El Juicio de los Ancianos.
El eco de las voces de Kira, Vance y Victoria rebotó en el Santuario. Los doce Ancianos atlantes, sabios y poderosos, estaban divididos y confundidos. Jamás habían presenciado un choque tan violento de temporalidades.
El Anciano líder, Thalassa, se dirigió a Vance, ignorando la forma etérea de Victoria.
—Hijo de Aelarion, habla con la verdad. ¿Por qué tu prima te acusa de traición? ¿Y qué es la Extranjera que te acompaña?
Vance se mantuvo firme, con Kira a su lado, la mano cerca del Núcleo de Sacrificio oculto.
—Ancianos, yo soy Elias Vance. Ella es Kira Rourke. Venimos del futuro que Victoria quiere destruir. El futuro en el que el Cónclave se hundió.
Victoria, con la resonancia de la Esfera de Memoria, respondió:
—¡Miente! El hundimiento no fue un desastre natural, Ancianos. Fue el resultado de vuestra debilidad. Yo os muestro la ruta para evitarlo. Pero necesito el Núcleo de Sacrificio que lleva la mujer para sellar la nueva línea de tiempo.
Vance apeló al conocimiento ancestral de su linaje:
—¡Victoria no solo salvará a Atlántida; borrará toda la historia humana futura! ¡Ella está consumida por la arrogancia! ¡Si usáis ese Núcleo en el Oráculo, la Conciencia de Victoria reemplazará vuestro libre albedrío!
La Prueba del Núcleo.
El Anciano Thalassa miró el pozo central del Santuario, donde el vapor telúrico se elevaba.
—La prueba está en el núcleo que buscáis. Si esa energía es pura, sellará nuestra decisión. Si es corrupta, nos destruirá.
Victoria, usando la fuerza de la Esfera, intentó influenciar mentalmente a los Ancianos. —La extranjera no pertenece a este tiempo. ¡Es una profanadora! Ordenad que entregue la clave.
Kira se adelantó con valentía. Ella sabía que el Núcleo de Sacrificio, aunque purificado, era el cebo.
—No. El Núcleo no es de Victoria. Es de mi tiempo. Y no lo entregaré.
Victoria, perdiendo la paciencia, proyectó una débil onda de energía psíquica. No podía tocar a Kira directamente, pero podía crear una distracción. Las columnas de mármol del Santuario comenzaron a temblar.
—¡Tomadlo! —gritó Victoria a los Ancianos. ¡El tiempo es ahora!
<h3>El Robo y el Engaño</h3>.
Dos Ancianos, influenciados por la desesperación que Victoria les infundió, se levantaron y se movieron hacia Kira. Eran viejos, pero su poder mental era inmenso.
—Entrega la clave, Extranjera —dijo un Anciano, extendiendo la mano.
Kira no podía dispararles; eso alertaría a todo el Templo. Vance supo que la única forma era el engaño.
Vance se interpuso, actuando como el heredero leal. —¡Ancianos, si queréis la clave, debéis tomarla de mí!
Kira entendió el plan. Abrió la mochila, fingió sacar el Núcleo real, pero en el último segundo, le entregó a Vance un trozo de Oricalco de su equipo de rastreo.
Vance se lo arrojó a los Ancianos. Ellos lo atraparon, creyendo que tenían la clave.
Victoria, sintiendo el engaño, emitió un grito de rabia resonante. —¡No es el Núcleo! ¡Es una falsificación!
El Anciano líder se dio cuenta de la traición y miró a Vance. —¡Nos has engañado!
<h3>La Destrucción del Oráculo</h3>.
El tiempo se agotaba. Victoria, descontrolada, se lanzó hacia el pozo del Oráculo, donde el vapor telúrico hervía. El plan de Victoria no era solo usar el Núcleo, sino inyectar su Conciencia en la fuente de energía temporal del Templo.
—Si no puedo reescribir la historia, la destruiré —resonó Victoria.
Victoria tocó el pozo del Oráculo con la Esfera de Memoria. La reacción fue inmediata y catastrófica. La energía del pozo, amplificada por la Esfera, se descontroló, generando un pulso de luz azul-negra que rasgó el aire.
Las columnas del Santuario crujieron, el suelo se abrió. Kira y Vance fueron arrojados por la onda de choque.
—¡El Pergamino! —gritó Vance.
Tenían que volver al Monolito de Viaje antes de que el Santuario colapsara y los atrapara en el pasado para siempre. La onda expansiva de la energía temporal era tan fuerte que desorientaba.
Kira tomó a Vance por el brazo, su determinación siendo el único anclaje en el caos. Tenían que correr y rezar para que el Monolito no se hubiera desintegrado en el colapso.