- Lee – me cogió Carlos del brazo – levántate, vamos.
Changbin y Minho iban a descubrirnos. Aunque pedía a gritos que así fuera, tenía miedo que esto pudiera tener repercusión sobre ellos o sobre mí. Rápidamente, Carlos me desató y me escondió debajo de una estantería.
- ¿Hola? ¿Hay alguien? – escuché la voz de Changbin.
- Hola – respondió Carlos.
- ¡Oh! – lo escuché sorprenderse -, con que eras tú. ¿Qué haces aquí? – comentó este.
- Ah, si – era obvio que estaba pensando cualquier excusa – He venido a buscar un juego que Lee me ha pedido. – respondió con toda naturalidad – pero no lo encontré.
- ¿Y Lee Lara? – preguntó Minho de repente.
- En...en la casa – respondió. Tras esto, el silencio se presentó en el lugar durante unos segundos.
- Pero... venimos de buscarla allí y no estaba. – Minho hablaba con más seriedad de la normal.
- Tal vez haya salido a dar una vuelta. – sus respuestas, a mi parecer, no era muy creíble. Nunca he salido a pasear así porque sí. Solo lo he hecho de camino a la empresa o a la casa y poco más. - ¿Volvemos a casa y la buscamos allí?
Ese imbécil... ¿me va a dejar aquí?
- Vamos. – respondió Changbin.
Si, me va a dejar aquí.
****
Volvimos a la casa, junto con Carlos. Había algo en ese chico que no terminaba de convencerme. Actuaba algo extraño, tal vez porque quería proteger a la que era ahora su "novia" de... ¿nosotros? Todo me parecía demasiado sospechoso, pues ni Lara parecía muy cómoda con él.
- ¡Lee! – la llamé nada más pisé el interior de la vivienda.
- Oh – exclamó aquel muchacho – Ahora que lo recuerdo. Me dijo que iba a ver a su amiga... ¿Cómo era? ¿Lia? ¿Kim Lilia?
- ¿Kim Laila? – respondí.
- ¡Sí! Esa chica. – afirmó.
- Voy a llamarla. Ya es algo tarde – dijo Bangchan notablemente preocupado.
Era de noche, pero tampoco era tan tarde. Bangchan se preocupaba demasiado en algunas ocasiones, y eso lo hacía muy tierno a mi parecer, a la par que responsable.
- La llamé hace poco – respondió Carlos algo apresurado. -, me dijo que ya venía de camino. Ha llamado a un taxi.
- Entonces la esperaremos aquí – soltó Minho con un suspiro.
Carlos me miró no muy convencido y, sin decir nada, salió de la casa.
****
Casi salí corriendo de aquel lugar, no quería tener que darles más explicaciones a esos cabezotas. Llegué hasta el almacén para coger a Lee y llevarla a la entrada de la vivienda.
- ¡Lee! ¡Sal! – dije en voz alta. Pero aquella estúpida no respondía. - ¡¡Lee!! ¡¡Responde!! – grité pero, una vez más, no obtuve respuesta alguna.
Busqué y busqué. Me dirigí hasta el lugar en el que la escondí... pero no había ni rastro de ella. Necesitaba encontrarla antes de que aquellos niños hicieran todo un escándalo porque no llegara a casa.
****
Tras la ida de Carlos aproveché para buscar una salida y escapar de aquel lugar. Asustada, me dirigí hacia el bosque. No quería volver a casa... no ahora. No podía permitir que los chicos me vieran en este estado. ¡Sería todo un problema! Esperaría escondida en este hasta que se fueran a dormir. Puse la mano en mi bolsillo para coger el móvil. ¡No estaba!
"Mierda", me lo había dejado en mi dormitorio.
Mientras estaba tumbada entre aquellos arbustos, me pareció escuchar algo parecido a unos pasos.
- ¿Carlos? – por una vez, querría que fuera él. Así no tendría que poner excusas sobre dónde había estado o lo que sea. - ¡Estoy aquí! – destapé mi localización para que este pudiera dar conmigo.
Pero no fue quién pensaba.
- ¿¡Lee!? ¿¡Qué haces aquí!? – era la voz de uno de los chicos... de Han. Este me miraba con total espanto.
- Eh... pues... - vamos, piensa Lee, piensa – tomaba aire fresco mientras daba un paseo por el bosque, pero... sin darme cuenta, caí por un pequeño tranco y me llevé varios golpes. – su cara de sorpresa era cada vez mayor.
- ¿¡Te duele mucho!? ¿¡Vamos al hospital!? – se apresuró a decir mientras me cogía los hombros y movía sus pupilas a la velocidad de la luz en busca de otras heridas.
- ¡No! No es necesario, te lo digo de verdad – sonreí para calmarle – solo son heridas superficiales.
Este no pareció muy convencido, pero tampoco quiso obligarme a hacer nada en mi contra.
- Está bien, pero habrá que curarte en casa.
- ¡Gracias! – dije a la vez que emprendimos nuestro camino a casa – pregunté.
- ¿Alguna vez habéis tenido problemas en el grupo? – la repentina pregunta pareció tomarlo por sorpresa.
- Por supuesto – dijo finalmente mientras sonreía –, como todas las personas, y más aún nosotros que pasamos las veinticuatro horas juntos tanto conviviendo como trabajando. Normalmente estos problemas son tonterías por las que discutimos a causa del estrés. Nada que no se arregle en unos minutos y, si es algo más gordo, tal vez estamos peleados durante un día, máximo dos. Pero siempre lo solucionamos.
- Y, cuando alguien tiene un problema, ya sabes, un problema personal, ¿os lo contáis entre vosotros?
- ¡Claro! A unos les cuesta más que a otros, pero nos damos cuenta rápido de cuando alguno de nosotros esta triste o decaído... si no nos cuenta su problema y sabemos que está mal porque se ve a leguas, nos encerramos en una habitación y, hasta que no nos lo dice, no le dejamos salir. – a pesar de todo, eran una familia. Y eso es lo que hacen las familias.
Yo sonreí nostálgica.
- ¿Por qué lo preguntas? – me miró preocupado - ¿Estás bien? ¿Alguien o algo te está molestando?
Yo negué con la cabeza, aunque me moría de ganas de asentir. No quería que, mi problema con Carlos, les salpicara a los chicos.
- Estoy bien, sólo era curiosidad. Tal vez estos días ando algo decaída... ya sabes, no sé nada de la industria idol y todo es absolutamente nuevo para mí, tengo que manejar toda esta información a la vez y en un periodo de tiempo tan corto. – Y eso no era mentira del todo. Estaba algo agobiada por todo lo que debía de hacer con el grupo y cumplir las altas expectativas de mi padre.
Editado: 10.11.2023