prueba de fuego".
Al insertarle las células con displasia a su pulmón izquierdo, sus anticuerpos reaccionaron eficazmente ante la amenaza y la eliminaron antes de que se presenciará el cancer. No obstante, el sujeto empezó a mostrar hipertensión y ataques de pánico que provocaron una aceleración cardiovascular fatal.
A pesar de que al fin se alcanzó el genoma funcional, es inútil si nos disponemos de un anfitrión que nos permita proveer las defensas inmunológicas que requerirán los soldados. Para el próximo sujeto, se procurará en otorgarle un tiempo de recuperación posterior de cada prueba.»
Debajo del diagnóstico, la fecha del documento indicaba que fue hecho hace tres meses. Pero aún así se ha conservado la expresión de agonía que padeció el pobre y los dedos de sus manos permanecen regidas desde entonces.
Regresé al sujeto de pruebas a su sitio y salí del lugar al entender que no encontraría lo que buscaba, pero dejando una granada en el centro antes de cerrar la puerta.
Caminando nuevamente por el corredor, me di cuenta que solo quedaban tres puertas más. Una al final del mismo, y las otras dos en cada lado. Al alcanzar las últimas puertas, me preocupé por no encontrar hasta ese momento señales del nuevo übermensch, y aunque no me importaría hallarlo muerto no me molestaría -solo tendría que incinerar su cuerpo para no dejar rastro de su código genético-, sería un colosal problema si estuviera rondando ahí fuera. Aunque por un instante pensé que no era necesario angustiarme de que estuvieran en esta isla que será consumida por las llamas, pero en seguida de esa idea, me dije a mí mismo que sería un descuido si lo dejara su destino al alzar en vez de encargarme personalmente.
Independiente de hallarlo o no aquí, aún tenía que encargarme de las investigaciones, por lo que entro al laboratorio que estaba cruzando la puerta de la derecha. Al otro lado, en encontré con un amplio salón con todo tipo de maquinaria, como microscopios, termocicladores, lectores ELISA, y una decena de incubadoras de última generación en cuanto a ingeniera génica. Estas incubadoras separadas por dos grupos, unos compuestos por unas seis que contenía vectores virales que usaban para insertar los nuevos genes, y otros cuatro de mayor volumen donde guardaban las células madres de los sujetos junto con los mismos vectores -obviamente para que las células lo asimilen y se concrete la transgénesis-.
En seguida supe que no podía dejar nada de los que había en las incubadoras intactas, por lo que no solo desactive la corriente para que fallecieran por el cambio de temperatura, sino también que los congelo para después hacerlos trizas con la culata de mi rifle. Activando conscientemente glándulas que libaran enzimas rumbos a las paredes internas de mi estómago y reaccionen con los jugos gástricos para secretaré nitrógeno molecular, que sube hasta mi fauces, mientras desacelero el movimiento del aire por medio de la metafísica. Y cuando el aire estuviera los suficientemente frío, inhalar profundamente para escupirlo todo por mayor tiempo.
Luego de convertir las incubadoras en cubos de hielos, sentí un retorcijón en estómago y no tenía sensación alguna de mis labios. No estaba acostumbrado a expulsar tanto nitrógeno de golpe, pero aún no podía descansar.
Después de destruirlos, me dirijo al único ordenador que había en el laboratorio, el cual definitivamente debe guardar el desarrollo y los resultados de todo el proyecto. Pero antes de intentar encenderlo, las instalaciones sufren de problema de electricidad, y esto se ve el cómo no algunas luces del lugar se sobrecargaron hasta reventar -lo más probable es que fuera mi culpa al desconectar las incubadoras sin considerar la distribución de energía-. Desafortunadamente, esto también afectó al ordenador, impidiendo que de este encienda, por lo que no tuve más opción que extraer directamente la memoria del hardware.
Luego de literalmente hacerle una disección a su CPU, guardo la memoria ROM en mi mochila. Y ya sin nada más que hacer ahí, di media y salí de regreso al corredor, que también estaba oscuro por tener menos de la mitad de las luces encendidas. Ahora solo quedaban dos áreas por revisar, la sala de observación y la zona de pruebas. En ese instante no le veía la gracia de revisar las zona de pruebas y que solo tendría que ver las grabaciones que posiblemente habían en la sala de observación, pero en seguida me retracté al imaginar que un frasco con el vector viral tirado en el suelo sea encontrado por un grupo de buscada estadounidense y entré a la zona de pruebas.
Al abrir la puerta, solo podía ver una luz encendida que colgaba en el centro del techo, que alumbraba una cápsula hermética con dimensiones similares al de un ataúd. Yo instintivamente le apunté con el rifle antes de avanzar a paso lento para no provocar algún sobresalto, mientras más cerca estaba de la cápsula, más se presentaba la tensión de encontrarlo ahí o no. Pero al mismo tiempo, distinguía unas partículas de polvo bajo la luz que no estaba flotando en el aire, sino a desplomaban delicadamente sobre la cápsula, como si el mismo Dios le entregara sus bendiciones.
