El oráculo Dremlevolt.

C A T O R C E

23 de diciembre, viernes.

―¡Emily, ya ha amanecido!, levántate, nos espera un día arduo de entrenamiento para rescatar a Seb.

¡Seb!

Los sentimientos de angustia que había logrado calmar la noche anterior, volvían a revivir en mi interior. Me incorporé velozmente y todo comenzó a cerrarse sobre mí, el oxígeno me faltaba en los pulmones y sentía dolor en el pecho, escuchaba, en off, la voz de Lee

―¿Estás bien? ¡Shawn!

Me ahogaba.

»Está alterada, puedo sentir su miedo ―añadió Lee.

Las imágenes se distorsionaban cada vez más y la voz de Lee se hacía paulatinamente más inaudible; de pronto, todo a mi alrededor se apagó, la negrura era abrumadora.

Momentos después, la negrura se dispersó haciéndome notar que ya no estaba en mi habitación. Poco a poco me ubiqué en el espacio, y pude ver, a unos pocos metros de mí, la familiar escena de los caballeros aprovechándose de la energía de mi abuela para alimentar aquel peculiar bastón.

Ahogué un grito, ¿había retrocedido en el tiempo? ¿Podía salvar a mi abuela de su hechicería sin que Shawn saliera lastimado? Lentamente, me acerqué, sentía que en cualquier momento podía caerme y arruinar todo.

Con sigilo, me ubiqué detrás de un caballero y ordené mentalmente que cayera inconsciente, nada pasó. Volví a intentar y nada; recurrí a golpearlo con todas mis fuerzas en la espalda, pero al hacerlo, mi mano traspasó su cuerpo... ¿Qué estaba pasando? Nadie notaba mi presencia.

―No es real, estoy teniendo una bruma ― me dije.

Al entender la situación, me adentré en el ritual con valor, preparada para ver a mi abuela muerta. Al estar lo suficiente cerca, la busqué con la mirada y no la vi.

En su lugar, vi a Seb, tendido en el piso, muerto. Estaba magullado, en su rostro aún se reflejaba un gesto mezcla de miedo y desesperanza. Caí al suelo y estallé en llanto, grité angustiada y cerré los ojos con fuerza, con la ilusión de que al volverlos a abrir todo lo que había visto hubiera sido un error...

¡Un maldito error!

Al abrirlos, efectivamente, ya no estaba en aquel horrible escenario, la bruma había cambiado, ahora podía ver a Lee concentrado sosteniendo un perro de peluche en las manos. Shawn me abrazaba por los hombros.

―Vamos Lee, sigue proyectando ―me veía decirle.

De pronto, Lee salió de su mente.

―Lo encontré ―dijo emocionado.

En un abrir y cerrar de ojos volví a estar en la habitación, en el presente, en la realidad. Lee y Shawn estaban sobre mí, preocupados; me tomó un momento reaccionar.

―¡Seb está en grave peligro! Su destino será el mismo que el de Abu, ¡debes proyectar, Lee! ―exclamé con angustia.

―¡¿Proyectar?!

No entendía qué trataba de decirle.

―La proyección es un tipo de hechicería que comúnmente tienen los profetas de aura y otras mentes poderosas. Se refiere a habilidades de ver lo que pasa en otro lugar en un momento determinado. Ya lo hiciste la noche del ataque en el cobertizo, con la máscara. ―explicó Shawn.

―¿Puede ver lo que ocurre en cualquier parte del mundo? ―pregunté.

―Sí, Em, algo así.

―¡Eso significa que puede ver a las personas y ubicarlas!

―¿Por qué lo dices? ―intervino Lee.

―¿Es en serio que no lo entienden? ¡Lee puede ubicar a Seb con la proyección!

―Pero nunca he practicado esas habilidades, Em. Solo fue una vez y no recuerdo cómo lo logré.

Lee se encogió de hombros sin saber qué hacer.

¡Ahhhh!

―Exactamente, ya lo lograste sin saber hacerlo. Confío en que podrás lograrlo esta vez. Shawn, ¿conoces algún objeto que represente a Seb y que facilite su ubicación?

―No lo sé, en su habitación vi una vez un perro de peluche bastante viejo, seguro lo tiene desde la infancia.

¡El peluche que vi en la bruma!

―¡Sí! Es perfecto, tráelo por favor, ¡apresúrate!

Shawn salió de la habitación a toda prisa y en cuestión de segundos volvió con un perro de peluche grisáceo y se lo puso en las manos a Lee. En su rostro se alcanzaba a vislumbrar el fantasma de angustia mientras lidiaba con la esperanza de que Seb estuviese en óptimas condiciones.

―De acuerdo, deberás seguir los pasos de siempre; no hay mucha ciencia: ordena en tu mente lo que quieres, en este caso, saber la ubicación de Seb, recuerda tener determinación y verás lo que deseas.

Mientras Shawn daba las indicaciones, pude percibir un leve aire nervioso en Lee. Cuando me miró, le comuniqué con un gesto que confiaba en él y en que lo lograría.

De un momento a otro Lee adoptó una expresión de decisión, miró fijamente el peluche y se dispuso a cerrar los ojos y concentrarse. Shawn me abrazó por los hombros, acariciándome con suaves movimientos circulares de sus pulgares; en otra situación, se me hubiese puesto la piel de gallina, pero en aquel momento estaba preocupada por Seb.

Lee se veía más concentrado con el pasar de los segundos. La situación de la bruma se estaba replicando en la realidad.

―Vamos, Lee, sigue proyectando ―le indiqué, justo como lo hice en la bruma.

Abrió los ojos sorprendido.

―¡Lo encontré!

Una sonrisa iluminó mi rostro. Imaginé cuánto le iba a encantar la decoración a Seb, su sorpresa con tantos regalos y la deliciosa comida que haríamos para Navidad.

»He visto este lugar, pero no tengo ni idea de donde es...

La felicidad amenazó con derrumbarse y la angustia ocupó su lugar.

»Toma mi mano, Em, nos proyectaremos juntos. Creo que lo he visto contigo.

Shawn me soltó y me sonrió con esperanza. Me dirigí a Lee y le tomé la mano sintiendo una oleada de nervios, no entendí si por descubrir el lugar donde tenían a Seb o por asirme a su mano, pequeña, tierna y tan talentosa... ¡No! Ya no podía sentir algo así, ¿o sí?

Vi a Shawn y me erguí recomponiendo mis sentimientos. Los nervios eran por Seb, nada más. Solo es Shawn y solamente él. Lee se volvió a mirarme indicándome que me concentrara, así que cerré los ojos y poco a poco me adentré en su mente.




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