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Capítulo 8 Un simple paseo.

Dos días después

Kitaro

Debo admitir que estos días se me hicieron largos, al no tener mi teléfono o computadora me era difícil matar el tiempo, pero gracias de que tenía los libros para leer pude soportarlo.

En el poco tiempo que ha pasado me percaté que este mundo era muy similar al mío en varias cosas como que en este lugar también hay electricidad, pero funciona de una manera muy distinta, lo noté desde el primer día al ver con cuidado la habitación de Zoren, parece que en lugar de bombillos aquí se usan unas especies de cristales los cuales se encienden con un interruptor igual que en mi mundo.

Otra cosa interesante fue que tenía tecnología no muy distinta a la nuestra, hubo una vez cuando desayunaba vi que Darco tenía sobre su oreja lo que parecía ser una tabla de cristal, Crista me dijo que era una tabla arcana, la cual era capaz de condensar la energía del sonido de un sitio y trasmitirla a otro lugar que también tuviese una tabla similar, en pocas palabras funcionaba igual que un teléfono una vez que lo comprendí deje de darle importancia, me hizo feliz saber que aquí también existían los celulares.

Pero a pesar de todo el tiempo que estuve en la casa no logré ver casi a Zoren si no hasta avanzada la tarde, me dijo que estaba preparando unas cosas que debía resolver cuanto antes, me daba la sensación de que estaba ocultando algo, en fin, jamás me gusto meterme en los asuntos de los demás sin permiso.

Habían pasado los días y como me lo prometió Crista, iba a llevarme a conocer el lugar mientras ella tenía que atender unos asuntos, me presto unas ropas de Darco, una camisa blanca con unos pantalones que parecían ser de mezclilla azul y unos zapatos que hacían juego, cuando Crista me entrego la ropa veo que vestía una blusa rosa con unos pantalones color crema.

Noto que el pantalón tenía un hueco en la parte trasera lo cual supuse que era para que sus colas puedan estar cómodas a pesar de eso, me hizo feliz ver que no me vestirá con ropas de la época medieval o yo que sé, saber que los estilos de estas personas eran similares a las de mi mundo me hizo sentirme cómodo.

Una vez que terminé de vestirme las prendas me quedaron como un guante, no me sorprendió mucho ya que Darco y yo éramos casi de la misma altura, una vez que me terminé de vestir bajé a tomar el desayuno con los demás. Ya para ese entonces mis heridas estaban casi completamente curadas a excepción de mi brazo derecho el cual tenía un parche, me alegro haber sanado lo suficiente de lo contrario no podría salir con Crista este día.

Mientras estábamos comiendo escucho un sonido como de una alarma y en eso veo que Zoren el cual vestía en aquel momento una camisa amarilla con cuadros y un pantalón blanco, saca una de esas tablas de cristal, cuando contesta se quedó hablando por unos instantes antes de cortar la llamada, poco después termina de comer y sale de la casa, dijo que debía atender un asunto importante, no sé por qué me está dando curiosidad saber que está tramando.

Una vez que los demás finalizamos Darco, que traía puesto una franela verde y pantalones marrones, salió de la casa para a terminar de tratar unos asuntos del restaurante yo por mi parte me termino de preparar para salir con Crista.

—¿Estás listo? —me preguntó Crista.

—Sí —respondí—, por cierto ¿qué es lo que tienes que hacer hoy?

—No es la gran cosa, solo comprar uno que otro capricho para la casa, y asegurarme que mi farmacia no esté hecha un caos je, je.

—¡¿Tienes una farmacia?!

—Sí, recuerda que soy una sanadora por eso suelo vender medicinas y cosas similares cuando no estoy tratando a los heridos, solo que la mayor parte del tiempo dejo a cargo de una amiga por obvias razones.

—Entiendo... Bueno es hora de irse ¿no es así?

—Por supuesto, vamos.

Cuando paso por la puerta veo, por fin después de varios días, como el sol encandila mi mirada, cubrí mis ojos con mi mano mientras estos se acostumbraban a la luz, y noto que las casa que había alrededor estaban decoradas y pintadas de distintas formas, algunas eran azules, otras blancas, la casa de Crista era de un azul marino muy lindo, el suelo era de concreto como los que uno vería en las calles, lo cual me sorprendió imagine que serían de piedra o algo similar.

El lugar me acordaba mucho a los pueblos de montaña que suelen haber en mi mundo, los cuales eran muy lindos, me hacía feliz ver que este mundo tenía muchas cosas similares como en el mío, tras unos momentos escucho como Crista cierra la puerta una vez que sale de la casa.

—Muy bien sígueme, y no te alejes mucho de mí.

—Vale.

Caminamos por varios minutos, me quedaba viendo las calles, en ellas había toda clase de personas humanos, zurous y elfos; pero por el momento no había visto nada que encajara con la descripción de los entaras o los sijaris.

—Qué raro, no ver un enatara o sijari por aquí —comenté mientras seguía mirando a los alrededores.

—Eso es porque en este pueblo no hay ninguno de ellos, por alguna razón este lugar no es del agrado para esas razas, así que no te sorpresas si no vez a ninguno.

—Eso es extraño.

—Es cierto, pero cada quien es libre de hacer lo que quiera, lo importante es tener en cuenta como tus acciones pueden afectarte a ti y a los que te importan.

—En eso concuerdo contigo.

—Je, je, je —sonríe—, en fin, aquí estamos.

Me detengo y veo el edificio que estaba enfrente de nosotros, estaba ubicado justo en una esquina de la calle y veo que tenía un letrero escrito en sus extrañas letras, pero aun así me fue posible leerás.

—«Farmacia Hierva del Ocaso» —leí en voz alta.

—Así es, esta es mi farmacia... en fin, entremos.

Una vez adentro veo que el lugar era idéntico a una farmacia común con estárteres que tenían toda clase de productos, desde comida chatarra a medicinas de toda clase, siempre considere irónico que un lugar que venda cosas para la salud tenga a la venta comida que te hace daño.




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