7 | Nether

La luz del día hacía vibrar con alegría los colores de la vegetación, el jardín trasero resplandecía con una cantidad increíble de colores, mientras los dos chicos se encontraban cara a cara en un área despejada.

—Bien Charlie, intentemos de nuevo, y ésta vez no olvides mantener la postura.

El muchacho trataba de cargar la espada de madera, pero era tan pesada que no parecía ser capaz de luchar con ella.

—Si sigues moviéndote de esa forma tan lenta y torpe seguro atraerás a muchas chicas —le dijo entre risas.

—Es pesada —se quejó—. Creí que las de madera eran más livianas.

—Y eso que aún no te doy el escudo —se rio su hermano—. Eres muy débil todavía.

—¡No soy débil! —protestó Charlie molesto. Su hermano volvió a reírse con más fuerza.

—Pues con esos brazos de espagueti no pareces muy convincente.

Charlie frunció el ceño.

—Tranquilízate. Con el tiempo te acostumbraras. Las espadas de metal son más ligeras a diferencia de lo que muchos otros creen, pero esta espada, a parte de ser menos peligrosa para practicar, te va a ayudar a fortalecer tus músculos y tu agilidad, así serás aún más rápido cuando te de una de verdad, tal vez así no te veas tan gracioso como ahora.

—Espero que sea pronto, porque me dolerán mucho los brazos después de la paliza que te voy a dar.

—A mí también me hubiese gustado que fuese más fácil —repuso ignorando la amenaza de su hermano—, pero no hay de otra. Ahora, en guardia mocoso —le dijo con una sonrisa burlona.

Charlie dibujó una amplia sonrisa en su rostro y se puso en guardia, mirando a Leo con picardía, para luego asustarlo con un ataque sorpresa, pero lo esquivó fácilmente y le dio una nalgada a Charlie, enojándolo fácilmente.

—Hasta un cerdo pelearía mejor que tú —dijo mientras evadía cada ataque que  le trataba de ensartar—. No dejes que...

—Lo dice el que nunca limpia su habitación —le interrumpió con una sonrisa traviesa en su rostro—. Si sigues así nunca conquistarás a Ross.

—¡Oye! eso no es de tu incumbencia. Cuando sea parte de la guardia real naval, podré viajar por todo el mundo en botes ostentosos y las chicas (incluyendo a Ross) harán fila —dijo entre risas.

—Lo que tú digas —replicó incrédulo—. Pero si algún día llegas a convertirte en uno, prométeme que algún día me llevarás a ver el mar contigo.

—Tal vez lo considere si dejas de tomar mis cosas.

—Trato hecho.

—Niños, entren a comer —les gritó su madre desde la casa—. No quiero tener que gritarles de nuevo, hacen que se me reseque la garganta.

—Vamos pulga. Me muero de hambre —dijo mientras le sacudía su cabello.

El agua estaba helada, pero él ya estaba acostumbrado a soportar esas temperaturas desde hace tiempo. Caminó con cuidado hacia delante, sintiendo la tierra bajo sus pies y dejando que su piel desnuda se hundiera en el lago hasta llegarle al pecho. Observó por unos segundos como el agua cristalina se tornaba lentamente de color rojo. Entonces, sus lágrimas se mezclaron con el agua, y comenzó a frotar su cuerpo con el estropajo, con tanta fuerza que su piel se enrojeció. Todo su cuerpo le ardía como fuego.

La sangre estaba siendo esparcida, su cuerpo estaba siendo purificado, como si el lago fuese su chivo expiatorio, pero él sabía que por más que el agua pasara por su piel, lo que había hecho no tenía marcha atrás... y salió del agua.

Después de lavar su ropa y vestirse, se sentó en el porche, mirando su espada con las manos inquietas. Empezó a tirar las manzanas de los árboles con piedras para tratar de calmar su alma inquieta y preocupada. Al lado de él estaba Antony afilando su espada, recostado en una de las paredes de la casa abandonada. La habían encontraron al lado de un lago un par de horas atrás. Tenían mucha suerte de encontrar una construcción así en un bosque tan peligroso y desprovisto de vida inteligente.

Los arbustos cubrían gran parte de la casa, y el polvo abundaba por todas partes. Charlie contó tres nidos de aves sobre el techo. A pesar de eso, todo parecía estar en perfecto estado.

Después de finalmente haberse calmado tras haber desatado tanta furia horas antes, pudo pensar con más claridad. Ahora entendía como se había sentido Clara cuando mató a uno de los guardias... era horrible.

Entonces, escuchó el sonido de la puerta abriéndose y vio a Aurora saliendo de la casa con claro desánimo. Se levantó en seguida esperando buenas noticias, pero el rostro de Aurora hizo que pensara lo peor.

—Está bien por ahora —dijo cruzando los brazos un poco apenada—. Hice lo que pude, te lo juro.

—Lo sé —repuso Charlie en un suspiro de alivio. Por lo menos no estaba muerta.

—Trataré de mantenerla estable lo más que pueda, pero no creo que dure hasta la medianoche —dijo antes de darle el inventario que traía en la mano—. Esto es tuyo. Conseguí quitárselo a Godor antes de irnos.

—Gracias —dijo con una mirada cansada.

—¿Hay alguna forma de ayudarla? —preguntó Antony para tratar de disipar la tensión que se había formado.