El ópalo de fuego.

CAPITULO 11.

Gritos y Mike sacudiendo mi cuerpo me despiertan a la mitad de la noche, guardianes se mueven de un lado a otro, mis ojos se topan con el rostro asustado de mi hermano.

—¡Corran! — grita Booz, con su mano hace señal para que los guardianes tomen posición, empiezan a disparar hacia  los árboles.

—¡Nos atacan!— Gabriel apareció con un bolso sobre su espalda —. ¡Vamos, corran!

A medida que corríamos los guardianes lo hacían también, se detenían a disparar y continuaban, nosotros no parábamos, Mike corría a mi lado, a veces se quejaba de no poder más pero yo lo animaba para que siguiera, Simón y Bella iban de primeros.

Íbamos demasiado rápido y Mike se quedaba atrás, por los costados observé que las ramas se movían, me detuve a esperar a mi hermano cuando una de esas criaturas apareció entre las ramas, tomé el arma que llevaba a la cintura, un, dos, tres… antes de que pudiera siquiera acercarse a mi hermano le disparé, Mike tropezó y calló, estaba llorando, Gabriel llegó también con el arma en la mano, miraba sorprendido al retenido que yacía a unos pocos metros de Mike, se quitó el bolso de la espalda y le indicó a mi hermano que subiera a su espalda, el pequeño  llorando  obedeció.

Más retenidos aparecían por los costados, Simón, con Bella detrás disparaba para que no nos alcanzaban, Gab corría con Mike y yo tratabamos de matar a los que nos era posible, me estaba quedando sin balas y estábamos demasiado lejos del resto de los guardianes, Simón corriendo delante de nosotros resbaló, una vez en el suelo empezó a escavar la tierra y las hojas secas.

—¿Qué carajos haces? ¡Corre!— le dijo Gab con la respiración entre cortada.

—Venga, ayúdame.

Gab miró hacia abajo y empezó a hacer lo mismo, Mike los miraba, una vez estuve a su lado empecé a disparar a los retenidos que teníamos atrás,  a lo lejos venían muchos.

—Vamos chicos ¿Qué hacen? — pregunté dándoles la espalda.

Los chicos emitieron sonidos de fuerza, entonces observé que debajo de la tierra había una especie de pozo, utilizados antiguamente para almacenar agua, Simón y Gab dispararon a unos cuantos retenidos más, era un pozo muy pequeño, Mike ingreso seguido de Simón y bella, cuando intenté entrar no había espacio para mí.

Crucé mi mirada con Gabriel, él me entendía y asintió.

 

—Cuídalos— le dije a Simón cerrando la pesada puerta de metal con ayuda de Gab, la cubrimos  nuevamente con hojas y tierra lo más rápido que nos fue posible.

Escuché a Mike intentando gritar y a Simón tranquilizarlo.

—Vamos Lia— Dijo Gabriel disparando y echándose a correr, le seguí.

Gabriel corría de prisa, confiado de que yo era tan rápida como él,  intentaba seguirlo, varios retenidos corrían tras nosotros, algo más veloz nos alcanzó, Mihael.

—Helia— dijo corriendo a mi lado, me sonreía y me miraba con sus ojos rojos, tropecé y caí cuesta abajo.

Intento sujetarme de largas raíces mientras caigo pero es difícil, una rama golpea mi rostro provocando dolor, finalmente paré, mi ropa se ha desgarrado y cada centímetro de mi cuerpo duele, mis manos están  heridas y tengo varias raspaduras en los brazos, llevo  la mano a mi mejilla, sangre.

Vi a Mihael aparecer a mi lado, mirándome desde arriba prepotentemente, como si yo fuese un bicho insignificante, sus ojos arden, no deja de mirarme y negar con la cabeza, realmente disfruta ver mi miedo.

Me puse de pie y pese al dolor que sentía corrí, sentía los pasos lentos, fuertes y calmados de Mihael detrás de mí.

—¡¿Qué es lo que quieres de mí? ! —le grité desesperada.

Su macabra risa hizo eco por todo el lugar.

—¿De ti? — preguntó apareciendo a pocos centímetros, tomó mi blusa con fuerza y clavó su mirada  en mi rostro con odio —. De ti no quiero nada — añadió y me soltó con brusquedad, caí nuevamente.

—¿Por qué me sigues? ¡Déjame en paz!— grité.

Mihael volvió a reír, tomé el arma que tendría unas tres balas más o menos, apunté hacia él y disparé, se  movía rápido apareciendo en distintos lugares una y otra vez, riendo más fuerte con cada uno de los disparos.

—¡Vete o mátame de una vez! ¡déjame en paz! —  le grité, miraba a todos lados pero no lograba hallarlo, quería que me dejara en paz, me daba miedo, no lo quería cerca,  después de todo, ¿qué es lo que quiere?

Mihael apareció detrás de mí, su aliento helado sobre mi cuello recorrió todo mi cuerpo, intenté correr pero él me detuvo del brazo situándome de  frente a su rostro.

La mirada de odio en sus ojos aumentó, esa sonrisa malvaba en sus labios apareció, tenía tanto miedo que no me moví, no emití una palabra, no fui capaz, todo mi cuerpo temblaba.

—Mírate, eres tan débil —. Habló con desprecio — Yo de ti no quiero nada — añadió burlonamente.

Me tomó de los hombros con brusquedad, acercó su rostro a mi cara, aunque intenté apartarme clavó sus uñas con fuerza en mi piel y unió sus labios a los míos.

Su beso quemaba mis labios, quería correr pero mi cuerpo no respondía, una neblina espesa y oscura nos inundó, cerré los ojos ¿Qué me está pasando? El beso de Mihael dejó de arder y quemar, una sensación de frío recorrió todo mi cuerpo, sentía sus labios y su cuerpo pegarse cada vez más al mío.




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