La primera hora de clase se convirtió en el aviso de que Luca iba a tener un mal día, cosa que, claro está, nadie creía posible.
¿Cómo?, ¿El chico al que todo le sale bien en la vida?, ¿Tiene un mal día alguna vez como el resto del mundo?
Pues sí, amigos. Respuesta afirmativa.
Lo primero que pasó al llegar al instituto fue un encuentro nada agradable con el ente conocido como la sargento Sarín ―La profesora de la asignatura de gimnasia, una de las grandes sorpresas que depararon para mí las enseñanzas humanas, aunque una broma en toda regla para la actividad física de un cazador, está claro. Lo de Sarín, por cierto, fue un gran descubrimiento, la llamaban así porque hacía correr a sus alumnos hasta asfixiarlos en el olor del sudor de sus cuerpos, y resulta que existe un gas homónimo que los humanos temen por su uso en conflictos bélicos y esas cosas, nunca me cansaré de aprender chorradas de vosotros ¿gases en una guerra?, ah sí, olvidaba que lo de matar cuerpo a cuerpo no es lo vuestro―.
Ésta le dijo que hoy debería cumplir el castigo pertinente que le había impuesto por la incidencia acaecida en su clase dos semanas atrás ―explicación; durante una ausencia de la profesora Luca la había armado súper parda. Aprovechó el aparato de música que ésta iba a emplear para practicar bailes, y puso un CD de música para bailar. Para cuando la mujer regresó se encontró a toda la clase bailando el "Panamericano" en lugar de calentando como había pedido. El siciliano tuvo la decencia de dar la cara, y se hizo el único responsable de la broma, eximiendo al resto de la clase de ser castigada también, lo cual, en cierto modo, le honra―.
―Vaya. Parece que al final el comportamiento sí que pasa factura, ¿No? ―Se cachondeó Miriam de Luca mientras subíamos por las escaleras hasta el pasillo que llevaba a nuestra clase.
― ¿Es que tú no te callas nunca? ―contestó éste de mal humor.
―No, no me da la gana de callarme, y además tienes que aprender que normalmente armarla tiene consecuencias.
― ...o no.
Lo observó indignada.
― ¿Entonces lo harías de nuevo? ―Se rio Miriam sorprendida en el estado previo a un como diga que sí corto los huevos, con la sonrisa en la boca, eso sí, pero los huevos...
―Una y un millón de veces ―contestó él con firmeza.
Después se dijeron tantas cosas que soy incapaz de recordar la mitad.
No presté atención, la verdad, ya era el pan nuestro de cada día, una más que una menos, ¿Qué más da?
Para desgracia de Luca, el día solo acababa de empezar.
A primera hora teníamos clase de español. Nos repartió los exámenes hechos la semana pasada ―YO, leéis bien, yo en una asignatura humana, saqué un 10... no te jode como para no, si llego a sacar menos con el aparatito este habría sido para arrojarme por la ventana y dejar que un camión me aplastara, la gente se habría hecho muchas preguntas, de hecho, imaginaros: ¿Es que en España no hablabas ni con tus padres? ¿Te marginaban hasta en tu propia casa o qué?, me reí mentalmente solo de pensarlo, pero rápidamente volví a la realidad―. Todos habían aprobado en clase, todos menos Luca.
Primer problema serio, era el primer examen que suspendía ese curso, y además algo raro para un genio.
Por no mencionar que la nota era prácticamente imposible de levantar ---un 3,5, vamos, como yo en matemáticas. Me había lucido y me iba a costar la vida aprobar esa asignatura que en mi dimensión carecía absolutamente de sentido. Es lógica para vosotros, que teneis que desarrollar de todo para facilitar vuestras vidas, pero para nosotros que tenemos la magia, las matemáticas son una mera formalidad mucho menos desarrollada a la que no prestamos la más mínima atención, ya existen otras materias para desarrollar el pensamiento abstracto y que resultan de más utilidad, como por ejemplo la Historia---.
Luca se llevó un buen chasco, aunque todavía no sé por qué, porque yo había estado con él la tarde anterior al examen preguntándole que, si tenía alguna duda al respecto, y me dijo que no, que había unas olas estupendas y que saliéramos un rato a hacer surf antes de cenar mientras los demás estudiaban. Después de eso no sé cómo esperaba aprobar... sobre todo si en clase lo único que hace es ligar con el sector femenino de la primera, segunda, y si me apuras tercera fila -estando sentado él en la primera, porque los profes lo habían acordado así para que no hablara-. Supongo que lo iluso del ser humano traspasa todos los límites que la palabra iluso pueda constituir.
Si. Tan solo después de dos meses de curso, Luca se había convertido en algo así como el guay oficial de la clase -todavía no entiendo del todo bien el porqué del fenómeno guay en los institutos, en los ministerios estas cosas no pasan, pero, en fin, los humanos sois raros hasta para esto-, y prácticamente del instituto, quería llevarse bien con él.
Sin embargo, seguía viniendo con nosotros en los recreos en vez de ir a jugar al futbol o pavonearse con la casta y todas las chicas le iban detrás ―otra cosa que no termino de pillar ¿Por qué los italianos cunden tanto en Pangea?, ¿Qué tiene un italiano que otro hombre no tenga?, Digno de estudio, desde luego―.