Cuando me puse a un lado de la cápsula, pude ver al übermensch por primera vez. Personalmente, esperaba a un hombre fornido, un soldado de gran envergadura, posiblemente con habilidades en combate adquirido por décadas de entrenamiento, por lo que presumía en que está entre los treinta y cuarenta años. Pero lo que me encontré fue a una joven desnuda, de tez pálida que daba la idea de haya fallecido hace un tiempo de no ser como sus torso se expendía y se contraria sobre sí misma o por como su máscara de oxígeno se empañaba por su exhalaciones. Cabellos largos y oscuros, a excepción de unas raíces de empezaban a emerger canas. Y una proporciones que, a pesar de sus caderas ensanchadas y el volumen de su busto le otorgaban un aire maduro, los datos sobre su cápsula indicaban que apenas cumplió los diecisiete años el día de ayer. No habían más información sobre sus avances en los experimentos , tan solo datos de su persona: "Sujeto de pruebas Lc 2.07, Jessica Susman... grupos sanguíneo -O... Procedente de una familia con un alto historial de muertes provocadas por distintos tipos de cancer... La CIA informa públicamente a los medios de comunicación sobre su muerte en un accidente automovilístico en el puente de Williamsburg".
Tras leerlo, recuerdo que Erwin me dijo que este proyecto estaba constituido por voluntarios, pero al parecer se estaba refiriendo a la mayoría.
De vuelta a lo primordial, solo me faltaba hacerla desaparecer. Así que regreso mi rifle a la mochila, abro su cápsula con ambas manos mientras preparo mi aliento para lanzárselo sobre ella. Está vez secretaba oxígeno molecular desde mi estómago y aceleraba el fricción entre ellas para provocar el efecto de combustión. Luego de unos segundos, ya estaba listo de reducirla a cenizas y terminar con lo que mi hermano empezó.
No obstante, un mal presentimiento se presentó en mi ser, como si mi ética me indicara lo que estaba apunto de hacerle no fuera correcto. Pero por qué, ¿acaso sufría una cierta debilidad por las mujeres? Imposible, ya que no sería la primera en caer por mi mano. ¿Algún honor de guerrero que no me permita enfrentarme en desventaja? Si fuera así, hubiera sentido lo mismo al emboscar al pelotón inglés. ¿Una atracción por esta joven? Que estupidez, cómo podría creer en algo tan vago y superficial como el amor a primera vista. ¿Entonces qué?, ¿qué era lo que me frenaba?, ¿que pensamiento mío era el que no me dejaba verla como otra baja necesaria?
Tras la última pregunte, la foto de ese par de niños se metió a mi cabeza, y sin la necesidad de que la sacara de mi bolsillo para observarla nuevamente. Entonces comprendí el motivo, para mi conciencia no era más que una inocente, y yo estaba dispuesto a ser el verdugo que la sentenciara por los pecados de otros. En definitiva, no quería cometer ese error, pero a un así no podía dejarla ahí, por lo que extingo en fuego entre mis fauces, me saco la desabotono la chaqueta para después quitármela, la cubro con ella, la saco de la cápsula en brazos de la misma manera que lo hice con Erwin y dejo en su lugar la última granada. Sé que suena arriesgado la idea de llevarme conmigo a una humana a los territorios de la Hermandad, pero en teoría, está joven dejo de ser considerada un ser humano -al igual que todos nosotros- al fingir su muerte y ser tratada por una trozo de materia orgánica, y también sería una compensación de mi parte en de salvar dos vidas luego de haber condenado a otras dos.
La llevo con delicadeza, con el fin de no despertarla y me cause inconvenientes, mientras me dirijo de vuelta al elevador. Sin embrago, empecé a sospechar si el elevador estaba en condiciones de funcionar después de haber provocado un fallo en el sistema eléctrico, pero mi duda fue descartada al pasar al lado de la primera puerta que observé al llegar, el cual no tener energía, no tenía seguro puesto. Por lo que cambie la idea y de un empujón con el pie izquierdo la abro para seguir caminando hasta la bahía Cruz Bay -bueno, en realidad ese sentido, porque no mi en broma voy a caminar kilómetros hasta llegar a la señor de esas túnel, sino que me voy a alejar hasta alcanzar a una distancia segura y así detonar las granadas sin problema-.
En el trayecto, había caminado por unos nueve minutos, y en ese tiempo de quietud, reflexionaba en lo que estaba haciendo en ese instante, no solo en el sentido de que estoy apunto de dejar entrar al enemigo a mi casa, sino en el sentido macroscópico de la situación. En mis brazos no cargaba a un arma biológica o un súper soldado en potencia, sino lo que podría ser la clave para salvar a toda la humanidad. En su sangre porta la cura para cualquier enfermedad o organismo patológico que se atreva a atacarla, y si esa sangre se esparciera entre la gente, engendraría a una civilización que prevalecerá por sobre las demás y la plaga seguiría presente en la tierra como una colonia de cucarachas después de una explosión nuclear, haciendo que esta guerra los llevara a un reinicio en vez de la extinción que tanto esperamos. Y yo, quien la está apartando de su alcance y llevándola a un lugar donde jamás la encontrarán, les estoy quitando sus última esperanza de realmente sobrevivir en el caos, sentenciando a un inminente fin. Y todo esto sucediera sin que nadie, salvo los míos, se diera cuenta o supiera lo que pasó en esta isla.
Cuando consideré que ya estaba lo bastante lejos, me recuesto en el suelo y apoyaba mi espada en contra de una pared del túnel con el cuidado de acomodarla. Después dejó caer sus piernas suavemente y permito que su cabeza se apoye en el pecho con el fin de tener ambas manos libres. Luego saco el PDA y la vela fugaz de Erwin, y antes de activar la detonación, le tapo sus oídos a la joven con una mano y haciendo presión contra mi pectoral izquierdo. Tras la detonación, un ligero temblor se sintió dentro del túnel, junto con un fuerte estruendo y una luz se emitió al fondo del mismo por donde entré.
Cuando la conmoción cesó, sabía que acababa de terminar mi trabajo, y ahora solo faltaba encender la luz que me regresará a mi hogar.