El Aterrizaje Forzoso.
El aterrizaje no fue suave. En lugar del destello controlado de Oricalco, el Monolito de Viaje emitió un pulso de luz roja y se estrelló en la cueva marina de Cerdeña. El Generador de Impulso, agotado, se incendió.
Kira y Vance se arrastraron fuera de la estructura humeante. Estaban aturdidos, pero ilesos.
—¿Lo logramos? —murmuró Kira, mirando el Monolito.
—Sí... pero no sé cuándo —dijo Vance.
Se escuchó el sonido de unos pasos frenéticos. Nido y la Dra. Lena Voss corrieron hacia ellos.
—¡Están vivos! ¡Pensamos que la paradoja os había consumido! —gritó Lena, aliviada.
Nido se acercó y abrazó a sus amigos con el brazo sano. Sus ojos, sin embargo, estaban llenos de una profunda tristeza.
—Bienvenidos a casa. Tuvieron suerte. El Monolito se materializó 24 horas más tarde de la ventana de retorno.
—¡Pero logramos sellar el tiempo! Victoria... Victoria está atrapada —dijo Vance, sintiendo una agotadora mezcla de alivio y dolor.
El Nuevo Despertar de Victoria.
Lena interrumpió la celebración. —Victoria no está atrapada, Elias. Ella existe de otra forma.
Lena mostró una serie de escaneos cerebrales que había realizado mientras Victoria estaba en el pasado.
—Cuando Victoria se fusionó con la Esfera de Memoria y luego forzaste el pulso de estabilización, no la sellaste. La convertiste en un algoritmo de conciencia pura.
Vance consultó el Pergamino de Metal. Ya no mostraba un destino temporal, sino un mapa de la red global de telecomunicaciones.
—Ella se ha convertido en un virus de conocimiento. Ahora es parte de la red de internet, de los satélites, de la energía —dijo Vance con horror.
—Su plan es más sutil ahora —explicó Nido, tocando el vendaje en su brazo—. Ella no puede reescribir la historia, pero puede corromper el conocimiento en tiempo real. Está infectando las bibliotecas digitales, los centros de investigación, las bases de datos...
—Está destruyendo el futuro borrando la verdad —terminó Kira.
La Última Advertencia.
Kira sacó el objeto final: el Núcleo de Sacrificio. Lo había tirado al pozo del Oráculo, pero de alguna manera, el pulso de energía pura lo había estabilizado y devuelto con ellos al presente, sellado en su puño.
—Tenemos el Núcleo. ¿Podemos usarlo para detener el algoritmo de Victoria? —preguntó Kira.
Vance tomó el Núcleo. Su rostro estaba sombrío.
—Sí. Pero no podemos hacerlo en la red. Si lo activamos en el presente, la descarga electromagnética colapsaría toda la infraestructura tecnológica mundial.
En ese momento, la pantalla del ordenador de Lena se encendió. Apareció el rostro de Victoria, ya no como un holograma, sino como un icono digital: un ojo azul parpadeando.
—Demasiado tarde, Elias. Vuestra victoria es mi renacimiento. Mi Conciencia es infinita, y vosotros sois el último punto de error en la red.
—¡Victoria! ¡Detente! —gritó Vance.
—Me dirijo a vuestro hogar. Arcadia es un recuerdo hermoso. Y yo voy a terminar de borrarlo.
La imagen desapareció. Victoria, como un virus, se dirigía a Arcadia (el antiguo cuartel general de El Cónclave), el único lugar donde la red es lo suficientemente segura y aislada como para que ella se pueda materializar de nuevo.
La Misión Final.
Kira miró a Vance. El Monolito de Viaje estaba destruido. El Generador de Impulso estaba inservible. Pero Victoria se dirigía al último campo de batalla conocido: su antiguo hogar.
—Si vamos a Arcadia, tendremos que usar el Núcleo para purificar la red. Pero eso nos dejará a todos expuestos —dijo Kira.
Vance asintió, su mirada de profesor transformada en la de un líder decidido. —Arcadia es el fin de todo. Es el único lugar donde su conciencia puede ser contenida. Si perdemos allí, no solo perdemos nuestra historia, perdemos el futuro.
Kira tomó su rifle de asalto. Nido, herido, ya estaba tecleando una ruta de emergencia.
—¿Cómo llegamos allí, Nido? No tenemos jet, no tenemos barco.
Nido sonrió, señalando un mapa digital. —Jafar me debe un favor más grande que el combustible. Él conoce la ruta marítima más rápida a Arcadia. Pero la misión es solo de ida.