El Octavo Clic

El Octavo Clic

Su  constante chocar contra la mesa retumbaba en el cuarto, una vez tras otra el vidrio de la mesa en medio de la estancia reproducía su característico sonido cuando la bala en las manos del hombre barbado se encontraba con la superficie transparente. Estaban sentados uno en frente del otro pero sus miradas no se cruzaban, el hombre con la bala miraba fijamente a su acompañante, en su interior sentía que tenerlo en frente era aquello que mas anhelaba desde hacia tiempo. Le enojaba tener que parpadear porque quería tener su mirada todo el tiempo sobre él. Con un ultimo chocar sobre la mesa la bala quedó puesta sobre ella, el hombre barbado se reclinó más sobre su silla y agregó un nuevo sonido al ambiente.

- Tienes miedo Juan?

Juan se quedó cabizbajo con la mirada sobre el suelo.

- Tenias miedo cuando entraste a la tienda?

El silencio era lo único que confería su interlocutor.

- Recuerdo todo muy bien, increíblemente bien. Puedo decirte cuanto dinero tenia en mis manos en ese momento, parado en la registradora pagando un paquete de pan tajado, unos embutidos, una caja de leche y un paquete de dulces ácidos.

Juan levantó la cabeza y dejó expuesto bajo la luz de las bombillas aquel ojo morado, medio abierto por la hinchazón, y el labio inferior partido y con sangre seca. Por fin se cruzaron sus miradas.

- Nueve malditos dólares y treintaicinco centavos. Solo eso.

- Escucha viejo, cuantas veces tengo que decirte que lo siento?

El hombre con barba se le quedó mirando con sus ojos fríos y vacíos, a Juan le pareció no ver nada y eso era lo que mas le aterraba de aquel que lo tenia amarrado con cinta a la silla, no se veía nada en él.

- Te gusta el riesgo no?, Te gusta jugar, te gusta la aventura y el peligro, lo sé porque para encontrarte tuve que hacer unas cuantas visitas a gente que conocías.

Juan se quedó mudo cuando entendió la respuesta a la pregunta que se había hecho hace un tiempo, lo había encontrado por que sus amigos lo habían delatado, y no los culpaba, ese tipo era un maldito demente.

- Que tal si jugamos a algo?, se que te va a gustar, aunque es peligroso. Se que moriras por jugar.

El tono sínico y burlón del hombre no le daba muy buen augurio a Juan, comenzó a retorcerse en la silla.

- Escucha viejo, hagamos algo si? – Intentó mediar con él, aunque no tenia muchas esperanzas de convencerlo.- me entregaré a la policía, lo confesaré todo, solo llévame con los polis, te lo prometo.

El hombre le ignoró y mientras Juan decía una lista interminable de promesas para persuadirlo, este sacó de entre su chaqueta un enorme revolver que resplandeció bajo las luces blancas de la pared. Juan se quedó callado cuando vio el arma. El hombre metía de nuevo la mano dentro de su chaqueta y esta vez saco un objeto mas pequeño pero mas aterrador, Juan no entendía porque ahora sacaba otra bala de ahí si ya tenia una sobre la mesa.

- Este juego tiene reglas, unas reglas muy divertidas, si no las tuviera solo seria un asesinato, y yo no soy como tú.

Accionó la pieza del revolver que hacia salir el tambor y colocó la bala adentro, luego cerró el tambor y esto hizo soltar un clic que tensionó a Juan.

- Ves esos cables que cuelgan desde el techo?- Señaló con el arma. – están electrificados, no te puedo decir cuantos voltios o cosas de esas, pero estoy seguro que de matarían a alguien si los tocara.

Juan se quedó mirando los cables pensando que en cualquier momento el viejo loco frente a él le conectaría esos cables a la cabeza e intentaría freírle el cerebro como hacían con los locos, pero lo irónico era que el loco no era él.

- Tranquilo, no tienes que preocuparte de eso por ahora.- le dijo mientras le miraba. – De esto tal vez un poco.

Levantó el arma y le apuntó a la cara a Juan mientras este se quedó pasmado de ver el cañón del revolver mirándole como un ciclope a punto de destrozarle la cabeza con un mazo. El arma se desvió hacia arriba y el disparo le hizo estremecer como pudo sobre la silla. El tiro había dado a algo detrás de él, pero debido a su situación le era muy difícil verlo pero si escuchó un sonido familiar.

- Esa tubería viene directamente del suministro de agua de la casa, así que el flujo será constante, de eso si debes preocuparte. Imagino que sabes que pasa cuando el agua toca un cable no? – Juan miraba atemorizado el agua que empezaba a esparcirse lenta y constantemente por el suelo. -  pero no te preocupes tanto, eso solo sucederá cuando tengamos el agua por la cintura, así que tenemos tiempo de jugar nuestro juego.

- Oh dios…

- Si, oh dios, eso pensé yo muchas veces.

El hombre se levantó de la silla y sus pisadas reproducían un húmedo clop debido al agua esparcida ya por todo el piso de la habitación. Se acercó a él y le puso una cinta en la boca, regresó a su silla y sacó una ultima cosa de dentro de la chaqueta, la cual parecía contener un montón infinito de cosas aterradoras, pensó Juan. Puso un enorme cuchillo sobre la mesa.

- Veras mi querido amigo Juan, el juego consiste en que yo termine de contar una historia antes de que mueras tu o yo, - decía mientras estaba concentrado tomando la bala sobre la mesa y poniéndola en el arma, como había hecho antes, pero esta vez le dio un golpe con la palma al tambor para que este girara y cerró el arma, sin poder saber donde estaba la bala. – la verdad es muy sencillo. Si yo muero tendrás tiempo suficiente para tomar el cuchillo y liberarte de las ataduras; si tú mueres, bueno ya veré yo que hacer después.

Juan se retorcía en su silla  y agitaba la cabeza mientras soltaba chillidos y gritos enmudecidos por la mordaza de cinta en su boca.

- La historia comienza así. – Dijo mientras ponía el arma en su boca, inclinada hacia arriba apuntando a su cerebro desde adentro, presionó el gatillo y un primer clic seco se reprodujo.



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En el texto hay: horror, thriller, terror

Editado: 07.03.2020

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