Había tanto silencio que hasta uno podría pensar que está escuchando como cae el rocío de la madrugada; Tobi pensó que lo había escuchado, pero en realidad solo era él, respirando lo más silenciosamente posible. ¿Lo habrían escuchado abriendo la puerta? Tal vez no. Dayana le había contado como estuvo observando los turnos de los veladores y jamás pasaban por ahí; pero aún así todos sus sentidos estaban alerta de cualquier indicio de peligro. La sangre bombeaba tan rápido por sus venas, que le temblaban las manos, las cuales le habían empezado a sudar por el estrés y por sostener su maleta con mucha fuerza.
El estomago le rugía y tenía ganas de ir al baño, pero no era momento para dejarse llevar por sus necesidades, tenía que salir y reunirse con Dayana en la feria antes de las seis.
Levantó la vista y vio la hora en el reloj del pasillo, el cual marcaba las cinco y media. «Demonios, me quedé dormido. Debería apresurarme», pensó antes de caminar con más rapidez, «Me va a matar cuando llegue».
Se acercó a una maceta para levantarla con cautela y debajo de ella se encontraba una llave con una nota a su lado que decía:
"No vayas a perderla, tardé toda mi vida en conseguirla. No seas torpe por una vez ¿sí? bastante tengo ya con que te hayas quedado dormido"
«¿Por qué siempre tiene que ser tan mala conmigo?», pensó resignado, «Ayer fue tan adorable y linda que no pude decirle que no... ¿Me habrá manipulado para que le dijera que sí?».
Siguió caminando, siempre precavido y al tanto. Gracias a la investigación de Dayana, Tobías pudo continuar su camino sin sorpresas hasta llegar a una de las puertas traseras del orfanato, y abrió el cerrojo con cuidado de no hacer ruido. Lentamente, abrió la puerta y salió cerrándola otra vez con llave.
Cuando escuchó la brisa pasando encima de los árboles y rozando su piel, se preguntó por primera vez cómo sería realmente vivir fuera del orfanato ¿Sería horrible? ¿Sería maravilloso? probablemente sería horrible, pero cualquier cosa sería mejor que el orfanato.
Con rapidez se escondió detrás de los arbustos que estaban al lado de las rejas y sacó la pala improvisada hecha de madera que le dio Dayana hace unas horas en el ático. con prisa y precaución, cavó un agujero por debajo de la reja y salió cubierto de tierra para luego traer consigo la maleta.
Se adentró en la oscuridad del bosque sin mirar atrás y esbozó una sonrisa osada en su rostro por primera vez. Ahora el mundo sería su hogar desde ahora en adelante, y a pesar de tener miedo, él sabía que podría soportar cualquier cosa si estaba al lado de Dayana siempre.
Siguió corriendo sin parar. No podía ver nada, solo las luces de la ciudad a lo lejos. Al menos iba en la dirección correcta.
Entonces, su pie chocó con una roca y cayó, rodando sin parar por la colina. Su maleta se abrió, esparciendo sus cosas por todas partes; su cuerpo chocó sin freno contra un árbol, y finalmente se detuvo al pie de la colina.
Estaba golpeado por todas partes, y su maleta había desaparecido en la oscuridad.
—Bueno... ese fue un gran comienzo —dijo adolorido mientras se levantaba.
«Diablos... perdí mi maleta. Debe estar aquí cerca», pensó antes de empezar a subir la colina, pero a pesar de palpar toda la tierra, solo encontró una camisa. En eso, vio una luz amarilla y escuchó las risas de unas personas, tal vez podrían darle algo de luz para buscar su maleta.
Comenzó a correr rápidamente hacia la luz y encontró lo que parecía ser un edificio abandonado, eso le pareció extraño, y decidió investigar con cautela antes de tocar la puerta. Entonces, cuando se asomó por la ventana, vio a Alan y a otros chicos del orfanato jugando apuestas.
—Eres un maldito tramposo.
—No se amarguen chicos, apenas estoy calentando —repuso Alan antes de soltar una carcajada.
—Shh cállate, podrían oírnos...
—Como si eso fuese a pasar —repuso entre risas—. Estamos a cien bloques del orfanato y aparte son demasiado brutos como para evitar que escapemos todas las noches.
«Eso explica por qué duerme la mayoría del día», pensó Tobi.
—Aun así no te confíes. Alguien más podría enterarse.
—Si alguien se enterara lo mataría aquí mismo.
«En ese caso mejor me voy», pensó antes de darse la vuelta, pero cuando lo hizo, se encontró con un chico que se estaba abrochando el cinturón, y ambos quedaron paralizados por un instante. Sin titubeos, Tobi lo empujó lo más fuerte que pudo y salió corriendo de ahí.
—¡EH! —gritó el chico antes de caer bruscamente en el suelo—. ¡CHICOS, NOS DESCUBRIERON!
Tobi corrió como nunca en la vida, dejando atrás el griterío de los chicos que ahora le perseguían con antorchas y lámparas.
—¡Ya sé que eres tú insecto! ¡deja de escapar y hablaremos esto! ¡¿qué te parece?!
«Como si eso tuviese algo de verdad», pensó.
Tobi chocaba constantemente con los árboles, y la luz de las farolas lo alcanzaba cada vez más, entonces, sintió un fuerte golpe en la punta de su pie, y tropezó de nuevo. En menos de un segundo, ya estaba rodeado de un montón de chicos y un par de ellos lo sostuvo de los brazos.
—Maldito desgraciado ¿Nos ibas a delatar cierto?
—Me da igual lo que hagas con tu vida.
—Aun si dijeras la verdad, no creas que olvidé la última vez que hablamos. Si la demonio pelirroja no hubiese estado todo este tiempo a tu lado como una pareja de fenómenos ya habrías pagado tus deudas mucho tiempo atrás.
—No... espera. —Comenzaron a arrastrarlo de regreso a la casa, y sin tardar un segundo, Tobi empezó a patalear y sacudirse—. ¡ESPERA!
Tobi trato de zafarse del agarre de los chicos que lo cargaban, pero ninguno de sus movimientos lograba siquiera cansarlos. De repente, Alan le golpeo en la entrepierna, dejándolo sin fuerzas al instante y un gemido de dolor salió de su boca.
—Bueno... eso responde la pregunta —dijo antes de reírse con sus amigos—. Con tanta flor que recogías comenzábamos a pensar que no traías nada en tus pantalones. Ahora deja de actuar como una nena y dale la cara a tus deudas como un hombre.