El ópalo de fuego.

CAPÍTULO 15

Eyid escucha con atención cada una de mis palabras, cuando finalicé mandó a Gabriel esperar afuera, este a regañadientes se fue, luego me llevó consigo a ver a Izzy.

Al verme entrar Izzy sonríe y se acerca a mí, me toma el rostro con sus manos y pega sus ojos cerca a los míos.

—Oh vaya, aceptaste —. Dijo soltando mi rostro —. Señor, ya convoqué la reunión, los demás esperan —. Habló amablemente hacia Eyid.

—Gracias Izzy—. Respondió en el mismo tono amable —. Esperaba que le des un leve entrenamiento a Helia, la necesitamos.

Por supuesto, la única en tener el mismo don mío es la tía Izzy, quien mejor que ella par ensañarme a usarlo, ¿quedarán mis ojos como los de ella algún día? Retiré inmediatamente ese pensamiento, no, a mí no me pasaría, planeaba ayudar en lo que fuese necesario y una vez se haya solucionado todo continuaría mi entrenamiento como uno de los guardianes.

—Helia, ven por favor — Eyid me invita a ir tras él.

Caminamos por el pasillo que dirige al salón con la enorme mesa en el centro, vamos  en silencio, nuevamente sus zapatos son los únicos que hacen ruido en el lugar.

Al entrar otra vez un grupo de personas discutían abiertamente sobre mapas  y toda clase de artefactos, esta vez el grupo ha disminuido, podía contar alrededor de doce, todos hicieron silencio en cuanto entramos.

—Señor— saludaron todos al mismo tiempo.

—Les presento a Helia —. Dijo en tono alto y todos me miraron con atención —. Es pariente de Izzy, todos sabemos que lastimosamente se ha quedado sin su don, Helia ocupará su puesto.

—Pero señor, es solo una niña—. Dijo un guardián que también era demasiado joven, tal vez no cuente con más de veinticinco años.

Eyid lo ignoró.

—.Disculpe señor—. Habló un hombre alto y musculoso, en uno de sus brazos llevaba un brazalete con una Luna roja bordada, debe ser el alfa de alguna manada de la tierra del lobo —. ¿Qué ha visto la nueva vidente?

¿Vidente?

—Pregúntaselo tú mismo, Jay, la tienes al frente —. El hombre clavó su mirada en mí al igual que todos en la habitación.

Otra vez, una parte de mi decía cuéntaselos sin mostrar inseguridad y la otra no les cuentes y ponte a llorar, regresa al  refugio,  pero eso ya no cabía dentro de mis posibilidades.

Hice lo primero.

—Pero, eso ya lo sabíamos, los demonios buscan el ópalo de fuego, todo el mundo lo dice — soltó uno de los elfos presentes, siempre eran tan arrogantes.

—Pero yo se los estoy confirmando—. Hablé intentando sonar  segura—. Y también les digo que he visto que el líder ha dicho que está próximo a encontrarlo.

Solo quien tiene la visión puede hallarlo, está escrito —. Repone otro.

—Quizá tenga una vidente de su lado, ¿crees que solo ella tiene la visión? Es obvio que cualquiera no puede tenerla, que es algo especial pero eso no quiero decir que esta niña sea el único—. Contraatacó un hombre que también llevaba un brazalete en su brazo, la diferencia es que este en su bordado grababa una flor en color amarillo.

Exactamente lo que yo había pensado.

Todos empezaron a hablar a la vez, unos se contradecían y otros se apoyaban, el hombre de la Luna roja era quien hablaba más alto.

Eyid dio un golpe sobre la negra mesa y todos callaron.

—¿Cuál es el plan señor? —. Preguntó el elfo bajando un poco la mirada.

Yo permanecía en silencio, observándolos a todos y al igual que ellos, atenta a la respuesta.

—Como nuestra vidente lo ha sugerido, encontraremos el ópalo de fuego primero que ellos y lo destruiremos.

Más murmullos y discusiones se abrieron, el hombre de la Luna roja les hizo callar.

—Lo lamento señor, pero, ¿Qué ventajas nos podría traer eso? ¿Cómo tener certeza de que el ópalo realmente existe? Además, dado el caso de que así fuese ¿Cómo podría destruirse una piedra tan poderosa?

—Buenas preguntas Jey—. Contestó Eyid rascando su larga y desaliñada barba—. Helia…

—Yo lo he visto— Hable en un susurro—. Lo he oído, el primer rayo del alba lo destruye.

Todos me miraron incrédulos.




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