El Origen del Mal

Capitulo nueve

 

 

 

        ―¿Qué es lo que ocurre? ―fue lo primero que inquirii al verlo caminar  hacia donde mi padre estaba antes, junto a la pizara con las fotografías.

Me daba la espalda y no respondia, solo se empenaba en esparcir papeles en el escritorio.

       ―¡Cypriam! ―exclamee preocupada y algo adolorida. Eel escribia cosas en el mural de fotos y algunas de ellas las marcaba con una enorme equis roja.

        ―Voy a explicar esto lo mas claro que me sea posible, esperando que ponga atenion, no por mi bien, por el suyo ―comenzoo.

       Habia una especia de mapa mental dibujado, allí salian los nombres de la mayoría de colegas de mi adre, y al inicio los nombres de mi abuelo, mi padre y mi madrastra, a su lado, dos xirculos vacios, en los que sospecheee estaríamos Leonidas y yo. Pero eso no me preocupaba tanto como el hecho de que la unica fotografía que quedaba sin tachar era la mia.

        ―Ochranný Zápěstí ―soltoo sin mas―, ¿Ha escuchado el termino alguna vez? ―mi boca se encontrab aun poco abierta y mis ojos entornados, tenia tantas pregntas por hacer, habían tantas cosas que queria saber en cambio eel se encargaba de cuestionarme a mii.

        ―No, no lo he escuchado ―musitee―, pero quiero sabe rque pasa

       Volvió a darme la espalda―Si no espera a que temrine no sabra que pasa ―el inspiroo aire, como si necesitara fuerzas de maas para seguir

        ―Ochranný Zápěstí es el termino que se utilixa para nombrar a la protectora de la mafia, es de origen checo y significa “meneca protectora” ―todo lo decía entre dientes y con mala gana, como si le costara. Por otro lado yo no sabia muy bien que tenia que ver eso con lo que estaba pasando, ni siquiera tenia idea de lo que pasaba.

        ―Ha habido muchas por generaciones ―me entregoo en manos una pila de mas fotos, la resivii con lentitud y sin quitar mis ojos de eel.

         Eran jóvenes, y la mayoría muy hermosas, paseee retrato por retrato, ninguna se me hacia conocida ni mucho menos, hasta que fui a parar en una fotografía de mi rostro, pero habia algo distinto. ― ¿po que estoy yo aquí? ―le preguntee a Cypriam que se giroo para ver de que hablaba.

       ―Estu madre ―me explicoo y un nudo se me habia hecho entre medio de la garganta―, allí tendría mas o emnos tu edad ―aclaroo y volvió a sus afanes para proseguir con las explicciones.

       En ese momento entendía la razón por la que siempre me comparaban con ella, era indudablentne identida, como un retrato de mi msima pero en otra época, pero no tenia muy claro que tan bueno o malo era eso.

        ―¿Puedo seguir? ―asentii sin mas opción.

        ―Han protegido la familia sin impotar el costo y con ello han ganado la oportunidad de ocupar un lugar en el necocio ―agitee la cabeza engando

         ―¿Qué negocio?¿De que me hablas?

        Entre las rabietas habia detrozado el cuarto, las sabanas estaban desgarradas, habia arranado la madera de lacamama, me habia encargado de quebar por completo el ventanal, por el piso rodaban todas mis cosas, no fue difícil volvar el perchero, ni los zapagtos, incluso la alfombra habia sufrido danos que serian psoiblemente irreversibles. Después de derrumbar todo a mi alrededor me detuve un momento, necesitaba aire, y mi brazo lastimado estaba sufriendo una especie de calambre, pero mi rabia era mas fuerte.

       Me dejee caer de rodillas al suelo, e intentee contener las lagrimas, pero parecia algo imposible de hacer.

        Entre el el tumulto de cosas que rodaban en el suelo la vi, o mas bien a uno de us sorjizos mechones de cabello, me arrastree hacia ella y escarbeee entre la ropa para encontrarla, estaba algo polvorienta, hacia tiempo que habia dejado de dormir con munecas en la cama. Era una mentira, ella y todo lo que habia dicho m madre era una mentira, bufee. Trataba de cuidarme de los monstruos, pero ella también era uno de ellos, y de los peores.

        Estruje su pierna de porcelana con una fuerza tal que terminoo por quebrarse entre mis dedos, ladee mi cabeza para toparme con mi reflejo en el enorme espejo de mi cuarto, <Identica a ella> ya no soportaba esa idea, el cólera me daba cosquilleos en las manos y hacia que mis dientres se frotara entre ellos, con mi brazo sanoo la lancee contra el reflejo, y tanto el cristal como los pedazos de la muneca slaieron disparados hacia delante y terminadorn quebrados ene el suelo.

         Al fin y al cabo me habia subido con eel a su coche, viajábamos en la carretera sin platica en particular. Si levantaba la vista y miraba por el retorovisor podía ver como Cypriam nos perseguía en el vehiculo de siempre, ahora era mi escolta, y eso significaba que debía estar donde yo estuviera. Casi sin excepciones.

        Nos detuvimos en una cabana no tan lejos de casa, aunque si habíamos dejado unos kilometors detrás, el rubio se estacionoo a nuestro lado.

       Al salir lo primero que escucheee fueron los cantos de los grillosy los pasos de Leonidas sobre las hojas cecas. Todo era solitario y como en casa no habia nada mas que esa cabana por los alrededores. Se veia bastante descuidada y enebrosa, en ese momento mas de un pensamiento en el que mi hermano me asesinaba y dejaba mi cadáver allí me vino a la cabeza, después de toda la información que aun no podía digerir cualquier cosa de ese tipo me parecia posible.




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