El nuevo papá de Stevie

Prólogo

Prólogo

Logan

Es un día de esos en los que sabes que nada puede salir mal.

El trabajo fue bueno durante el día, tanto que algunos de los chicos y yo acabamos en el bar más concurrido del pueblo tomando unas cervezas y comiendo algunas alitas picantes de pollo.

Lucas, por supuesto, se lo perdió. Desde que es un hombre casado a punto de convertirse en padre por segunda vez, lo vemos menos que antes. Eso no me molesta, pero no puedo evitar pensar que cada vez se está alejando más de mí. Antes ya era un hombre ocupado con su hija y todo eso, pero ahora que está con Addison lo veo incluso menos que antes porque él solo quiere estar en casa con su hija y su esposa embarazada.

Es bueno, sin embargo, verlo establecido. Lucas siempre ha sido el tipo de hombre de casa, con esposa e hijos revoltosos. Toda esa locura es algo que él siempre ha buscado, incluso llegó a casarse con una mujer que no lo veía con el mismo amor con el que él la veía, una que no estaba tan segura de que su vida fuera ser una ama de casa con su atención puesta en sus hijos. Addison tampoco es la mejor ama de casa, a ella le gusta también hacer cosas por sí sola, pero la diferencia es que Addison sí sabe cómo equilibrar su vida en casa con su vida laboral.

Y sí ama a Anya de verdad, cosa que su madre biológica no hace del todo.

Estoy feliz de que Lucas haya encontrado una mujer tan buena como Addison y haya sido lo suficientemente inteligente para no dejarla ir. Al principio, él no quería admitir que le gustaba y se mantuvo alejado porque no quería mantener una relación con nadie. Tuvieron que pasar varias cosas antes de que lo admitiera para sí mismo, pero después de eso todo fue sobre ruedas.

Ahora es tan asquerosamente feliz que a veces me da un poco de envidia, no porque quiera lo mismo que él, sino porque tuve la oportunidad que conseguir eso y lo perdí por ser un idiota. Ahora la chica me odia y yo tengo que vivir con eso.

Por ello voy a estar solo el resto de mi vida.

Esa es una declaración que mamá no estaría feliz nada feliz de escuchar, tal vez por ello no se lo he dicho. Sin embargo, voy a tener que ser sincero con ella pronto o no va a dejar de lanzar mujeres al azar en mi dirección.

De solo pensarlo me da escalofríos.

—Oye, ¿no es ese tu dulce tormento?

No tengo que mirar hacia el lugar que Darrel señala porque sé a quién se refiere. Empezaron a llamar a Danielle «mi dulce tormento» desde que se dieron cuenta que me gusta tenerla cerca para hacerle pasar un mal rato y discutir sobre cualquier tontería con tal de que me dé la hora del día, y cada vez que ella se aleja de mí con cara de querer cortarme en pedacitos, vuelvo a sentir ese vacío que su ausencia ha venido provocando últimamente.

Al principio no era tan duro verla alejarse porque era justo lo que quería, por eso hice lo que hice, pero con el pasar del tiempo se está volviendo difícil para mí saber que ella no siente más por mí que odio.

Al menos es algo, sería peor que le fuera indiferente.

Moriría el día que a Danielle no le importe en lo más mínimo. Es algo que va a pasar tarde o temprano, solo espero que sea más tarde que temprano.

—¿Y ese no es Thomas?

Me tenso en segundos, girando lentamente en dirección a la que los chicos están viendo.

Él no sería capaz de acercarse a ella, se lo dejé claro desde el principio. No voy a permitir que el idiota de Thomas sea quién la aleje de mí.

La gente cree que soy el mujeriego más grande del pueblo solo porque no conocen a Thomas de verdad. El hombre es peor que yo en todos los sentidos, se ha llevado a la cama a más mujeres de las que yo he hecho, solo que él las manipula de tal forma que, cuando las deja, les hace creer que es lo mejor para ellas y no lo ven como el manipulador que en realidad es. Pero que me aspen antes de dejar que le haga eso a Danielle.

Sobre mi cadáver podrido.

Le doy un trago a mi bebida y dejo el vaso sobre la barra con un golpe sonoro.

—Sally, cariño, quédate con el cambio —grito sobre el ruido, dejando un billete sobre la barra.

Sally responde con un guiño mientras le sirve a un cliente.

Me doy media vuelta y escaneo la multitud hasta dar con Thomas y Danielle. Están en una mesa al otro lado del lugar, charlando tranquilamente. Danielle no parece estar incómoda, pero tampoco parece relajada del todo. Está allí, con la espalda recta y expresión de servicio al cliente, esa que usa cuando las personas en la cafetería no le caen lo suficientemente bien, pero tiene que ponerles buena cara.

Me hace feliz que ella no use esa cara conmigo porque la odio. A mí me lanza dagas con los ojos nada más poner un pie en la cafetería, pero al menos eso es real.

Me alivia que esté usando su cara de atención al cliente con Thomas porque no está siendo del todo real con él.

—No hagas una tontería, hombre —dice Darrel a mi espalda—. No está haciendo nada malo.

—Ella no, pero él sí —gruño, frunciendo el ceño ante la sonrisa seductora que le está dando Thomas en este momento.

—Mira, sabes que él no le haría daño porque todos en el pueblo van a matarlo por lastimarla, tú eres consciente de ello porque lo viviste.




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