Elías se aferró al alféizar de la ventana, la nota arrugada y sudada en su puño. "Lo están haciendo de nuevo."
Se obligó a concentrarse en la Casa 10. A primera vista, todo parecía normal. Pero sus ojos, ahora entrenados por la experiencia de la Casa 7, buscaron la anomalía.
Don Ramón siempre tuvo el cobertizo más grande de la calle, una monstruosidad de madera pintada de un color verde chillón. Pero ahora, mirando el jardín de la 10, Elías no veía un cobertizo. Veía una pila de leña extrañamente alta y un par de herramientas viejas. El espacio donde la estructura se alzaba era ahora un simple jardín.
Don Ramón y su cobertizo. Borrados.
Elías sintió un vértigo, como si la tierra estuviera inclinándose. La Casa 9, la de los Pérez, se veía ahora extrañamente más cerca de donde debería estar la 10. La distancia era una mentira, el espacio se había renegociado. ¿Cuánto tiempo había pasado entre el borrado de la 7 y el de la 10? Horas, tal vez. Un proceso que, al parecer, se aceleraba.
Se alejó de la ventana y miró la nota de nuevo. Tenía que contactar a ese "alguien" que aún recordaba. Pero no había remitente. Solo una caligrafía elegante y un papel que olía a moho y a algo dulce, como almendras rancias.
Salió de su casa, ignorando el miedo. Necesitaba pruebas externas. Tenía que forzar a alguien a recordar.
Cruzó la calle y tocó la puerta de Elena Rivas, la archivista que vivía en la 8. Ella abrió, con el pelo recogido en un moño estricto y gafas de montura negra.
—Buenos días, Elías. ¿Necesitas el registro otra vez?
—No, Elena. Dime una cosa, sin consultar tu tablet. ¿Qué hay al lado de la Casa 9?
Elena inclinó la cabeza, pensativa. —Al lado de la 9... está la 10. La casa de la esquina.
—¿Y quién vive allí?
—Espera… —Elena frunció el ceño. Se llevó el dedo a la barbilla. Su rostro, habitualmente tan sereno, mostró un atisbo de tensión—. Don… es un hombre mayor… Don…
Ella se detuvo. Buscó en sus recuerdos, pero su expresión pasó de la confusión a la absoluta vacuidad.
—No recuerdo su nombre, Elías. Es curioso. Sé que hay alguien, pero no recuerdo quién es.
—Ramón. Don Ramón.
—¿Ramón? No, ese nombre no me suena. Pero la casa está habitada, claro. Siempre han sido diez casas.
Elías sintió que un muro invisible se levantaba entre ellos. Ella recordaba la existencia de la casa, pero no la esencia de su ocupante. El borrado avanzaba en capas: primero el recuerdo del hogar (Casa 7), luego el nombre del ocupante (Casa 10).
—Elena, mira tu registro. ¡Busca el nombre en la Casa 10!
Ella regresó con la tablet, tocando la pantalla con dedos rápidos.
—Mira. Casa 9: Pérez. Casa 10: "Sin Datos". La constructora dejó ese espacio así, Elías. Asigna el número, pero el registro de ocupantes está vacío.
—¡Imposible! —rugió Elías—. ¡Yo lo saludaba todos los días! ¡Don Ramón! ¡Su cobertizo verde!
—Elías, por favor. No hay cobertizo. Solo una pila de leña en el jardín de la 10. No sé por qué te pones así. Es solo un registro.
Volvió a casa, la impotencia transformándose en rabia fría. El mundo se estaba confabulando para borrar la verdad.
En su mesa, el sobre color sepia parecía brillar. Si alguien le había enviado esa advertencia, ese alguien era la única esperanza. Pero ¿cómo responder? ¿Cómo enviar una carta a la nada?
Elías tomó una hoja de papel, una pluma y comenzó a escribir. Una súplica. Una exigencia de respuestas.
Antes de que terminara, sintió una vibración en el aire, mucho más fuerte que antes. Era un zumbido grave, una nota baja que parecía resonar en los huesos de su casa.
Se asomó de nuevo. La Casa 5, la de su vecino, el Sr. Martínez.
Y, lentamente, ante sus ojos, la ventana del ático del Sr. Martínez comenzó a estirarse. El marco de madera se elongó, el cristal se distorsionó, y luego se contrajo con un chasquido seco. El ladrillo debajo de la ventana parecía más oscuro, más denso. La casa, visualmente, no era la misma. Era más... compacta.
Elías retrocedió. La Casa 5 estaba en su lado de la calle. Su vecino. Su recuerdo.
Mientras el zumbido se hacía más fuerte, Elías miró el número de su propia casa: 4. El borrado ya estaba en su lado.