Una neblina oscura inunda mi cuerpo, en medio de la oscuridad Mihael habla con alguien, me acerco pero él no puede verme, habla con el demonio que asesinó al hermano de Booz, Mihael mantiene la cabeza gacha mientras el demonio de prendas roja habla.
—Estamos cerca de encontrarlo, señor— Dice Mihael en tono formal.
Una sonrisa siniestra se planta en el rostro de aquel demonio, me quedo paralizada y el demonio vestido de rojo clava su mirada en mí, la neblina oscura que me cubre se hace más fuerte y todo se vuelve negro.
Los latidos de mi corazón retumban con fuerza en mi pecho, abro los ojos y observo como las ramas de los árboles se mueven lentamente, mi cuerpo está cubierto por hojas y tierra humeda, las sacudo poniéndome de pie, la opresión en mi pecho crece, no puedo quedarme aquí sabiendo que afuera personas y seres mágicos inocentes mueren, no, no puedo, no ahora que sé el poder de mi don, si después de tanto tiempo soy yo la hereda de estos dones tiene que ser por una razón, no puedo permitir que el mundo se venga abajo.
Fui al lugar a donde dormían mis padres a tomar algo de ropa para poder marcharme y hablar con Eyid.
—Cariño, por favor no lo hagas, quédate con nosotros— suplicaba mamá mientras veía como guardaba mi ropa en un pequeño morral, papá y Mike permanecían dormidos.
—He tomado la decisión y no puedes impedírmelo— hablé con seguridad aunque realmente moría de miedo.
Entendía a mi madre, no quería perderme pero toda esta guerra amenazaba con acabar con todo, no es solo cuestión de perder a alguien, no se trata de mí y de lo que mi madre quiera, se trata del resto del mundo y la poca esperanza que le queda, lo he visto, los demonios y su ejército nos superan en número, está sería una guerra que no tendríamos oportunidad de ganar.
Mamá llora, no quiero despertar a mi padre ni a Mike, finalmente me da su aprobación y me acompaña hasta la salido del refugio, habla un tiempo con los guardianes.
—¿ Otra vez te vas sin despedirte? — Gabriel habla a mi espalda, me mira de forma triste, corro hacia él y lo abrazo.
—Estaré bien Gab, cuida de Mike ¿va? — digo con mi mejilla apoyada en su pecho.
—Quiero ir contigo— suelta.
—No Gab— digo separándome de su abrazo— tienes que estar aquí, a salvo ¿entiendes?
Gab niega con la cabeza y sonríe.
—Siempre juntos ¿recuerdas? — Dice sonriendo — déjame ir contigo a donde sea que vayas.
Uno de los guardianes abre la puerta, doy un fuerte abrazo a mamá.
—Despídeme de papá y Mike — le pido.
Camino cruzando la puerta con Gab siguiéndome pero antes de que este cruce lo detengo.
—Cuida de Mike— le digo y la puerta se cierra, el rostro de sorpresa de Gabriel desaparece detrás de la barrera protectora.
El único lugar seguro es ese refugio, afuera todo es muy peligroso, como él mismo me ha dicho, hemos tenido suerte de haber llegado hasta aquí a salvo, no puedo arriesgarme a perder a una de las personas que más quiero en el mundo.
Dos guardianes me escoltan hasta salir del bosque y llegar a la ciudad, escuchamos pasos entre los árboles, nos podemos alerta, los guardianes sacan sus armas y yo estoy dispuesta a incendiar todo el bosque si me es posible, <<deberían darme un arma>> pienso.
Unos murmullos provenientes de entre los arboles llaman mi atención.
—Te digo que es Mike, que le vi por aquí— la vocecita de una niña hablando bajito sobresale.
¿Bella?
Silbo como ave, la señal que tengo con Gabriel y la misma que este le ha enseñado a los chicos para comunicarse, uno de los guardianes me mira enojado.
Los pasos empiezan a correr en nuestra dirección, otros pasos siguen a los primeros, los guardianes apuntan.
—¡No disparen! — digo interponiéndome entre ellos a la vez que Bella aparece de la oscuridad del bosque.
—¡Heli! — dice emocionada arrojándose a mis brazos, los guardianes bajan las armas.
Bella está llena de lodo, con varias heridas en su cuerpo y los ojos rojos, se nota que ha llorado mucho, su hermano la sigue detrás.
—¿Qué hacen por aquí? — pregunta uno de los guardianes a Simón.