El nuevo papá de Stevie

Capítulo 2: Logan

Capítulo 2

Logan

Una vez vi que, si llegas a encontrar a alguien igual a ti en la calle, no serías capaz de reconocerlo porque no puedes creer que haya otro como tú.

Supongo que eso fue lo que me pasó con Stevie.

Tuvo que venir Danielle a señalar que el niño es igual a mí para que yo pudiera notarlo. Aunque, si lo analizamos bien, no pueden culparme por el descuido porque estaba en shock y no era capaz de ver bien las cosas. Sigo estando ido, siendo sincero, pero veo con más claridad las cosas.

Ahora es evidente que el niño es igual a mí, que su cabello, su nariz, sus ojos y su piel son como los míos. Incluso está haciendo un gesto en este momento mientras observa el suelo que mi madre me acusa de hacer cuando estoy enojado o preocupado por algo. Y con la certeza de que ni siquiera necesito una prueba de ADN para confirmarlo, me siento culpable por haberlo tratado de mentiroso. No puedo llegar a imaginar cómo se sentiría un niño de su edad al que han dejado en un lugar desconocido para buscar a su padre, alguien a quien no ha visto nunca, y cuando lo encuentra, este no le cree.

Se me hace un nudo en la garganta y mi cabeza zumba mientras todas las emociones que estoy sintiendo se arremolinan en mi cabeza, amenazando con volverme loco.

¿Qué demonios voy a hacer ahora?

—Creo que sería mejor que lo lleves a tu casa y le preguntes a dónde fue su madre —sugiere Danielle ante mi silencio.

Es una suerte que se encuentre aquí o estaría totalmente perdido.

—Sí, lo llevaré a casa —musito, despertando mi letargo.

Tengo que poner esta situación en orden antes de que se vuelva un problema más grande de lo que ya es.

—¿Puedes hacerlo solo o crees que necesitarás a alguien?

La miro. Ella está preocupada por esto. Danielle me conoce lo suficientemente bien como para saber que esto está tomando toda mi entereza y estoy por entrar en pánico. No soy el tipo de hombre acostumbrado a gestionar este tipo de dramas, por ello me he mantenido alejado de las relaciones para empezar, así que esto está siendo demasiado y Danielle lo sabe.

—No quiero aprovecharme de tu amabilidad, pero necesito que estés ahí conmigo. Voy a echarlo a perder en el momento en que esté a solas con ese niño y no quiero lastimarlo.

Ella me da una sonrisa tranquilizadora y lleva una mano a mi brazo para darle una caricia leve. Solo ese gesto ayuda a que la desesperación dentro de mí se calme y mi mente se aclare un poco.

—No te estás aprovechando, quiero asegurarme de que el niño está bien.

Claro, el niño, no yo. Danielle no está preocupada por mí sino por el niño. Apuesto a que me cree incapaz de manejar esto. No está alejada de la realidad, pero su poca fé duele.

—Bueno, vamos. —Me giro hacia Stevie—. Chico, ven.

Frunciendo el ceño, él se acerca, mirando de mí a Danielle, que le sonríe con ternura.

—¿Vas a hacerme la prueba?

Parpadeo, un poco sorprendido por la sospecha que destila en su voz. El chico es inteligente y precavido, y no estoy seguro de que eso sea una señal de una buena crianza. Los niños que crecen con algunos problemas aprenden a ver la parte fea de la vida desde pequeños, y eso no me gusta.

—No, sé que dices la verdad.

Abre los ojos y la boca, sorprendido y esperanzado.

—¿En serio?

Asiento.

—Sí, tenemos el mismo cabello y los mismos ojos, y también las mismas orejas, y mi profesora de biología dijo que los hijos heredan las orejas directamente de los padres.

Él frunce el ceño, sin creerme del todo.

—Entonces, ¿a dónde vamos?

—A mi casa, tenemos que hablar.

Suelta un suspiro de alivio y me maldigo a mí mismo por no haber hecho esto más fácil para él desde el principio. Ya debe tener un montón de cosas en mente como para poner una preocupación más sobre él.

—Está bien —susurra y me sigue hacia mi auto.

Abro la puerta trasera y la del copiloto para él y para Danielle y cierro cuando cada uno está seguro dentro de mi auto. tomando una respiración profunda, rodeo el auto y me subo detrás del volante.

El camino a casa transcurre en un silencio tenso, ni siquiera Danielle intenta hablar y eso dice mucho de lo grave que puede ser una situación. Dios sabe que la chica no es capaz de callarse nunca, ni siquiera conmigo cuando es evidente para todos que ella me odia.

Ya en casa, me bajo al mismo tiempo que ellos y los tres caminamos hacia la puerta de mi casa. Es una suerte que me haya mudado al pueblo, en una zona alejada de la casa de mi madre o ella ya estaría aquí. No debe faltar mucho tiempo para que alguien del pueblo le diga lo que pasó en el bar y este no es el momento de enfrentarme a ella.

Abro la puerta y me hago a un lado para que ellos entren. Una vez todos estamos dentro, observo a Stevie darle un vistazo a todo y no sé si son ideas mías, pero luce un poco sorprendido.

—¿Esta es tu casa? —pregunta en un tono débil.




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