3. CAPITULO 4.1: Espacio (Parte 1)
Julieta
Había pasado un mes desde aquel primer y torpe encuentro con Melody y su grupo, y en ese tiempo, el ambiente dentro de la rutina de Julieta había cambiado de forma sutil pero implacable. Melody, con su sonrisa perfecta y su seguridad que rozaba la arrogancia, no necesitó ayuda de nadie para insertarse en la rutina de Dylan. Se las arregló sola, paso a paso, para mantenerse a su lado. Demasiado cerca.
A Julieta no le enfurecía que lo lograra. Lo que realmente le dolía era la consecuencia: desde entonces, Dylan apenas compartía un desayuno con ella. Era como si un muro invisible se hubiera levantado entre ambos. No recordaba siquiera cuándo había sido la última vez que hablaron sin interrupciones, sin terceros opinando o invadiendo el espacio que antes parecía suyo por derecho natural.
—Sabes… la perra de Melody está mucho con él últimamente —murmuró Katy, visiblemente molesta, mientras removía con fuerza la comida de su bandeja.
Julieta frunció el ceño y exhaló con suavidad.
—Ya sabes que no me gusta que hables así —le advirtió, con voz baja aunque su gesto dejaba claro que no le desagradaba dentro del todo la frase.
—Ay, Julieta… aunque no lo digas, sé que piensas lo mismo —insistió Katy, con ese tono sarcástico y cómplice que siempre la acompañaba.
Julieta desvió la mirada y sonrió ligeramente. No respondió. Pero su lenguaje corporal dijo más que cualquier palabra.
—¡El silencio habló en tu lugar! —declaró Katy, levantando dramáticamente las manos, como si acabara de ganarle una competencia en el polígono.
Antes de que Julieta pudiera replicar, dos voces masculinas interrumpieron su conversación.
—Hola, chicas —saludaron Connor y Lucas al acercarse con sus bandejas en mano.
—¿Y Dylan? Últimamente no se le ve mucho con nosotros —comentó Lucas, mientras tomaba asiento frente a ellas.
Connor bufó con una sonrisa burlona, rodando los ojos.
—Tranquilo, hombre, no estés celoso. Está con Melody. ¿Y para qué negarlo? Está bastante buena —agregó con ese tono despreocupado que usaba siempre para provocar.
Julieta lo fulminó con la mirada.
—¡Cállate ya! —espetó, más fuerte de lo que pretendía—. Además, él no ha olvidado a la chica de sus sueños.
Lo dijo con firmeza. Porque lo sabía. Dylan aún pensaba en ella... en esa chica especial. Aunque nadie supiera si se trataba de un amor romántico o de algo más profundo, era real, era un tipo de vínculo que incluso ella misma no terminaba de comprender.
Connor la observó con una sonrisa juguetona, sin tomarse en serio su molestia.
—Tranquila, amor. Mis ojos no te cambian por ninguna otra. Ni por esa ni por ninguna chica de sueños. Porque tú, tú eres real —dijo mientras se acomodaba a su lado, guiñándole un ojo como de costumbre.
Julieta forzó una sonrisa, aunque el gesto le dejara un sabor amargo.
♣♣♣
Ese día, como tantos otros, tampoco le tocaba trabajar con Dylan. Ni en simuladores, ni en entrenamiento físico. Melody siempre encontraba la forma de elegirlo como compañero. Y él, con esa maldita costumbre de querer quedar bien con todos —como buen samaritano—, de nunca saber decir que no, simplemente aceptaba. Como si fuera lo más natural del mundo. Julieta creía que era una debilidad, que ella ya había notado, esperaba que otros no.
Mientras recogía su equipo, Hunter, asignado como su compañero en ese ciclo, se acercó.
—¡Hey, Julieta! Nos vamos a quedar —anunció con su tono relajado de siempre.
Hunter era fácil de reconocer: cabello platinado, ojos azules intensos y una complexión atlética que destacaba incluso entre soldados entrenados. Era simpático, amable… una presencia agradable. Julieta no sabía cuándo habían comenzado a hablar tanto; quizás hacía casi un mes, tal vez un poco menos. Lo cierto es que su presencia se había vuelto constante desde que los cambios en el Entrenamiento Técnico reordenaron a todos. Antes entrenaba con Katy. Pero los nuevos horarios y las áreas especializadas la separaron de su amiga.
Los grupos fueron redistribuidos para adaptarse a las nuevas áreas de formación. Algunos compañeros, como Katy y los demás, fueron trasladados a un departamento especializado, con sesiones en diferentes horarios. Eso los había distanciado más de lo que Julieta habría deseado.
Ahora el programa incluía clases técnicas además del entrenamiento físico. Les estaban enseñando habilidades como reparación básica de vehículos de transporte militar, mantenimiento de armamento, operación de sistemas de comunicación, e incluso interpretación del lenguaje no verbal de otras razas. Este último módulo, aunque no era nuevo, seguía siendo agotador y se impartía tres veces por semana. Aun con la carga académica, los entrenamientos físicos continuaban siendo la columna vertebral del programa. Y si bien los horarios rotaban constantemente, Julieta no había podido evitar sentirse algo aliviada al saber que, al menos, Dylan seguía en su misma unidad de entrenamiento… al menos al principio.
Pero aquella esperanza se desmoronó tan pronto como observó el comportamiento de él. Dylan parecía haber encontrado una nueva compañera inseparable: Melody. Siempre estaban juntos.