El Ojo De Ender

1 | La Chica Bajo El Roble

Caminó apoyándose en las húmedas y sinuosas paredes de la cueva hasta poder ver la superficie, un sentimiento de alivio y decepción surgió en él cuando vio la oscuridad del bosque. Sin aviso alguno se comenzó a tambalear, y se apoyó en la pared para no caer. Su vista se puso borrosa y las piernas le temblaban.

Con cuidado regresó adentro y se sentó en un lugar donde nadie (o algo) lo pudiese tomar por sorpresa... por lo menos por unos cuantos minutos.

Apartó la mano de su brazo izquierdo para ver la herida, y observó cómo la sangre seguía brotando; escurriéndose por su brazo hasta caer en el suelo.

Antes de que perdiese más sangre, sacó unas hierbas y una venda de su mochila para cubrir la herida, apretando el nudo con ayuda de sus dientes. Apoyó su cabeza contra la pared y su respiración se fue ralentizando progresivamente. Poco a poco, la sangre volvió a su cabeza, y pudo ver con claridad otra vez.

La hierba de ghast le devolvería la fuerza, pero no lo suficientemente rápido como para luchar otra vez con los monstruos de la cueva o por lo menos construir un refugio temporal.

Entonces, escuchó un gruñido a lo lejos; esta vez se oía más cerca que hace unos minutos.
Sacó su reloj, y al observarlo suspiró cansado. No había forma de esperar en la mina a que amaneciera o a que la medicina hiciera efecto. Tenía que escapar de ahí ahora.

Con un poco de esfuerzo, se levantó y se acercó nuevamente a la salida de la cueva; observó la penumbra que se presentaba frente a él. Las nubes habían ocultado la luz del cielo, y la única fuente de iluminación se encontraba en la cueva. No se veía nada más allá de la luz que rodeaba la entrada.

A pesar de que su sentido de supervivencia le decía a gritos que no pasara del límite de luz que le proporcionaban las antorchas de la cueva, no le quedó más opción que agarrar una y salir.

Cojeaba sin hacer mucho ruido, empapando la empuñadura de su espada con el sudor y la sangre de su mano. Eso se sentía asqueroso, pero era de sus menores problemas en ese momento.

«Movimiento es vida» pensó resignado mientras avanzaba entre las penumbras. Aunque estaba muy alerta, él sabía que si se encontraba con algún monstruo le resultaría difícil pelear; tenía que ser precavido.

No se escuchaba nada; aquel silencio lo angustiaba profundamente. Lo único que se oía eran los murmullos de sus pasos y la brisa acariciando el follaje de los árboles. Por lo menos tendría la ventaja de escuchar si algo se acercaba.

Miraba hacia todos lados, apretando con fuerza la empuñadura de su espada como si fuera la mano de su madre, hasta que escuchó los pasos de alguien corriendo, seguido de un fuerte crujido a su izquierda. El joven se espantó y dirigió toda su atención al lugar del que provenía el ruido. Una gota de sudor corrió por su mejilla y sus latidos se convirtieron en pequeños estallidos que golpeaban su pecho con fuerza. Las manos le empezaron a temblar y su respiración se aceleró. Llamarle miedo sería poco. Después de todo, sabía usar una espada, pero no podía hacer milagros.

Incluso con más cautela que antes, empezó a caminar hacia el origen del crujido, respirando profundamente para apaciguar el dolor de su pecho. Sintió como su voluntad se partía en dos, cada parte peleando sin tregua. Una quería salir corriendo de allí, pero la otra quería saber qué había sido ese ruido tan peculiar. Algo le decía que no era un monstruo.

Antes de que sonara el crujido, había escuchado los pasos de alguien corriendo. Tal vez era una persona la que había hecho ese ruido. Pensar en eso le ayudó a relajarse, y su respiración se normalizó, pero aún así no podía ignorar las circunstancias.

La antorcha no le alumbraba demasiado lejos. En cualquier momento podría saltar un monstruo de entre las sombras y nadie se acordaría de él. No tenía ni la menor idea de con qué podría encontrase.

«Tranquilo, solo es tu imaginación. Pon los pies sobre la tierra» pensó.

Entre las sombras vislumbró una figura blanca recostada en el suelo al lado de un gran árbol de roble, lo cual le produjo un escalofrío de punta a punta. A pesar de eso, se acercó, cada vez más lento. Sentía como si hubiesen cientos de cadenas y pesas atadas a su cuerpo, pero la curiosidad lo empujaba, aun más fuerte que sus miedos.

Conforme más avanzaba, más notaba que el bulto se movía de forma casi imperceptible; como si estuviese respirando. Tal vez era un lobo, o incluso una oveja, ya que se encontraba con ambos animales muy a menudo.

Mientras más se acercaba, menos miedo sentía, ya que comenzaba a darse cuenta que no se trataba de un monstruo, pero para su sorpresa, tampoco se trataba de un animal, sino, de una persona, tal y como había imaginado.

El bulto blanco resultó ser una chamarra. Esto lo supo porque después de unos cuantos pasos más, vio unos jeans de color azul oscuro, que no había visto antes por la forma en que estos se habían camuflado en la obscuridad. Toda su ropa estaba manchada de tierra y con algunas hojas encima.

Como la persona estaba de espaldas, cogió una vara del suelo y la picó desde lejos para cerciorarse de que estuviese dormida, y luego, la volteó con cuidado para verle el rostro.

Era una chica.

Lo siguiente que descubrió fue el hilo de sangre que brotaba de su frente, y después miró hacia el árbol junto al que estaba la chica, el cual tenía una rama desgarrada y colgando. Estaba más que claro que se había golpeado y que se había desmayado en el acto, por lo que decidió ponerse de cuclillas al lado de ella y revisar su pulso.



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En el texto hay: amor y misterio, accion aventura y drama, minecraft

Editado: 07.02.2023

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