El Océano En Tus Ojos.

XII

—Cuando recibí su llamado, no creí fuera tan grave hasta que llegué al templo y los vi a ustedes —las puertas del templo fueron abiertas por la propia Demeter y dejó pasar al grupo de dioses y mortales; Asher ayudaba en su andar a Caleb, temiendo por su estabilidad física.

—¿Qué fue lo que bebió? —cuestionó Eros, aún inundada en pánico y temiendo por completo por la respuesta de Demeter.

—Tu madre —comenzó una vez que subieron las escaleras a la entrada del templo— siempre temió por las consecuencias de muchos de sus actos. Y, tras haber ayudado a Hades a llevarse a mi hija, me pidió perdón y dijo que necesitaba mi ayuda, para evitar cualquier inconveniente que se presentará tras haber cometido algo que pudiera presentar una venganza. Quería algo que te diera tiempo para solucionar las cosas, como una oportunidad de salvarla, así que preparé un somnifero lo suficientemente fuerte para dormir a un dios.

—Pero, a final de cuentas, es un veneno, ¿no es así?

—Temo que sí.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó y Deméter bajo su mirada, estaba avergonzada.

—2 días olímpicos —Eros tomó su rizada cabellera y la tiró hacia atrás con fuerza, estaba entrando en un punto de desesperación que no podía controlar.

—¿Quién podría haber hecho esto?

—Atena, ¿quién más sino? —Eros transformó su arco en una afilada espada de plata, sus finas ropas se hicieron una armadura dorada y camino decidida hacia la puerta— Voy a terminar con ella de una buena vez.

—¡Eros, no! —Hermes trató de detenerla pero antes de siquiera notarlo, la diosa tenía la espada recargada en su garganta— Piensalo, por favor, es la hija favorita de Zeus.

—Mi madre va a morir si no la encuentro.

—¿Y qué tal si desperdicias valioso tiempo de búsqueda en ella? —la espada descendió con lentitud— Debe haber otra forma.

—La hay —Deméter se acercó a ellos, en su manos descansaba un cuervo, el más grande que los chicos mortales habían visto jamás—. Él es Deacon, mi mensajero. Es discreto y puede entrar a cualquier templo.

—¿A dónde planeas enviarlo? —la diosa dejó volar al ave y miró de nuevo a los dioses y sus acompañantes.

—Por todo el Olimpo, si es necesario, incluso al inframundo o al mismo Océano. Y, ahora, necesitó preparar el antídoto y ustedes deben prepararse para el viaje que se acerca.


 


 

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Asher una vez que abandonaron la habitación donde Deméter se encontraba preparando el antídoto para Afrodita.
 


 

—Esperar a Deacon y cualquier noticia pueda traer —respondió con esfuerzo Hermes, aún le dolía un poco algunas partes de su cuerpo pero, gracias a una poción por parte de Deméter, pronto dejarían de doler. 
 


 

—Sería bueno pensar en un plan extra. No podemos simplemente esperar a que las cosas pasen —Ícaro se notaba nervioso—. Deberíamos dividirnos e ir a buscar a Afrodita, un grupo hacia el inframundo y otro al templo de Atenea.
 


 

—Efectivo pero incierto, no sabríamos si el otro grupo está a salvo. 
 


 

—¿Entonces que propones, Eros?
 


 

—Busquemos de nuevo a Ares, seríamos partes iguales.
 


 

—Disculpa, ¿partes iguales? —Ícaro se acercó a la diosa y a una distancia prudente, comenzó a cuestionarla— ¿planeas que el chico venga con nosotros?
 


 

—Tiene que estar cerca, no sabemos qué relación tiene con el secuestro de mi madre, y si nos sirve de algo, al menos hasta que recuperé la memoria, no dudaré en sacar algo de ventaja.
 


 

—Esto es una misión suicida, no necesitamos un estorbo en nuestra misión.
 


 

—¿Nuestra? —Eros se acercó y, a la mínima distancia, lo confrontó— Según recuerdo, no eres más que el juguete de Poseidón, así que esto debería resolverlo con tu amo.
 


 

—Cuida tus palabras, que no...
 


 

—¡Ya basta, los dos! —interrumpió la chica mortal, separando al par antes de que se asesinaran uno al otro— Desde que llegamos al templo de Afrodita, no han hecho algo más que discutir, y la violencia, física o verbal, nunca ayuda a resolver nada. Piensen con la cabeza fría, muchachos, que esto es una labor en equipo.
 


 

—Asher tiene razón, deberíamos estar en camino, en la búsqueda, por encontrar a tu madre, no desperdiciando tiempo en estúpidas discusiones —el par se alejó a varios metros, el uno del otro, sin cruzar miradas y prestaron atención a Hermes—. Ícaro, Eros y yo, iremos al templo de Atenea; Asher, Caleb y Ares, ustedes irán al inframundo —Ícaro estuvo a punto de protestar por el orden de los equipos, pero mejor guardó sus palabras o causaría un nuevo conflicto—. No tienen nada de que temer, Hades no es un dios que guste de la guerra pero llevar a Ares, no estará de más —respondió ante la mirada asustada de la chica mortal.
 


 

—Bien, yo buscaré a Ares. No tardaré.
 


 

—Abriré un portal para tí —se levantó del sofa donde se encontraba y avanzó junto con Eros fuera de la habitación, dejando a Ícaro junto con Asher y Caleb, sumidos en un incómodo que podía hacer sentir la piel erizada hasta al chico sin memoria.
 


 

—No estás feliz de que me enviarán con Ares, ¿verdad? 
 


 

—No me importa. Esto es solo parte de la misión, pero no es de Ares de quien desconfió —dio un último vistazo al par de salió de habitación en busca de Hermes. Asher salió tras él, pisandole los talones.
 


 

—¿De quién entonces? —el chico se detuvo en medio del pasillo, sin mirar a Asher— ¿de Caleb?, por favor, Ícaro, ni siquiera recuerda quién es.
 


 

—¿En serio eres tan ingenua? —giró sobre sus talones y la miró— Piensa con un poco de malicia, Asher; él estaba precisamente en el templo de Afrodita cuando se la llevaron.
 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.