La Base Segura en Malta.
Jafar, cumpliendo su palabra a regañadientes, los dejó en un muelle tranquilo en la isla de Malta. De allí, Kira contactó a una vieja aliada de "La Vigilancia", una ex-operativa llamada Dr. Lena Voss, ahora una brillante (y excéntrica) física de partículas.
Lena atendió a Nido, estabilizando sus heridas con tecnología médica que parecía ciencia ficción. Kira y Vance se concentraron en la misión.
—Victoria no ha desaparecido —explicó Vance, mostrando la nueva lectura del Pergamino de Metal—. Ella ha usado la Esfera de Memoria para transportarse al pasado. Pero necesita el Núcleo de Sacrificio para el último paso: reescribir la historia.
Lena Voss analizó el Pergamino. —No es un mapa, es una secuencia temporal de alta precisión. El Templo de Delphos era un nexo de energía telúrica. El lugar perfecto para que la Atlántida emergiera. Si Victoria lo activa, salvará al Cónclave y borrará toda la historia humana conocida.
La Solución de la Paradoja.
—Tenemos que ir al pasado —dijo Kira, con una resolución fría—. Tenemos el Núcleo de Sacrificio. Tenemos que llegar a Delphos antes de que Victoria lo active.
Lena sonrió tristemente. —No es tan simple. Viajar al pasado sin un Engranaje de Tiempo calibrado crea una paradoja cuántica. Si tocan a la versión pasada de ustedes mismos, o interfieren demasiado, el tiempo se colapsará.
Vance tuvo una idea. —Pero los atlantes sí tenían la tecnología. Los Monolitos de Viaje que usaban los Ancianos.
—¡Exacto! —exclamó Lena—. Para un viaje de esta magnitud, necesitamos un Monolito de Viaje Temporal.
Vance consultó el Pergamino. —El Pergamino no solo muestra el destino temporal, sino también la clave para activar el Monolito. El último Monolito conocido estaba en el antiguo centro de operaciones de El Cónclave... ¡en la costa de Cerdeña!
El Último Monolito.
La misión cambió de nuevo: viaje exprés a la costa de Cerdeña para recuperar el Monolito. Jafar, por un precio exorbitante y la promesa de un silencio total, los llevó en una travesía rápida y peligrosa a través del Mediterráneo.
Al llegar a una cueva marina oculta, encontraron el Monolito: una estructura de Oricalco que había estado dormida durante milenios, disfrazada bajo capas de algas. Era del tamaño de una furgoneta.
—Para activar el Monolito, necesitamos una fuente de energía más fuerte que el Núcleo de Sacrificio, pero más pura que la Esfera —explicó Vance.
Kira tuvo que tomar una decisión que le rompía el corazón. Miró el cofre donde guardaban el Generador de Impulso dañado que habían recuperado de Arcadia.
—Usaremos lo que queda del Generador. Es lo suficientemente potente y no tiene la impronta de Victoria.
El Salto de Fe.
De vuelta en la base secreta de Malta, Lena y Vance trabajaron contrarreloj, conectando el Generador al Monolito, y calibrando el Pergamino de Metal. El objetivo: Delphos, diez mil años en el pasado.
—La ventana de salto es estrecha, Kira. Solo hay energía para un viaje de ida y vuelta, y solo durará 48 horas en el pasado. Si no vuelven a tiempo, el Monolito se quedará sin energía y quedarán atrapados en el pasado —advirtió Lena.
Nido, con el brazo vendado, se acercó a Kira. —No puedo ir. Mis heridas y mi conexión con la Conciencia de Victoria harían que el salto fuera inestable. Pero me quedo para asegurar su retorno.
Kira miró a Vance. Solo irían ellos dos. El futuro dependía de su éxito o fracaso. Kira guardó el Núcleo de Sacrificio y Vance colocó el Pergamino de Metal en el centro del Monolito.
El Monolito comenzó a vibrar con una luz verde y dorada.
—¿Listos? —preguntó Lena, asustada.
Kira tomó la mano de Vance. El hombre que una vez fue un simple profesor ahora se había convertido en su compañero de vida y su guía a través de la historia.
—Al pasado, Elías —dijo Kira.
Vance asintió, su rostro lleno de resolución. —A detener a mi prima y salvar el tiempo.
El Monolito rugió con un poder inimaginable. La habitación se llenó de luz y el mundo se disolvió en una neblina de tiempo.