El Ojo de Aelarion. (parte 2)

Capítulo 7: Rescate en el Último Segundo.

​La Cuenta Regresiva.
​Kira recuperó completamente la consciencia. El gas se había disipado, pero el olor a ozono se mezclaba ahora con el agrio aroma de los explosivos. Vio la carga C4 pegada a una de las estatuas de jaguar. Victoria no había mentido: había sellado la entrada del cenote con una roca gigante.
​—Nido, despierta. ¡Hay una bomba! —gritó Kira, sacudiendo a su compañero.
​Nido tosió violentamente. —La carga es sísmica... busca desestabilizar la cueva. Si explota, todo el complejo de cuevas colapsará. ¡Nos enterrará vivos!
​El temporizador digital en el C4 marcaba: 02:30.
​En ese momento, Vance habló por el comunicador, su voz distorsionada y ronca. —Kira, estoy en una grieta oculta. Es estrecha, pero puedo usar la soga. Necesito que te muevas hacia el centro de la sala.
​El Descenso Imposible.
​Vance, aferrándose al Pergamino de Metal y a la soga de Kira, se deslizó por la angosta grieta que se abría en la cornisa. El pasaje era vertical, oscuro y terminaba en el centro del techo de la caverna.
​01:45.
​Kira se concentró en la bomba. Era un explosivo atlante, pero el detonador era estándar. —Nido, necesitamos tiempo. ¿Puedes hackear el temporizador?
​—Solo si me acerco. Pero si me muevo, el C4 podría tener un sensor de movimiento —replicó Nido.
​Kira vio una sombra que se proyectaba desde la grieta: Vance estaba descendiendo con una rapidez increíble.
​01:00.
​—¡Nido, distracción! —ordenó Kira. Ella sabía que la única forma de que Vance pudiera llegar a tiempo era si los explosivos no estaban mirando directamente a la grieta.
​Kira tomó un trozo de roca y lo arrojó lejos del C4. El sensor de movimiento se activó por el impacto. El C4 emitió un pitido agudo, pero no detonó. Kira había ganado segundos.
​La Fuga del Templo.
​Vance se descolgó en la caverna justo por encima del altar, sus pies tocando el techo.
​00:30.
​Vance no perdió un segundo. Se acercó a la carga sísmica y, en lugar de intentar desactivarla (lo que activaría un sensor anti-sabotaje), usó el Núcleo de Oricalco que llevaba en su mochila. Presionó el Núcleo contra el C4.
​El Núcleo no explotó la bomba; absorbió el temporizador a través de un pulso electromagnético invertido. El contador digital parpadeó y se congeló en 00:05.
​—¡No durará mucho! —gritó Vance.
​Kira y Nido corrieron hacia Vance. El C4 se estaba recalentando. El trío se lanzó hacia la grieta, empujándose unos a otros.
​Vance fue el último en pasar. Justo cuando se metía en el agujero, el C4 estalló. Pero la explosión fue contenida por el Núcleo de Oricalco, transformándola en un pulso de energía concentrada que derribó las paredes de la caverna, pero no colapsó la estructura principal.
​La roca que sellaba el cenote se agrietó, abriendo una nueva fisura a la luz del día.
​El Nuevo Destino.
​Kira, Nido y Vance emergieron de la grieta en el techo del cenote, sucios, aturdidos, pero vivos. El aire fresco de la jungla fue un alivio
​—Hemos sobrevivido. Pero Victoria nos dio un mensaje: ella tiene el Ojo de Aelarion —dijo Kira, mirando la roca gigante que taponaba el cenote.
​Vance sacó el Pergamino de Metal. La explosión había recalibrado el artefacto. Las coordenadas de Yucatán habían desaparecido. En su lugar, un nuevo destino brillaba con un resplandor dorado.
​—Ella no se llevó el Ojo. Ella se llevó el Mapa que el Ojo reveló —dijo Vance. —Elías, ¿dónde nos está llevando Victoria ahora? —preguntó Kira.
​Vance, con una mirada de terror en sus ojos, leyó la runa.
​—Al único lugar donde puede reconstruir el Cónclave y controlar el Legado de forma permanente: El Templo Oculto de Petra, Jordania.
​El equipo sabía que la carrera acababa de volverse transcontinental y más peligrosa que nunca.




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