El Jet Fantasma.
El helicóptero de transporte de "La Vigilancia" los recogió en una ladera oculta, bañada por la última luz dorada del sol nórdico. Su viaje, sin escalas, sería un sprint transatlántico.
El jet que los esperaba en una base aérea clandestina en Islandia era un modelo de transporte furtivo, modificado con tecnología de sigilo. Su nombre en clave: "El Fantasma II".
—Victoria no solo buscará el Templo de Yucatán; nos buscará a nosotros —dijo Kira, abrochándose el cinturón de seguridad.
Nido, que había decidido acompañarlos en el vuelo como apoyo táctico, consultaba sus pantallas.
—Toda su antigua red de inteligencia sabe que ustedes son el objetivo número uno. Mi trabajo es mantenerlos en el aire sin ser detectados. Ya que El Fantasma II es invisible al radar, solo tienen que preocuparse por la vigilancia humana y térmica.
Vance se acomodó el Pergamino de Metal y el Núcleo de Oricalco en un compartimento blindado. La idea de que esos artefactos pudieran caer en manos de Victoria le revolvía el estómago.
—Ella estará buscando aviones de gran altura. Un jet privado en un vuelo de este tipo es obvio.
—Lo sé —respondió Nido con calma—. Por eso, a mitad de camino, haremos una inmersión. Volaremos a menos de 300 metros de altura sobre el Atlántico, justo por encima de las olas, para pasar inadvertidos.
El Descenso Peligroso.
Durante horas, el vuelo fue monótono, solo roto por el rugido constante de los motores. Kira intentó dormir, pero la tensión era demasiada. A mitad del Atlántico, Nido anunció la maniobra.
—Atención. Descenso a baja altitud. Prepárense para turbulencia.
El jet cayó bruscamente. Afuera, la oscuridad era total, solo rota por las luces de navegación. Podían ver las crestas de las olas batiendo bajo el fuselaje.
De repente, las alarmas de proximidad del jet estallaron con un sonido estridente.
—¡Contacto! ¡Contacto rápido a baja altitud, 30 grados a estribor! —gritó Nido.
Kira se abalanzó al puesto de copiloto. En el radar, una pequeña señal roja se acercaba a una velocidad alarmante. Era una aeronave ultra-ligera y furtiva, casi indetectable, armada con un cañón de ráfaga.
—¡Victoria no usó la red; usó un cazador personal! ¡Es una emboscada! —dijo Kira.
Fuego Nocturno
—¡Nido! ¡Maniobra evasiva! —ordenó Kira.
Nido manipuló los controles, haciendo que el jet se inclinara bruscamente, esquivando una ráfaga de proyectiles que pasó silbando por el lateral.
—No puedo subir, me detectarán los radares militares. ¡No puedo caer, chocaré contra las olas! ¡Estamos atrapados! —gritó Nido.
Kira vio una oportunidad desesperada. Se giró hacia Vance.
—Elías, en el compartimento trasero. Hay un lanzador de contramedidas térmicas. Es nuestra única oportunidad.
Vance se puso en movimiento. Abrió el compartimento y sacó un lanzador de mano diseñado para aviones. El jet viró de nuevo, esquivando el fuego enemigo. El cazador de Victoria se colocó directamente detrás de ellos, preparándose para el ataque final.
—¡Ahora, Elías! —gritó Kira.
Vance abrió la escotilla de carga trasera. El viento y la humedad del océano azotaron la cabina. Vance se inclinó sobre el borde, el lanzador apuntando hacia el cielo nocturno. El jet enemigo estaba demasiado cerca.
Vance apretó el gatillo. En lugar de bengalas de calor, lanzó una carga de partículas de Oricalco pulverizado que Nido había usado para calibrar el jet.
Las partículas impactaron en el motor del avión de Victoria. No explotó, pero el motor se apagó instantáneamente por el pulso electromagnético del metal atlante. El cazador de Victoria se hundió en el negro Atlántico.
El Vencedor de la Noch.
Kira regresó al puesto. Miró el radar: la señal enemiga había desaparecido
—¡Lo hicimos! —dijo Kira, recuperando el aliento.
Vance, empapado y temblando por el esfuerzo y el frío, se selló la escotilla.
—Ella no se rendirá, Kira. Esto es solo el comienzo. Ha usado un cazador; ahora usará un escuadrón.
Nido revisó los datos de vuelo y las reservas de combustible. —Hemos gastado demasiada energía en la maniobra. Tendremos que aterrizar para repostar en una base que está controlada por sus antiguos contactos.
Kira miró el mapa de navegación. El próximo punto de parada: Belice.
—Bien. Victoria quiere cazarnos en el cielo. Vamos a darle lo que quiere —dijo Kira, con una sonrisa fría.