Habían muchos papeles clavados en los árboles que estaban a los lados del camino, todos con dibujos muy bien detallados de Clara, Charlie y Aurora; anunciaban la oferta de una increíble suma de dinero por ser atrapados vivos o muertos; sin embargo, el anuncio informaba que la recompensa se anularía si Clara moría. Quinientos diamantes definitivamente sería una recompensa que no pasaría desapercibida. Tuvieron que tomar un sendero alternativo, mucho menos concurrido que el que habían estado llevando hace unas horas, de lo contrario, serían encontrados en poco tiempo.
Charlie Notó que Antony estaba ansioso, probablemente por la cantidad de dinero que ofrecían por la captura, pero algo le decía que era por otro asunto, tal vez no debía entrometerse demasiado; sin embargo, no tuvo que controlar su curiosidad, ya que él mismo se le acercó para hablar.
—¿Qué sucede? —preguntó Charlie.
—Tengo que hablarte de algo muy importante, pero... —dijo antes de darle señas para que se alejaran de los demás y Charlie entendió a la perfección.
Ambos aligeraron el paso para que los demás los adelantaran hasta que fue seguro hablar con privacidad.
—No sabía que Clara tenía amnesia.
—Yo pensé que ya lo habías notado.
—Bueno... eso no tiene importancia ahora. El punto es que si en verdad tiene amnesia, entonces hay un pequeño problema acerca de ella que deberías saber... —Antony captó el interés de Charlie al instante, y él escuchó con atención—. Ella es de la guardia real.
Charlie trató de contener sus emociones para no llamar la atención, pero Antony sabía lo mucho que lo había impactado con esa declaración.
—No —agregó el ex-guardia—, no es broma. Perdón por no habértelo dicho antes, pero tenía que encontrar el momento adecuado.
—Tú también eres un guardia Antony.
—Esto es muy diferente —dijo con seriedad y un poco incómodo—. Ella no es cualquier guardia... deberías reconocerla: en el informe de la guardia real leí que tú sabes mucho sobre la guardia real.
—Eso fue antes... estoy desactualizado.
—Es la general de la guardia.
Charlie volteó a verlo con gran estupor.
—Sospecho que sabes lo que eso significa.
—Recuerdo haberlo leído en un libro ¿Es uno de los escalafones más altos?
—El más alto —aclaró—, pero lo más importante es que está profundamente relacionada con el rey y sus consejeros. Estaba pensando que tal vez nos está engañando. Tal vez hasta fingió tener amnesia y ser una chica buena para que la ayudemos a llevar a cabo sus objetivos sean los que sean ¿Estás seguro de que está siendo honesta con nosotros? Podría estar usándonos. Quizás pensó que no podría hacer un viaje así sin ayuda, y menos con tanta gente en su contra. No lo digo por ser malo o desconfiado; me cae muy bien, pero ya estuve antes en un grupo donde fui engañado, no me gustaría caer en la misma trampa de nuevo.
—He visto mucha gente fingiendo ser alguien que no es. Clara no es una de esas.
—No lo dudo, pero tienes que pensar en las probabilidades Charlie. Si te equivocas podrías poner en riesgo a los demás.
—¿Por qué no lo mencionaste antes? —le preguntó un poco angustiado por el impacto que le había provocado la noticia.
—No me parecía relevante. Creí que todos ustedes sabían quién era ella y que estaban totalmente de acuerdo con eso por alguna razón, pero cuando me enteré de la amnesia, pensé en todo esto.
—Eso explica por qué estabas tan callado después de que te lo dijimos.
—No la estoy acusando o juzgando, solo te pido que lo tomes en cuenta.
—Sí, no te preocupes... Lo pensaré.
—Oigan —les llamó Aurora— ¿Algo importante que decirnos?
—Solo platicamos —repuso Charlie.
Aurora los miró con sospecha y siguió cabalgando.
—Pues será mejor que te apresures —le dijo Antony a Charlie antes de alcanzar a los demás, dando por finalizada la conversación.
Todo el mundo le saludaba, pero él no salió a hablar. Lo único que lo motivó a salir de la posada fue el aburrimiento. Jamás creyó que un edificio podría ser tan poco divertido. Lo único que tenían eran rompecabezas, juegos de mesa y libros polvorientos contando historias de héroes antiguos y poco entretenidos que simplemente se dedicaban a rescatar gente inútil incapaz de salvarse por sí misma, y eso lo desquiciaba.
Sin darse cuenta, había llegado a la playa. La recepcionista de la posada le habló un poco acerca de ese lugar. Lo único que lo motivó a escucharla fue el aburrimiento, pero en realidad no estaba interesado en el tema. Ya había visto cientos de leguas de mar durante toda su vida ¿por qué sería interesante ver cientos de leguas más?
Estuvo a punto de dar la media vuelta y regresar a la posada hasta que escuchó un grito agudo que lo hizo voltear en seguida y sacar su tridente, listo para atravesar lo que sea. Vio a unos niños jugando y haciendo todo tipo de castillos de arena. Respiró profundo y dejó de apuntar.
Siguió observándolos, sin entender como podían divertirse haciendo algo tan aburrido y sin sentido, sin adrenalina, emoción o propósito... o tal vez sí la había, pero no la podía ver... por primera vez en la vida se preguntó si en realidad el que estaba mal era él.