Infiltración en el Silencio.
Kira, Vance y Nido se movieron por el desierto jordano bajo la fría luz de la luna. El paisaje de Wadi Rum era imponente: arena roja y formaciones rocosas gigantescas. Habían dejado el Fantasma II oculto a 50 kilómetros y continuaban a pie, disfrazados con ropa de trekking local para pasar desapercibidos en caso de vigilancia satelital o aérea.
La entrada a la antigua ciudad de Petra, a través del cañón estrecho conocido como El Siq, estaba a solo unas horas de marcha.
—El Siq es un embudo de kilómetros de largo. Perfecto para una emboscada —advirtió Kira, escaneando los acantilados con binoculares infrarrojos.
—Es también la única entrada que respeta la tradición. Los atlantes la usaban para canalizar la energía sísmica hacia el Archivo Central —explicó Vance, con el Pergamino de Metal guardado en un compartimento especial de su mochila.
Nido consultaba un detector de energía de ultrabaja frecuencia. —El Archivo no está en la famosa fachada del Tesoro. El Pergamino señala un complejo interior. Pero estoy detectando un pulso de energía.
—Victoria —dijeron Kira y Vance al unísono.
La Barrera Invisible.
Al amanecer, entraron en El Siq. El cañón era un pasaje dramático, con paredes de arenisca roja que se elevaban a más de cien metros de altura. La luz del sol apenas llegaba al suelo.
A medida que avanzaban, el zumbido de energía que Nido había detectado se hizo más fuerte.
—¡Alto! —ordenó Nido, deteniéndose bruscamente—. Hay una barrera. Invisible. Está a unos 50 metros de aquí.
Kira lanzó una pequeña piedra. Al tocar el aire, la piedra rebotó como si hubiera chocado con un muro de cristal.
—Es un campo de fuerza de baja intensidad, diseñado para disuadir, no para herir. Pero si lo tocas, el pulso de alarma se activa —analizó Kira.
Vance se acercó con cuidado. El aire frente a él vibraba ligeramente.
—Es un campo de resonancia. Está usando la geología de la roca para alimentarse. Es una defensa atlante que se activa con la luz del amanecer —explicó Vance.
La Solución Aelarion, Parte II.
Kira sabía que si daban la vuelta, perderían la ventaja que tenían antes de que los agentes de Victoria los encontraran.
—¿Puedes desactivarla, Nido?
—Solo con un pulso de frecuencia idéntica. Tardaré una hora en calibrar el equipo, y no tenemos ese tiempo.
Vance, al igual que en Yucatán, miró el Pergamino. Vio que las runas en la superficie del metal se alineaban perfectamente con las vetas de la arenisca del cañón.
—La piedra de Petra no solo es tallada; es una armadura. La clave no es deshabilitar la barrera, sino engañarla —dijo Vance.
Vance se quitó la mochila. Abrió un pequeño compartimento y sacó un cristal de cuarzo de alta pureza que Nido había preparado para emergencias. Usando la punta de su cuchillo, comenzó a grabar una runa atlante en el cristal, una runa de 'Flujo y Permeabilidad'.
Kira montó guardia, tensa. El tiempo se agotaba y el sol comenzaba a iluminar los picos del cañón, amenazando con activar defensas más agresivas.
Vance terminó la grabación. Colocó el cristal de cuarzo en una fisura de la roca donde una veta de hierro era visible.
—Esta veta es el conductor. El cristal amplificará la runa. No desactivo el campo; le digo que somos parte del paisaje.
Vance activó la runa. El aire vibró y el campo de fuerza invisible se disipó con un leve pop. La energía fue reabsorbida por la roca.
—¡Funciona! —exclamó Nido.
El Tesoro Oculto.
Cruzaron el punto donde había estado la barrera, y el cañón se abrió de repente en la vista más icónica de Petra: El Tesoro (Al-Khazneh), la inmensa fachada tallada en la roca.
Pero Kira no estaba mirando la belleza; estaba mirando la amenaza. Una figura solitaria estaba de pie en la entrada del Tesoro. Era un hombre musculoso, vestido de negro, con el mismo tatuaje de halcón que los mercenarios de Belice.
—Victoria sabía que pasarían. Es una trampa —dijo Kira, levantando su rifle.
El hombre no llevaba un arma de fuego; llevaba un latigo de energía de apariencia brutal.
—El Archivo no está aquí, Kira —dijo Vance, mirando el Pergamino, que ahora apuntaba hacia arriba—. Está en la estructura más alta. El Monasterio.
Kira tomó la decisión en un instante. —Nido, distrae al halcón. Vance, tú y yo corremos. ¡Al Monasterio!
Nido, sorprendido, apenas tuvo tiempo de sacar una granada de humo. Kira tomó la mano de Vance y corrieron a toda velocidad a través del valle, dejando atrás a Nido para enfrentar al agente de Victoria en el corazón de Petra