Capítulo 13
Danielle
Llego a la cafetería más temprano que todos los días ese sábado por la mañana porque una de las camareras que me ayuda en mis turnos tuvo que ir con su madre a una consulta médica de emergencia. Bien podría haber llegado una hora después, hoy la cafetería abre un poco más tarde que los días de semana, pero me gusta pasar el rato con Paul de vez en cuando y este es el momento.
Es mejor estar con él sin tener tanto público, es más cariñoso en esos momentos, y aunque no me quejo de su forma de ser porque sé que el hombre me ama más que a nadie en este mundo, a veces solo quieres que tu padre sea lindo contigo y te haga saber lo mucho que te quiere.
Me deslizo dentro del almacen por la puerta trasera y dejo mis cosas en el casillero de los empleados. Una vez me pongo un gorro en la cabeza para asegurarme de que no voy a dejar pelo en la comida, entro a la cocina.
—Hola, niña —saluda desde el mesón donde está cortando roles de canela para meterlos al horno—. ¿Me pasas la clara de huevos que dejé allá?
Voy a por la pequeña tacita con clara de huevos y la pongo junto a los roles que ya están listos.
—¿Necesitas ayuda con algo?
—Sí, con la masa de galletas de avena con miel, sabes que a mí me quedan fatal. —Me giro para ir a buscar los ingredientes, pero él me llama antes de que me aleje—. ¿No vas a darle un abrazo a tu viejo?
Le doy una sonrisa mientras mi corazón se hace papilla.
—¿Me extrañaste en las últimas seis horas que no nos hemos visto?
—Siempre te extraño cuando no estás, niña —gruñe, rodeándome con sus brazos, sin apoyar sus manos sobre mí para no ensuciarse—. Tú también me extrañas, lo sé.
—Yo no hago creer a la gente que soy un gruñón cuando soy tan blando por dentro como malvavisco derretido.
Hace un sonido de molestia que me hace reír. Me suelta de su abrazo y voy a por los ingredientes para las galletas.
—¿Cómo van las cosas con Logan y ese niño? —pregunta unos minutos después—. Corre el rumor de que la Sra. Denisse está enojada con él porque puso al niño a tocar su timbre.
No puedo evitar reír ante eso. Solo a Logan se le ocurre poner a Stevie a tocar timbres cuando sabe que vive alrededor de algunos vecinos gruñones. Aunque, si lo pienso bien, ese puede ser el móvil para sus ideas, hacer enojar a dichos vecinos gruñones solo por diversión. Es bien sabido que el hombre tiene una vena maliciosa que ni con un hijo va a morir.
—Es cierto, parece que Stevie nunca ha tenido la oportunidad de ser un niño imprudente y Logan lo está enseñando a hacer travesuras.
—Bueno, no se puede decir que el niño no va a tener diversión con su padre cuando es el hombre más inmaduro del pueblo.
Me asalta la necesidad de defender a Logan y, aunque lo intento, no puedo detenerme.
—No es tan malo lo que intenta hacer, solo quiere que su hijo sea como el resto de los niños a su edad y que esa mujer no le permitió ser.
El lugar se queda en silencio por un minuto y me doy cuenta de lo que he hecho: defendí a Logan delante de Paul. A ver, que era él quien me estaba diciendo hace unos días que debía estar más cerca de Logan ahora que estaba pasando por este momento complicado como es descubrir que tienes un hijo, pero precisamente por eso es un error; solo le estoy dando la razón.
—Nunca creí ver el día en que defenderías a Logan después de lo que pasó hace años entre ustedes.
—No lo defiendo, solo te cuento los hechos —Intento remediar mi metedura de pata—. No voy a involucrarme con Logan aunque tú me empujes en su dirección, Paul.
—No te estoy empujando en su dirección, niña.
Con su boca dice una cosa, pero con sus acciones dice otra. Bueno, solo ha intentado convencerme de ayudar a Logan una vez, pero eso ya es muy raro.
—¿Sabías que Marion y Robert tienen una relación a escondida de sus hijos? —Cambio de tema al chisme de la semana—. Sugar me lo contó ayer que vino a tomar café.
—No parecen estar siendo muy cautelosos si los chismes ya están corriendo.
—Es el problema de vivir en un pueblo pequeño. —Enciendo la batidora para unir todos los ingredientes de la masa de las galletas—. ¿Cuánto tiempo crees que dure este amorío secreto?
—Dos días.
Suelto una carcajada. Paul no le tiene demasiada fé a la gente de este pueblo, y la verdad es que yo tampoco. De hecho, creo que está siendo generoso. El chisme pueden llegar a saberlo los hijos de Robert y Marion hoy mismo si Sugar continúa contándolo.
Marion y Robert son dueños de dos granjas vecinas que tienen en disputa un pedazo de terreno desde hace más de veinte años. Sus hijos crecieron odiándose por culpa de esta disputa, se llevan realmente mal y se han peleado cada vez que tienen oportunidad. Que sus padres estén teniendo un amorío va a ser un choque, aunque todos lo veían venir.
Paul me contó una vez que Robert y Marion fueron pareja durante toda su adolescencia y terminaron porque los padres de ambos no querían que estuvieran juntos por culpa del terreno en disputa. Ambos se casaron con otras personas, tuvieron hijos, enterraron a sus padres y terminaron divorciados de sus respectivos esposos. Ahora, un montón de tiempo después, se han vuelto a juntar, pero con miedo de que sus hijos no los quieran juntos, cosa que es real.