El nuevo socio.

Capítulo 3

Estaba batiendo la harina cuando alguien tocó el timbre. Extrañada porque era muy temprano para que Howard estuviera en casa, se asomó por la ventanilla de la puerta. 

—¿David? ¿Qué hace aquí? 

—Señora Elliott. Hola. Eh…. Su esposo… 

—Howard no está. ¿Necesita algo? ¿Dejarle algo del trabajo? 

—No. En realidad, he venido por usted. 

—¿Por mí? 

—Sí, yo… traía esto — dijo tendiendo el recipiente de anoche. Ya vacío y lavado. 

—Oh, no debió…

—No es molestia. Yo … andaba por aquí cerca y quise pasar a verla … y a darle esto por supuesto — corrigió de inmediato. 

—Ah, bueno. Pues… estoy preparando la cena y… 

—¿Puedo pasar? Digo, ¿me permitiría usar su teléfono?  

—Claro. Hay uno en el estudio — indicó dejándolo pasar. 

Un poco desconcertada por su inesperada visita regresó a la cocina. Casi se sentía avergonzada por recordar que soñó anoche con él. 

Se mordió el labio inferior intentando ocultar su secreto pero una voz a sus espaldas la sacó del ensueño. 

—Le he dicho a Howard que estoy aquí. No quería meterla en problemas señora Elliott. 

—De acuerdo — dijo asintiendo no segura de porqué él daba ese detalle pero…

—Estaré trabajando en el estudio si no le incomoda que ande por aquí. 

—Para nada. Descuide. No lo molestaré — prometió con una cálida sonrisa que le robó a David el aliento. 

Luego de un rato, sirvió un poco de agua fresca y un café para David. Debía ser la ama de casa perfecta pero, antes de llegar, pasó rápidamente por el espejo de la habitación y se polveo la nariz. 

—Dios mío. Estoy hecha un desastre — dijo mirando su reflejo. 

Buscó un vestido limpio pero terminó por darse una ducha, lavarse la cara y colocar maquillaje fresco. 

David trabajaba en silencio en la enorme mesa. Había rollos de papel por todos lados y otros clasificados en los estantes junto a las reglas de medir. 

—Toc. Toc — dijo parada en la puerta. La mirada de David la recorrió de pies a cabeza poniéndola un poco más nerviosa de lo debido —. Le he traído agua y café. No sabía que preferiría a esta hora así que … 

—Ambos están bien señora Elliott. Muchas gracias — decía sin quitarle la mirada de encima. 

Sussan sonrió sintiendo sus mejillas tibias. Tenía que buscar algo qué decir para romper el hielo. 

—¿Mucho trabajo? 

—Oh sí — respondió con pesar —. Estos contratistas no saben nada de arquitectura, ni medidas. Lo único que quieren es vender el modelo de casa moderna y ganarle lo más posible. 

—Suena un poco… frustrante. 

—Ni que lo diga — apoyó tomando el café. 

—Y, de qué se trata. Si es que puedo saber. 

—M. Claro. Venga. Mire. Tenemos que usar esta cantidad de metros cuadrados. Pero si restamos las áreas verdes, jardín, acera y doble cochera con su entrada, nos reduce a esto el espacio de construcción real. Y es ahí donde ellos quieren las tres habitaciones, cocina, comedor, sala recibidor, cuarto de servicio, baños, pasillo. Dios. Es un dolor de cabeza. Y no tengo idea de dónde poner el cuarto de servicio y el baño de visitas. Y sin olvidar que todo debe ser "estético y moderno" — decía haciendo las comillas con sus dedos —. Lo siento señora Elliott, la he aburrido con todo esto. Seguro está cansada de escuchar sobre planos por su esposo. 

—De hecho… me parece muy interesante. Y Howard nunca me cuenta sobre sus proyectos. 

David se quedó pensativo un momento. Quizás Sussan no debió decir eso. Esas palabras no eran apropiadas para una esposa ideal que siempre apoya a su marido. 

—Pero sobre su problema, me parece en mi opinión que, podría reducir un par de metros en dos de las habitaciones. Solo un poco para que no se noten y así tendrá espacio en este lugar vacío para el baño de invitados. Y el cuarto de servicio, puede estar aquí, en el ala este. Una puerta de conexión corrediza sería una buena forma de ahorrar espacio y al mismo tiempo ser moderna. 

David le miraba hipnotizado. Observó los planos detenidamente y se tocaba la barbilla. 

—Es usted una genio señora Elliott. Es la solución que necesitaba. Gracias. Gracias — decía eufórico —. Me pondré a trabajar con esas modificaciones. Gracias. 

—Me alegro que mi insignificante opinión sirva — dijo un poco cohibida.  

—Selora Elliott, jamás piense tal cosa de sí misma — habló muy serio y mirándola —. El hecho de que usted sea una excelente ama de casa, no significa que no puede ser lo que desee, incluso auxiliar de diseño. No se menosprecie de ese modo. Por favor. 

Aquellas palabras tan significativas le llegaron a lo más profundo. Nunca antes nadie le había dicho tal cosa. Siempre se esperó y vio en ella lo que era hoy. Nada más. 

—¿Auxiliar? — preguntó con lágrimas en los ojos. 

—Por supuesto — dijo poniéndose en pie para sacar un rollo de papel nuevo —. Yo la contrataría. Sería mi auxiliar, consultora y estoy seguro, muy buena decoradora. 

—Lo siento, tengo cosas que hacer — dijo tomando el azafate y saliendo de prisa. 

—Señora Elliott. Señora Elliott. ¿Qué sucede? — preguntó siguiéndola por el pasillo —. ¿He dicho algo inapropiado? 

—No. No. Para nada — decía limpiándose las lágrimas y deteniendo el paso para mirarlo. 

—Si le he ofendido, por favor le ruego me perdone. No fue mi intención. Se lo juro — dijo tocando su hombro. 

Aquél tacto le asustó y reconfortó a partes iguales. 

"¡¿Pero qué estoy haciendo?!". 

—David, por favor, no me de importancia…

Pero sus cálidos dedos alcanzaron su mejilla. Su mano, acunó su rostro con cariño y esperó. Pero a Sussan se le había olvidado lo que estaba diciendo. 

—Para mí, usted siempre será lo más importante. 




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