Aquella misma tarde volví a la casa junto el resto de los chicos. En el vehículo, conducido por Bangchan, Changbin hablaba de temas triviales para cortar el hielo. Y, en cierta forma, lo consiguió.
Nada más llegar, todos nos dispersamos, queríamos tomar el asunto con tranquilidad. Unos se fueron a comer, otros al dormitorio y tres de ellos se tumbaron en el sofá a ver la tele. En mi caso, decidí ir a mi habitación, y tirarme en la cama. Aun llevaba el pijama, obviamente, así que no tuve que cambiarme de ropa. A pesar de llevar prácticamente toda la tarde descansando, tenía sueño.
No tardé mucho en quedarme completamente dormida.
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El tiempo pasó y, sin darme cuenta, pasaron casi tres semanas desde mi llegada al país.
Un día más, me desperté. Lo primero que hice fue coger el móvil para mirar la hora, eran casi las diez de la mañana. Escuché los ruidos abajo, probablemente estaban desayunando o ya habrían terminado.
Justo cuando iba a dejar el teléfono en la mesita para empezar mi nuevo día, este vibró varias veces: era una llamada.
Kim Laila.
- ¡Laila! – grité feliz de volver a escuchar la voz de mi mejor amiga. No había contactado con ella desde que llegué a Corea del Sur. Con todo lo que ha estado sucediendo no he tenido tiempo de nada.
- ¿Cómo estás? – me dijo. Pero el tono de su voz era algo apagado.
- Ahora bastante bien, te tengo que contar miles de cosas. ¿Y tú?
- Bueno... de eso quería hablar. Necesitaba escuchar tu voz, antes de nada – las palabras iban quebrándose conforme salían de su boca.
- ¿Sucede algo? ¿Estás bien? – la preocupación comenzó a inundar mi cuerpo.
- Yo... yo no aguanto más. No puedo. Mis padres se han divorciado porque el estúpido de mi padre ha estado engañando tanto a mi madre como a mí. ¡Tenía otra familia! – rompió en llanto.
¿Qué?... ¿El señor Kim hizo eso?...
No podía creérmelo, mi madre siempre fue muy amiga de sus padres, nunca sospecharíamos de algo como esto. No podía ni imaginármelo.
- ¡Cálmate! – me apresuré a decir - ¿Dónde estás? Voy contigo ahora mismo.
- Ya no es necesario. No quiero seguir aquí.
- ¿Aquí? – sus palabras no decían nada en concreto, pero se podía leer entre líneas. - ¡Laila! ¿¡Dónde estás!? ¡No hagas ni una tontería!
- Ya es demasiado tarde – las lágrimas y los sollozos me complicaba la tarea de entender lo que decía.
- ¡Dime dónde estás! – exigí casi gritando a la vez que bajaba por las escaleras.
Ante tal escándalo que estaba haciendo, los chicos posaron sus ojos sobre mí. Pero aquello no me importó en absoluto.
- E....Estoy....Estoy en el edificio de la calle Ave Wingsoyo... – dijo al fin.
Bajé el móvil mientras cubría el micrófono con la mano:
- E...El edificio de la calle Ave Wingsoyo ¿está muy lejos? – les pregunté.
- A unos diez minutos en coche, más o menos, ¿por qué? – respondió Minho.
- Por favor, os lo suplico, necesito que me llevéis allí ahora – pedí juntando mis manos. – Es muy importante.
Al principio no les convencía mucho la idea, pero tras ver lo preocupada que me encontraba, notaron la gravedad de la situación. Aunque no hicieron preguntas.
- Vamos – se levantó el mismo que me respondió.
Fuimos hasta un coche, no era el vehículo de ayer, y Minho se subió como conductor. Yo me senté de copiloto. Arrancó y, justo cuando nos íbamos a ir, Changbin y Bangchan se subieron detrás. Nadie preguntó nada, ni el por qué se subieron ni qué hacían. No había tiempo y tampoco me iba a poner a pensar sobre eso.
- Laila, escúchame, ¿te acuerdas de cuando vine la última vez? – reí falsamente, aunque me esforcé para que no sonara como tal - ¡Lo bien que nos lo pasamos!
Notaba algunos ojos sobre mí, los chicos no entendían lo que pasaba, pero yo simplemente los ignoraba. Mi única prioridad era llegar y asegurar que Kim Laila está completamente bien.
- ¿Recuerdas el día del helado? ¡Estaba riquísimo! – intentaba recordar anécdotas para calmarla – Pero ese día comimos tanto que casi terminamos en el hospital por sobredosis de azúcar – otra risa falsa salió de mi boca. - ¡Tenemos que comer ese helado de nuevo!, yo invito, ¿vale?
La conversación solo la llevaba yo, aunque en esta situación me estaba costando mucho recordar cualquier momento alegre entre nosotras.
Avanzábamos por la carretera rápidamente, pero sin saltarnos la velocidad máxima permitida.
- ¿Lai? ¿Laila? – hasta entonces ella no había dicho nada, pero podía escuchar su respiración. Ahora había un completo silencio. - ¿Cuánto falta? – pregunté casi exigiéndolo.
- Ya estamos llegando – comentó Minho mientras, con la mirada, señaló el lugar.
No llegó a aparcar cuando yo abrí la puerta y salí prácticamente corriendo del coche dejándome el móvil tirado en el asiento.
- ¡Lee Lara! – los escuché llamarme, pero no tenía ninguna intención de volverme hacia ellos. Mi único objetivo era encontrar a mi amiga.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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AUTORA DE: Kaori, la esfera mágica.
EDITORIAL: Ediciones Arcanas.
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♥STRAY KIDS, MI PICALPONCHO (Wolfchan), y yo♥ El gran día que conocimos a los chicos de SKZ♥
Editado: 10.11.2023