La pequeña casa de piedra en la costa del Mediterráneo se convirtió en su refugio. Las cicatrices de la guerra de dos años contra El Cónclave y Victoria Aelarion eran profundas, pero la paz era real. El colapso de Arcadia había marcado el fin definitivo de una era de secretos y manipulación.
Nido, bajo el cuidado de la Dra. Lena Voss, se recuperaba lentamente. Aunque el virus de la Conciencia de Victoria había sido purificado de la red, el shock de la conexión había dejado secuelas. Su mente, sin embargo, estaba más aguda que nunca, libre del temor a la traición.
Él pasó sus días diseñando un nuevo sistema operativo que se basaba en la descentralización para proteger la información de cualquier ataque algorítmico futuro.
Vance había dedicado el Pergamino de Metal a la investigación, desentrañando la última verdad: El Cónclave se exilió para proteger a la humanidad de su propio poder.
El Núcleo de Sacrificio reposaba en una caja fuerte sellada, un recordatorio del poder que no debía ser tocado.
Kira y Vance encontraron un nuevo ritmo. Sus días ya no se definían por el rastreo o la huida, sino por el propósito. Habían fundado oficialmente La Vigilancia, no como una célula clandestina, sino como una fundación de investigación centrada en la energía y la arqueología.
Una Tarde en la Terraza.
Una tarde, mientras la brisa marina soplaba suavemente, Kira encontró a Vance sentado en la terraza, contemplando el mar. Él no llevaba su ropa formal de profesor ni su equipo táctico, sino ropa sencilla y cómoda.
—El Cónclave está terminado, Elias —dijo Kira, sentándose a su lado.
Vance asintió. —Pero la arrogancia del conocimiento no lo está, Kira. El Pergamino me dio una última advertencia, un eco de la Conciencia de Victoria.
Vance le entregó a Kira una tableta de titanio que había estado oculta en el forro del Pergamino. En ella, había una única coordenada y una breve frase: "El Archivo Prohibido de Ícaro. Es la semilla de la próxima Atlántida."
—Victoria, incluso al ser purificada, intentó advertirme. Existe un lugar donde la tecnología atlante podría ser replicada accidentalmente por la humanidad —explicó Vance.
—¿Qué es el Archivo Prohibido de Ícaro? —preguntó Kira.
—El proyecto que los Ancianos atlantes consideraron demasiado peligroso. Tecnología de propulsión y energía tan avanzada que podría colapsar la Tierra. Ahora, con el Cónclave fuera, ya no hay nadie que lo proteja.
Kira miró la tableta, el mapa de una nueva misión. Ya no era por salvarse a sí mismos o al pasado, sino por proteger el futuro de la humanidad.
—Hemos tenido bastante de mapas, Elias. Pero necesitamos esa brújula.
Vance sonrió, su corazón por fin en paz, pero con un nuevo sentido del deber. —Yo soy la brújula, Capitana. Y tú eres el ancla.
Se levantaron juntos, dejando atrás la tranquilidad del mar. La era de los mapas había terminado. La era de la vigilancia y el cuidado había comenzado. La lucha por el futuro de la humanidad no había terminado, sino que había evolucionado.
FIN