El ópalo de fuego.

CAPÍTULO 10.

Siento tierra húmeda y hojas secas por todo mi cuerpo, mi cuerpo tiembla pero no puedo abrir los ojos, hace un tiempo los susurros desaparecieron pero el eco de aquellas palabras ha quedado grabado en mi cabeza <<el ópalo de fuego arde, el ópalo de fuego arde>>.

Alguien me toma en brazos, intento abrir los ojos pero mis pesados parpados me lo impiden, intento moverme pero no puedo.

—La he encontrado congelándose en el bosque— es la voz de Simón.

—Seguramente se quedó dormida, acomódala por allá — ahora es Booz quien habla.

El miedo empieza a desaparecer, los brazos de Simón me abandonan sobre una superficie dura, el frío de la aroca inunda mi cuerpo, el olor a humedad abarca todo el lugar, intento abrir los ojos pero no puedo, lentamente me dejo vencer por la pesadez de mis parpados  hasta quedarme profundamente dormida.

No paso mucho desde que me quedé dormida hasta que la voz de Booz nos sobresaltó a todos, aún no salía el sol y ya seguiríamos con nuestro camino. Mike no quería despertar, estaba muy cansado y protestó varias veces, hasta que después de insistir un buen rato lo hizo de mal humor, protestando porque estaba hambriento.

No habíamos comido bien en estos días y Mike siempre había sido un comelón exigente, le tendí una barra de chocolate y un poco de agua prometiéndole que en cuanto estemos con mamá y papá le conseguiremos algo rico de verdad, aceptó de mala gana.

Bella examinaba a Gabriel antes de partir, quien para mi alivio tenia mejor semblante que ayer, me acerqué interrumpiendo la conversación que animadamente tenía mi mejor amigo con la niña.

—¿Cómo va? — pregunté y revolví con mi manos los cabellos de Gabriel.

—¡Fenomenal— respondió Bella— les dije que funcionaría.

Gab asintió y levantó su camiseta para que pudiera observar la herida.

Era verdad, el aspecto necrótico del día anterior había desaparecido completamente, ya no sangraba ni emanaba líquido purulento, Gabriel ya no tenía fiebre y claramente estaba de mejor semblante, se puso de pie diciendo que ya no me preocupara.

Me alegra ver a Gab  tontear con Mike y unirse a la conversación que Simón estaba teniendo con algunos guardianes.

Booz habló para todos lo evidente, durante el ataque antes de salir de Mir había perdido a cuatro de sus hombres y que por ello las defensas habían sido reducidas.

—Nuestro objetivo es llegar a Shidet y ustedes los civiles son nuestra prioridad, debido a lo mencionado anteriormente me veo en la obligación de entregarles armamento y autorizo su uso— finalizó Booz sacando el arma de repuesto que llevaba en su  cinturón, Arthur y otro guardián lo imitaron.

Gabriel y Simón la aceptaron y la guardaron, a Mike y  Bella por ser tan pequeños no les permitieron portar, cuando Arthur me tendió su arma dudé, nunca había disparado, ni siquiera había tocado un arma en mi vida.

<<A pesar de tanto tiempo aún siguen usando esas cosas que solo acabaron con el mundo antiguo>> eran las palabras de mi padre cada que veía a algún guardián portar sus armas, y pensar que esos métodos tradicionales y anticuados por los que tanto reprochaba mi padre estaban siendo necesarios.

Sujete el pesado artefacto, Arthur me explico cómo usarlo, la forma correcta de tomarla y repitió muchas veces que no debía vacilar pero al mismo tiempo debía estar segura de a que o a quien estaba apuntaba.

—¿Entendiste? — preguntó una vez finalizó su breve entrenamiento.

Asentí.

La verdad sonaba un poco difícil, solo espero nunca tener que usarla.

Caminábamos según  la organización que había planeado Booz, todos estábamos atentos a cualquier movimiento o sonido, hacíamos silencio para estar más alertas, a veces Mike y Bella se reían por lo bajo, por lo que optamos por hacerlos caminar separados, Simón al lado de su hermana y Gabriel y yo Con Mike, mi hermano siguió todo el camino cabizbajo.

—Te  gusta— Gabriel se dirigió a mi hermano en tono juguetón, dando un leve golpecito en la espalda de Mike.

El rostro de Mike se puso colorado, intentó gritarle pero le hice callar, reí por lo bajo, era muy gracioso verlo apenado.

—No— susurró —¿Estas tonto o qué?

—No lo niegues amigo, se te nota— Gabriel intentaba hacer enojar a mi hermano, lo reprendí con la mirada pero no se detuvo.

—Le obedeces, te sonrojas cuando la ves y la sigues a todas partes, cuando quieras te doy consejos, ya sabes, de cómo ligar y esas cosas— Gabriel sonreía mientras hablaba, observaba como el rostro de Mike se ponía cada vez más colorado.




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