El Ojo de Aelarion. (parte 2)

Capítulo 16: El Oráculo del Tiempo.

​Diez Mil Años Atrás.
​La luz dorada y verde del Monolito de Viaje se disolvió. Kira y Vance cayeron sobre una superficie rocosa y fría. El aire era limpio y vibraba con una energía que no existía en el futuro.
​Abrieron los ojos y se encontraron en el corazón del Templo de Delphos, pero no el sitio arqueológico que conocían. Era un complejo masivo, con columnas de mármol blanco y estructuras de bronce que brillaban bajo un sol primigenio. El templo era inmensamente más grande y estaba en su apogeo.
​—Diez mil años, Elías —murmuró Kira, su aliento visible en el aire fresco. El silencio era total, roto solo por el sonido del viento.
​El Monolito de Viaje se había materializado dentro de una cueva subterránea, un santuario interior del Templo. El dispositivo, ahora alimentado por el Generador, emitía un zumbido bajo y constante.
​—Tenemos 48 horas —dijo Vance, con la voz tensa—. Y tenemos que encontrar a Victoria antes de que encuentre a los Ancianos.
​El Cónclave del Pasado.
​Se movieron con extrema cautela. Las vestimentas que llevaban (ropa táctica moderna bajo ponchos sencillos para camuflarse) contrastaban brutalmente con el entorno.
​Al salir de la cueva, se encontraron con los habitantes de este tiempo. No eran los griegos que conocían; eran humanos pre-civilización, pero había un grupo específico que resonaba con el Pergamino de Vance: Los Atlantes de Delphos.
​Eran una comunidad de científicos-sacerdotes, vestidos con túnicas de lino blanco y toques de Oricalco. Estaban reunidos en el patio principal, esperando un evento crucial.
​—Este es el momento de la Gran Decisión —susurró Vance—. El momento en que el Cónclave eligió exiliarse a la Atlántida para evitar el colapso de la civilización. Victoria está aquí para convencerlos de lo contrario.
​El Santuario de la Pítia.
​Vance se guio por el Pergamino de Metal, que brillaba débilmente, señalando el edificio central: el Santuario del Oráculo. Allí era donde se celebraba la asamblea del Cónclave.
​Al entrar, la atmósfera cambió. La sala era circular, con un pozo central que emanaba vapores. Sentados en los bancos de mármol estaban doce Ancianos, los líderes más importantes de la civilización atlante. Eran serenos, sabios y poderosos.
​Y en el centro, de pie sobre el pozo, estaba Victoria Aelarion.
​Pero no era la Victoria que conocían. Estaba fusionada con la Esfera de Memoria. Su forma era ligeramente etérea, y sus ojos brillaban con la luz de miles de años de conocimiento.
​—Ancianos —dijo la voz de Victoria. No era un sonido, sino una resonancia mental que llenó la sala—. Yo soy la prueba de vuestro error. Exiliaros es vuestra perdición. Yo vengo del futuro para ofreceros una ruta mejor.
​La Confrontación de los Tiempos.
​Kira y Vance se movieron hacia las sombras de las columnas. Victoria no parecía haberlos detectado, totalmente concentrada en su discurso a los Ancianos.
​—El Cónclave no necesita hundirse. Usad el Ojo de Aelarion para reescribir el futuro ahora. Yo tengo el conocimiento. Solo necesito el Núcleo de Sacrificio para sellar el cambio.
​Vance vio el momento. Tenía que evitar que Victoria recibiera ayuda o convenciera a los Ancianos.
​Vance salió de las sombras. —¡Victoria! ¡Detente!
​Victoria se giró. El impacto de ver a su primo y a su némesis, diez mil años en el pasado, fue tan grande que la resonancia mental se rompió.
​—¡Elias! —Su voz era un grito de pura furia—. ¡La paradoja! No debiste venir.
​Uno de los Ancianos, un hombre venerable con barba plateada, miró a Vance con sabiduría.
​—¿Quién eres, hijo de Aelarion? ¿Y por qué viajas con una Extranjera? —preguntó el Anciano.
​Victoria se recuperó rápidamente, su mente de Conciencia entrando en acción. Ella no podía tocarlos por el riesgo de paradoja.
​—Ancianos, son impostores, la prueba de mi visión. Son los causantes de la destrucción del Cónclave. Y tienen la clave que necesito —dijo Victoria, señalando la mochila de Kira.
​—¡Victoria miente! ¡Ella destruirá el tiempo! —gritó Vance.
​La confrontación había comenzado. Los Ancianos, confundidos, se levantaron de sus asientos. Victoria y Vance estaban separados por el tiempo y por el destino. El enfrentamiento final iba a tener lugar en el punto de inflexión de la historia atlante.




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