El oráculo Dremlevolt.

O C H O

Diciembre 8, jueves.

Estaba en mi casa sentada en el sofá. ¿Cómo llegué allí? A mi lado, estaba mi abuela llorando, sostenía contra su pecho una fotografía enmarcada. ¿Qué demonios estaba sucediendo? Repentinamente, un destello de luz cegadora inundó la estancia. La puerta se desplomó con gran estruendo, mi abuela soltó la fotografía, cuyo vidrio, al estrellarse contra el suelo, se resquebrajó. En la imagen estaba yo junto a mis padres.

Un hombre vestido de negro, con una máscara terrorífica de águila moribunda, entró a casa y la miró a los ojos, cubiertos por lágrimas de miedo. Mi abuela fue tras de él, parecía no tener control sobre su cuerpo; era evidente que la situación no era agradable, estaba en peligro.

―¡Emily, despierta!

Abrí los ojos de sopetón y sentí un escalofrío angustiante recorrer todo mi cuerpo. Lee estaba temblando. Al verme despertar sana y salva, suspiró aliviado.

―Pensé que te habían envenenado o algo así, estabas convulsionando.

¿En verdad? ¿Tanto me había afectado un sueño? Me sentía bien, excepto por la angustia de no saber qué pasaba con mi abuela.

―He tenido un mal sueño ―dije con voz entrecortada, tratando de mantener la calma.

―Normalmente los sueños son cosas muy abstractas que significan algo diferente para cada persona, un mensaje del subconsciente, del ello al yo. Pero, en tu caso, recuerda que eres la soñadora, eso puede ser fatal ―reflexionó Lee.

Tenía razón, lo que yo soñaba se basaba en lo que pasaba o pasaría; mi abuela debía estar en peligro.

―No todos los sueños son literales ―dije, dándome esperanzas.

Lee me miró curioso y algo preocupado.

»Se trata de mi abuela, fue secuestrada por un hombre extraño. ―Al pronunciar aquellas palabras me sentí doblemente angustiada, mi respiración se volvió irregular y mi cabeza se llenó de imágenes catastróficas.

―Hay que contárselo a Oply.

Lee estaba preocupado debido a mi estado, puesto que me veía aterrada. Me tomó por el brazo y bajamos de prisa a la cocina, de inmediato, Oply y Seb voltearon a mirarnos. Lee caminó con rapidez hasta donde estaba Oply y explicó con voz alarmada:

―Ha soñado algo feo.

Oply dejó de lado lo que estaba haciendo, me observó analítica y con un aire de angustia, respiró hondo.

―Em, cuéntame lo que viste.

Me senté, sintiendo cada célula estremecerse. Me rondaba la incertidumbre y un miedo incontrolable de que a mi abuela le pasara algo malo.

―Era mi abuela... estaba siendo secuestrada. ―No aguanté más la presión del momento, proferí un ligero sollozo y pequeñas lágrimas empezaron a deslizarse por mi rostro. Tomé una bocanada de aire para calmarme y ser más clara con mis palabras―. Fue un hombre extraño, con una máscara de ave bastante tétrica. Hizo algo para controlar a mi abuela, que lo siguió como si fuera su voluntad, solo que su mirada denotaba lo contrario.

Oply me miró y luego a Seb, desfavorablemente sorprendida; mi angustia aumentó.

―Caballeros ―dijo alarmada mientras se dirigía de prisa hasta un espejo en la pared y recitaba algo ininteligible. Repentinamente, en él se proyectó una imagen clara de mi casa―. ¿Alisha?―llamó, y segundos después la voz de mi abuela se escuchó en off. Un instante después apareció aquella hermosa mujer delgada, de pelo castaño y ojos azules, con una sonrisa... extraña.

―Hola, estaba leyendo un poco. ¡Mi hermosa Emily...!

Logré calmarme, aunque no del todo. Había algo de aquella escena que no me cuadraba.

―Hola, abu, ¿cómo estás?―dije confundida, pero aliviada por volverla a ver.

―Excelente, ¿y tú?

Su mirada ocultaba algo indescifrable y eso me crispaba los nervios.

―He aprendido mucho. ―Tenía ganas de abrazarla y comprobar así que estaba todo en orden. Involuntariamente, dejé caer una lágrima. Ella sonrió al ver aquel gesto de nostalgia.

―¡Muero por verte pronto!―exclamó dulcemente.

―Yo igual, es difícil sin ti ―respondí. Y claro que lo era. Estaba en una nueva etapa para la cual no estaba preparada; extrañaba los intentos de mi abuela por subirme el ánimo, por tratar de apoyarme y darme el consuelo que no podía recibir de mi madre.

―Ay, mi niña... progresa todo lo que puedas, adiós, te amo. ―Sonrió y el espejo nos reflejó de nuevo.

Además de nosotros, en el espejo se veía tras de mí al chico de pelo castaño oscuro y sonrisa peculiar. Volteé confundida y no lo encontré. De inmediato, le quité la importancia a ese suceso, pues los temores sobre la situación de mi abuela eran mi prioridad.

La conversación fue desconsoladoramente corta. Mi abuela se veía bien, eso era lo importante, aunque no resultó como esperaba. Seguro le dolía verme después de haber descubierto su engaño, sí. De igual manera sentí un leve dolor en el pecho, pues a pesar de no tener la relación más cercana con mi abuela en esos momentos de tantas dudas deseaba tenerla para buscar su consejo.

―Todo está bien. No todos los sueños son literales. Es porque la extrañas y te preocupas por ella en este momento―dijo Seb.

Tenía sentido, la mente es increíblemente poderosa.

―Te lo dije, Lee. Aunque hay algo raro... ―confesé. Estaba acostumbrada a la firme estructura de la personalidad de mi abuela. Si me veía triste, sin importar la situación, hacía hasta lo imposible para asegurarse de que estaba bien. Siempre se caracterizó por ser una mujer de pocas palabras, pero cada cosa que decía era profunda.

―Solo está incómoda, te ocultó algo importante. Ya pasará, la verás pronto y será como antes. Supongo que el sueño no fue para nada agradable, pero no dejes que tu voluntad se corrompa por cualesquiera de las cosas negativas que te transmita ― concluyó Lee, dándome esperanzas y logrando que me calmara.

Aunque algo me daba mala espina, decidí postergarlo.




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