Charlie cortó el cabello de los Lavagantes y creó un hilo que usó para hacer una caña de pescar, la cual le puso como anzuelo un hongo retorcido. con esto lograron atraer a los Lavagantes y llevarlos a tierra firme. Bajaron de las extrañas criaturas y continuaron su camino por un valle de arenas que te sujetaban los pies como si te quisieran matar. Ninguno de los dos lo decía, pero era una sensación demasiado incómoda, e inconscientemente empezaron a evitar esas partes del suelo.
Estaban cansados de todo, por lo que decidieron se muy cautelosos a la hora de encontrarse con los esqueletos y los ghast. Antony le preguntó si no podían matar a un ghast para obtener la lágrima, pero Charlie le explicó que eran demasiados los ghast que había ahí; atacar a uno significaba meterse con todos.
En su camino por el valle, Charlie decidió llevarse un pedazo de un hueso gigante que yacía enterrado en la arena. agarró su pico y destrozó los huesos para meterlos en su saco. Antony le miraba con un poco de confusión.
—Oye, siempre estás tomando cosas extrañas por el camino ¿Es porque lo vamos a necesitar o...?
—Es un viejo hábito. Es mi forma de ser paranoico. Siempre pienso "Oye, quizás lo necesitemos en el camino". La mayoría es basura que tengo que tirar después. ¿Te molesta?
—Tu hábito nos salvó la vida hace unos minutos y no me quejo... ¿pero de qué nos pueden servir unos huesos?
—Si te soy sincero, ni yo estoy seguro, pero se ve como algo difícil de conseguir, podría valer algo.
Poco después de finalmente salir del valle, se encontraron con un bosque distorsionado. Un lugar coloreado de un turquesa muy vibrante, que contrastaba fuertemente con el rojo que estaba por todas partes.
—¿Es raro que me guste este lugar?
—Es de lo menos hostil que se puede encontrar en esta dimensión así que no te juzgo.
No había criaturas que los quisieran matar todo el tiempo. Sólo había endermans, pero estaban particularmente tranquilos. Era un sitio apacible, en el que pudieron descansar un momento de todos los problemas que habían tenido hasta ahora. Fue entonces que Antony vio algo escondido detrás del follaje del bosque azul.
—Charlie —observó apuntando con su dedo índice— Mira.
Charlie volteó a ver donde señalaba Antony, y vio una fortaleza gigante, hecha de ladrillo oscuro, pero un gigantesco peñasco se interponía entre ellos y su objetivo.
—¿Cómo subimos la montaña?
—Con basura.
Charlie sacó de su inventario los huesos que encontró hace poco y los hizo polvo, entonces, agarró una enredadera distorsionada y la plantó cerca de donde comenzaba la montaña, para luego echar el polvo de hueso sobre la planta y verla crecer hasta superar la altura del obstáculo.
—¿Sabías que el polvo de hueso es un fertilizante mágico excelente?
—Ya lo estoy viendo.
Ambos escalaron la firme enredadera, y lograron pasar encima del obstáculo sin problemas. Mientras más subían, más se dieron cuenta de lo inmensa que era la fortaleza. Sus pilares llegaban hasta el fondo del lago de lava sobre el que estaba construido, y su altura les hizo sentir un respeto inmediato por aquel sitio.
llegaron a los pies de la fortaleza y subieron una de las columnas, picando hasta arriba. Y después de asegurarse de que no había enemigos cerca, terminaron de picar y salieron a los pasillos.
—Si nos separamos encontraremos más fácilmente las verrugas abisales.
—Bromeas ¿Cierto? —dijo Antony incrédulo—. Literalmente estamos en el infierno. Casi me muero achicharrado de no ser que estabas a mi lado ¿En serio quieres que nos separemos?
—No tenemos mucho tiempo. Quién sabe hasta cuando resistirá Clara... y nosotros.
—Está bien —replicó un poco temeroso de la idea— ¿Algún consejo?
—Aléjate de los esqueletos wither; si te encuentras con un blaze usa tu escudo para repeler sus proyectiles y evita los cañonazos de lo ghast lo mejor que puedas. Y por lo que más quieras, deja a los cerdos en paz.
—Comprendo.
Leo entró en la casa dejando entrar el viento helado que había fuera, y dejó sus cosas al lado de la puerta antes de cerrarla para que no entrara más polvo. En seguida, abrió una de las ventanas y vio hacia afuera con atención.
—Hola ¿Qué tal te fue? —le preguntó Charlie mientras leía un libro, pero al ver que su hermano no respondía volteó a verlo; parecía muy ansioso—. Oye ¿estás bien?
—¿Qué? Ah sí, estaba pensando. Unos problemas que tengo en el trabajo.
El joven guardia cerró la ventana y se sentó en el sofá. Se veía desanimado, la luz que siempre había en sus ojos ya no estaba.
—¿Estás seguro? —insistió Charlie.
Leo quedó callado, no parecía muy seguro de decir lo que tenía en mente. Lo único que se escuchaba era el sonido de la madera crujiendo en la chimenea.
—Nada —dijo más relajado—. Creo que la guardia real es más difícil de lo que pensaba.
—¿De qué estás hablando? Tú fuiste el mejor de la academia, debería ser pan comido para ti.