El oráculo Dremlevolt.

O N C E

Diciembre 18, domingo.

Durante el entrenamiento me enfoqué en posesión, mientras los demás practicaban órdenes mentales. Posteriormente, practicamos con fuego; cada vez lo hacíamos más potente y mortal. Este elemento solo me hizo sentir una punzada dolorosa al recordar lo que había ocurrido tan solo unas noches atrás.

Otra de aquellas brumas me envolvió. En esta ocasión vi a uno de los caballeros entrando en un cobertizo, en el cual había a unos cincuenta más junto al bastardo de Stroldenmare.

Aquel lugar no estaba tan lejos de la casa. Estaba segura de ello, pues un mapa mental me proyectó cómo llegar. Al regresar al aquí y ahora, estaba tendida en el suelo, con el rostro de Lee muy cerca al mío, con gesto de preocupación.

Oply se acercó para preguntar qué pasaba.

―Oply, te pido que esta noche vayamos a enfrentar a los caballeros; sé dónde planean sus ataques, ¡tendremos ventaja!― exclamé.

A pesar del miedo que me generaba, me había comprometido a luchar por el bienestar de Solmerville y no les fallaría. No podía permitir que Stroldenmare siguiera asesinado y destruyendo hogares a gusto solo porque quería hacerse con el poder de la aldea.

―Emily, es muy apresurado. Sin un plan bien estructurado todo podría salir mal ―dijo Jay, sin poder ocultar su angustia.

―Entre más apresurado sea es mucho mejor, no lo verán venir. Además, debemos evitar que alguien más muera. Hagámoslo hoy, creo que será lo mejor.

―Muy bien, confío en tus instintos. Prepárense, pretendan haber entrenado para esto. Organizaré un plan y se los comunicaré apenas pueda ―exclamó Jay.

Al dar la orden, todos salieron por la trampilla y se dispersaron para entrar a la casa.

¡Espero estar siendo razonable!, pensé, sintiéndome muy nerviosa por lo que podría ocurrir esa noche.

Toda la tarde estuve pensando en lo que ocurriría. Oply y Jay estaban ideando una estrategia de la cual todos queríamos enterarnos. Es imposible describir lo agobiante que era ese huracán de sentimientos angustiantes.

Llegada la hora de partir al enfrentamiento, me encerré un momento en el baño y al mirarme en el espejo pude notar, con claridad, cuan aterrada me sentía.

―Yo puedo hacerlo, lo haré por mi abuela ―me dije, tratando de motivarme haciéndome la valiente, aunque mis rodillas temblaban tanto que se chocaban entre sí. Los nervios que me embargaban.

―No por mí, demuéstrate a ti misma de lo que eres capaz ― escuché la voz de mi abuela dentro de mi cabeza.

En ese momento, caí en cuenta de qué era a lo que se refería Seb con la peculiaridad del dije. Necesitaba a mi abuela y ahí estaba... Aunque no de manera presencial.

«Te amo mucho y estoy muy muy orgullosa. Corre y gana», me pareció oírle decir a mi abuela. Sonreí ligeramente, sintiendo dolor en el pecho.

«Yo más», respondí en voz alta. Dejé escapar una lágrima. Ella no podía escucharme, pero el corazón me indicaba que ahí estaba. Un fragmento de su ser reposaba en mi dije. Abrí la puerta y salí decidida a hacer lo que debía hacer; justo allí me encontré con Lee.

―Vámonos, pronto ―Lee me miró gratamente sorprendido.

―Claro. Pero antes, rápidamente, quiero aclarar un asunto.

¿Ahora qué pasaba?

»El chico del sueño, Shawn, no deja de mirarte, de tratar de acercarse, de hablarte y no deja de lanzarte halagos...

¡Qué detallista se había vuelto!, ¿pero acaso no recordaba que le pedí que lo superara?

Me mordí los labios y sentí la temperatura de mis mejillas aumentar ligeramente. Aquel chico, Shawn, era una persona hermosa y eso me ponía los pelos de punta.

―He hablado con él, pero siempre es acerca del entrenamiento. ―De nuevo mentía, ¿le mentía a mi mejor amigo? ¿Qué pasaba conmigo?―. Es amigable y sobre todo es un compañero de ejército. Nada más ―intenté aclararle a mi querido Lee, quien parecía ser el único individuo capaz de desarmarme..., hasta el momento.

―Está bien, vamos. No te lo dije anoche, pero los vi muy juntitos hablando y no parecía que fuera tema de entrenamiento.

Se me acercó y me tomó del brazo, descifrando mis sentimientos.

»Puedo sentir tus mariposas en el estómago. - Rio y lo miré molesta.

Bajamos por las otras escaleras que daban al recibidor, en el cual iban apareciendo poco a poco los del sueño, entre ellos Shawn. Me pareció que se había arreglado más de lo normal para un ataque, aunque de seguro era solo mi imaginación y las mariposas revoloteando, como dijo Lee.

―Hola, Em, tengo muchas expectativas sobre hoy, y con tu talento y el entrenamiento sé que vamos a resultar victoriosos. Me sonrió. ¡Pero qué hermosa sonrisa! ¡Madre mía! Cuánto me gustaba que murmurara mi nombre entre sus delineados labios. Alrededor de sus ojos también se dibujaban unos pliegues que hacían que su sonrisa fuera aún más dulce y tranquilizadora.

―Gracias, confío en que tú y todos los demás van a dar todo lo que está a su alcance.

En ese instante, Lee se metió entre Shawn y yo.

―Oye, ¿qué te pasa? ¡Deja de alejarlo! ―le reclamé, molesta, en un susurro. Lee soltó una carcajada.

―Perdón, no era mi intención. ¿Te gusta tenerlo cerca, Dremlevolt?

¡Maldición! ¿Por qué tenía que ser tan certero? Sí, me gustaba tenerlo cerca.

―Olvídalo, ve junto a Oply y ubícate ―tomé una posición autoritaria e indiferente frente a su comentario.

― Síganme, seremos sigilosos. El sitio de los caballeros no está lejos, cada uno va a ir con una persona o dos más. Jay y yo iremos juntos, Paloma junto a Logan y David, Emma con Gabe, Camile con Seb, Belmont y Lee, finalmente, Shawn junto a Emily ―indicó Oply.

¡Shawn irá conmigo en mi primera misión! De acuerdo, debía calmarme, iba a un ataque, no a una cita.

Respira hondo, Emily.

Shawn y yo nos miramos disimuladamente antes de salir de primeros, con todo el escuadrón detrás. Los guie por caminos oscuros recordando cada detalle visto en la bruma hasta que llegamos al lugar de reunión de los caballeros. Estaba tan nerviosa que las manos no dejaban de temblarme. ¡Maldita sea!




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